LA PELÍCULA DEL AÑO, DE LA SEMANA… Y DE TODOS LOS DÍAS
FRANCISCO R. DE PASCUAL monje cisterciense, revcistercium@planalfa.es
CÓBRECES (Cantabria).
ECLESALIA, 21/01/11.- Acabada ya la Navidad, que debería haber sido una meditación litúrgica eclesial colectiva sobre el tiempo y lo que nosotros somos en él, nos llega una película que ha recibido diversos calificativos, y que, para mí, coincide en su título sobre lo que acaba de decir, o sea, sobre el misterio de los dioses y los hombres en el tiempo…
Jesús, María y José se encontraron con que su tiempo, su vida, coincidió con unos designios misteriosos, anunciados por lo visto por los profetas y reconocidos por unos reyes “paganos”, pero ignorado por “los de casa”.
La película sobre los monjes de Thibirine, mis hermanos de Orden y de ideal monástico, ha sorprendido a muchos, por lo visto. Y a mí se me ocurre una reflexión a bote pronto, entre el orgullo “familiar” y un poco de pena penita pena por lo que algunos “de casa” han descubierto: que había monjes entre musulmanes, que esos monjes eran “humanos”, que “decidían juntos” su suerte, y que, al fin, se vieron envueltos en el absurdo de una guerra “que no iba con ellos”, pero de la que fueron víctimas y salieron gloriosos.
Bien. Los monjes cistercienses. En muchas comunidades, hemos vivido esas situaciones a lo largo de los siglos, y concretamente ahora se viven, como en Midlet, en otros lugares del mundo. Es decir, que para nosotros es la película de todos los días.
Muchas personas nos escriben, nos envían los videos y nos regalarán la película, pirateada o cuando salga en DVD. Y algunos casi como que nos preguntan si sabemos algo de la historia.
Bien. Lo que se dice aquí de estas comunidades sucede en otras de todo el mundo cristiano, y en algunas con más crudeza y crueldad.
De acuerdo. De vez en cuando necesitamos una película, una página de periódico o un reportaje “impactante”. Eso está bien, son momentos de toma de conciencia importantes.
La pena penita pena que a veces siento es que las realidades esas en que se junta el tiempo de los hombres y los dioses no es tan exótico como parece, sino que es algo de cada día, de cada momento, que existe muy cerca de nosotros y que está, probablemente, a nuestro lado. Pero que no vemos. Y que, a veces, incluso hasta infravaloramos por prosaico y banal.
Quiero decir –me da la impresión- que nos enteramos de lo que hay sólo por las películas o por los periódicos.
Hablé algunas veces con el P. Christian con motivo de reuniones de nuestra Orden, hace años. Me pareció un monje sencillo, fino, agradable y casi tímido, nada singular, como hay tantos en nuestra Orden. Quizá en la misma Orden tampoco teníamos conciencia de lo que pasaba en Thibirine hasta que pasó lo que pasó. Una casa más, unos monjes más, una situación difícil como otras, y hasta pensábamos que para lo que hacían quizá fuera mejor se hubieran ido a otro sitio más “rentable” vocacional y monásticamente “productivos”.
La cuestión capital. Sólo cuando los tiempos de los dioses y de los hombres se juntan, coinciden, se cruzan, se produce la salvación y la gracia. Es la historia de Navidad repetida en el tiempo.
Sólo en esos momentos emerge la gratuidad y la libertad de los hombres y los dioses, características personales e intransferibles de cualquier aventura espiritual, vetada a los calculadores y funcionarios de lo religioso.
Los monjes de Thibirine, como otros muchos monjes, son sólo testigos de un cruce de caminos entre los dioses y los hombres, entre la libertad y la gracia, entre la dignidad de los hijos de Dios y la debilidad de lo mundano.
La película podemos verla todos los días. Quizá nos hayamos alejado, como cristianos, del cine de la gracia universal, de la historia de salación que se filma cada día y cuyos protagonistas tenemos más cerca de lo que suponemos.
Pero también en ese cine hay muchos cristianos entretenidos con los reclamos publicitarios, las palomitas de maíz y los “efectos especiales” de la acción en pantalla. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
http://www.eclesalia.net