El Cardenal Juan Luis Cipriani exhortó a llevar una vida con fe y tener como costumbre un rato de meditación y paz interna. Estas palabras las mencionó en la Santa Misa que presidió en la Basílica Catedral de Lima, el domingo 7 de abril, Fiesta de la Divina Misericordia.
“Lo primero que Jesús nos quiere decir a todos es que nos quiere dar esa paz. En el nivel humano cada uno tendrá esa paz si es que tiene orden; orden en sus afectos, en su trabajo, en su familia, en su conducta; cuando hay orden hay tranquilidad; y eso es la paz”, afirmó.
Señaló también que Jesús nos da el don, el regalo, que es la paz que viene de Dios y la cual está relacionada con recibir al Espíritu Santo en nuestros corazones.
“La paz que Dios nos da tiene como acompañante al Espíritu Santo, que es ese consejo que uno siente en su conciencia y que te va llevando por la vida para que hagas las cosas bien. La conciencia, ese rincón que necesita un poco de silencio para que cada uno de nosotros podamos meditar”, expresó.
Comentó que esa paz que nos lleva los momentos de meditación personal está unida al perdón de los pecados. Por tal motivo, animó a mantener siempre una vida con tranquilidad y orden.
“Procura vivir una vida con orden, ten una escala de valores, no pienses mucho en ti; piensa mucho en tu familia, en tus amigos, en tu trabajo; hazlo con orden y después recuerda que Jesús nos ha dado otra paz que trae consigo el que podamos hablar con Dios, preguntarle, escucharlo y pedirle perdón”, reflexionó.
En otro momento, el Arzobispo de Lima manifestó que en muchas ocasiones de nuestra vida somos como el discípulo Tomás, que no creemos. Entonces el Señor nos dirá: “No seas incrédulo; si estoy contigo, si te quiero, si te conozco.
“El Señor dice: “Dichosos los que crean sin haber visto”. Nosotros no hemos visto a Cristo resucitado, no lo hemos tocado, no hemos escuchado su voz; hemos escuchado la tradición, los Evangelios, los santos, la Iglesia que nos enseña; pero hay que tener fe”, refirió.
“Qué bonita es la vida, qué bonita es la familia, qué bonito es el amor humano, qué bonita es esta Iglesia, qué bonita es la oración, pero hace falta fe”, prosiguió.
Finalmente, pidió a nuestra Madre, Santa María, que nos lleve a estar junto a su hijo para tener fe como ella la tuvo.
“Ella nos enseña en este Año de la Fe a tener fe, humildad, paz, alegría; que son señales de estar con Dios”, concluyó.
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