Homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani
Domingo, 20 de febrero de 2011
VIII Domingo del Tiempo Ordinario
Basílica Catedral de Lima
Muy queridos hermanos en Cristo Jesús.
En la primera lectura del Libro de Levítico el Señor le dice a Moisés: “Serán santos porque yo, el Señor, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Yo soy el Señor”.
Hermanos, toda la religión arranca de aceptar que hay una relación entre Dios y los hombres. Y para los cristianos, entre el Hijo de Dios, Jesucristo, y los hombres. Cuando esa relación se rompe, la humanidad se empobrece y se embrutece. Es simple experiencia. Si no hay un respeto al creador, al Dios, al que me da la vida, al que es dueño del presente, pasado y futuro. Si uno rechaza o desconoce esa base de la convivencia, entonces el ser humano es el animal más destructor.
Por eso, hermanos, cuando vivimos en el mundo como si Dios no existiera, con esa soberbia de querer desconocer a Dios, más aún, burlarse de Dios, no conduce a nada bueno, empobrece. La grandeza de todo hombre y toda mujer es que está hecho a imagen de Dios. En el momento en que se olvida a esa gran divinidad, es un animalito que destruye. Lo hemos visto a lo largo de los siglos cuando el hombre, lleno de soberbia, ha querido imponerse a los demás causando terribles tragedias en el mundo.
Por eso, cuando nos dice Dios hablando a Moisés: “Serán santos porque yo soy santo”. Luego San Pablo nos habla: “No sabes que eres templo de Dios. Que el espíritu de Dios habita en ti. Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo”.
Pues pensemos en esa tontería de pretender faltar el respeto a la Catedral de Lima, centro de la catolicidad no sólo de Lima sino del país entero. ¿Qué buscan?, ¿qué se pretende con este desafío de provocar a la fe católica?, ¿por qué?, ¿por qué esa pasividad de las autoridades? Todos respetamos los derechos humanos de los demás. La Iglesia Católica, que visiblemente está en este templo, que es su Catedral, merece el mismo respeto.
Hermanos, no dejemos que el país pierda el respeto a Dios, el respeto a los signos, como es el caso de la Catedral. No son peleitas periodísticas. No sé si habrá algún político interesado, estamos hablando de algo más serio, estamos hablando de respetar a Dios, su casa. Respetar la grandeza de un Dios que perdona, de un Dios que nos ha dejado los diez mandamientos.
Por eso, hoy lógicamente les tengo que decir que si las autoridades no se sienten capaces de defender el orden público y el respeto a nuestra Catedral, los católicos lo haremos. Sí sabemos hacer respetar nuestra fe. No buscamos pleitos, exigimos el mismo respeto.
Por lo tanto, le pido tanto a la señora Alcaldesa como al señor Ministro del Interior, que revisen un poquito, para que no se repitan actos de provocación, de inmoralidad, en las puertas de la Catedral, eso es buscar pleito. Si quieren buscar pleito lo pueden encontrar. Nuestra fe no es para las catacumbas, nuestra fe es para actuar con libertad en las calles, respetando a los demás. Se habla de mucha tolerancia, pero yo lo que veo es una intolerancia agresiva. Que Dios los perdone, pero que no se repita.
Le pido a nuestra madre Santa María, Danos paciencia y buen humor, danos esa fe y confianza en nuestro Dios, ayuda a esos hermanos equivocados, dale sabiduría a quien tiene obligación de velar por los valores de nuestra patria; de esa manera viviremos en paz.
Así sea.