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Cardenal Cipriani: “La Eucaristía es el alimento que une a las familias”

Corpus Christi Lima
Cardenal Cipriani: “La Eucaristía es el alimento que une a las familias”
Miles de católicos participaron de la solemnidad del Corpus Christi.

Fieles de parroquias, movimientos, catequistas, colegios, universidades participaron de la solemne Misa y procesión del Corpus Christi que se llevó a cabo el domingo 7 de junio en la Plaza Mayor de Lima. El Cardenal Juan Luis Cipriani presidió la celebración recordando que la “Eucaristía es el alimento que nos ayuda a ser más solidarios”.

En su homilía, el Cardenal Cipriani recordó que la Eucaristía es el alimento celestial para nuestra salvación. “La Eucaristía es el alimento que une a las familias. Es ese misterio de amor que hace que la familia brille en la sociedad y en el mundo entero. Piensa en tu familia, aunque veas que hay dolor y a veces separación, y pídele a Jesús: fortalece mi familia”, refirió

“La Eucaristía es alimento de esperanza que nos ayuda a ser más solidarios, que nos permite ayudarnos unos a otros. Cristo se expande a través de la Eucaristía a lo largo y ancho del país: curando enfermos, perdonando pecados, sembrando alegría y paz”, prosiguió.

La vida humana es camino a la vida eterna

En otro momento, el Primado del Perú recordó que la vida humana es el camino para la vida eterna.

“Tu vida humana es el camino para ir a la vida divina. Por eso es tan importante que tu familia, trabajo, tu comportamiento, tu catequesis, tus mandamientos, tu amor sigan las enseñanzas de Jesús. Si no hay vida eterna, nada vale la pena”, mencionó.

El Cardenal Juan Luis oró de manera especial por los enfermos, para que el Señor los ilumine en estos momentos difíciles.

“Quiero recordar a aquellos hermanos nuestros que postrados en un hospital, en una casa están viviendo momentos difíciles en su vida. Que el Señor los ilumine en ese camino de la eternidad y los llene de paz”.

Cuidado de la Eucaristía

El Arzobispo de Lima recordó que en Lima se vive un especial impulso a la devoción eucarística en la construcción de más de 60 capillas de Adoración del Santísimo Sacramento, lo que convierte a la capital peruana en una ciudad Eucarística.

“Lima, ciudad Eucarística, está llena de capillas del santísimo. Cuídenlas, acompañen a Jesús en la eucaristía, lleven a Jesús como viatico a aquellos enfermos, llevándolo con respeto, cuidando a Jesús. Qué contento está Jesús en esta ciudad de Lima, qué contento esta Jesús al ver a estas familias limeñas, qué contento está Jesús ahora entre nosotros. Si quieres conocer a Jesús, búscalo, trátalo, cómelo, háblale, y verás que con Jesús la vida es una maravilla”, señaló.

Enseñanza del Catecismo

Finalmente, recordó que en el marco del XX Sínodo Arquidiocesano Limense se viene impulsando de manera muy especial la catequesis.

“Qué bueno es que en este año del sínodo vayamos estudiando el catecismo en las parroquias, en los colegios, en las familias, en todos los grupos, hermandades, en todas las asociaciones para tener como centro el Catecismo”, culminó.

Concelebraron con el Cardenal Juan Luis, los dos obispos Auxiliares de Lima, Monseñor Adriano Tomasi, OFM y Monseñor Raúl Chau; Monseñor Raimundo Revoredo, Obispo Emérito de Juli; así como vicarios episcopales de la arquidiócesis de Lima y más de 50 sacerdotes diocesanos y de diferentes congregaciones religiosas.

Procesión del Corpus Christi

Para la procesión del Corpus Christi se han armado tres altares para la adoración de los fieles. Los altares serán colocados en el frontis de Palacio de Gobierno, frente al pasaje Santa Rosa y frente al pasaje Olaya.

Además, el Arzobispado de Lima está organizando un concurso de alfombras florales alrededor del perímetro de la Plaza Mayor de Lima. Las parroquias y movimientos ya han asegurado su participación. Con las alfombras de flores se adornará el paso del Corpus Christi en la procesión al término de la Misa.

Explicación de la fiesta

Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Este día recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo, durante la Última Cena al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.

Origen de la fiesta:

Dios utilizó a santa Juliana de Mont Cornillon para propiciar esta fiesta. Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.

Ella le hizo conocer sus ideas a Roberto de Thorete, el entonces obispo de Liège, también al doctor Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV. El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

La fiesta se celebró por primera vez por los cánones de San Martín en Liège. Urbano IV, siempre siendo admirador de esta fiesta, publicó la bula «Transiturus» el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, ordenó que se celebrara la solemnidad de «Corpus Christi» en el día jueves después del domingo de la Santísima Trinidad , al mismo tiempo otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio.

La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. Publicó un nuevo decreto incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, instó su observancia.

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