El Cardenal Juan Luis Cipriani exhortó a los fieles a vivir en base a las
virtudes espirituales y no darle mucha importancia a los valores
materiales, en la Santa Misa que presidió en la Basílica Catedral de
Lima, el domingo 19 de septiembre, XXV del tiempo ordinario.
El Arzobispo de Lima mencionó que no se puede servir a dos señores y que
depende de cada uno de nosotros escoger a Dios y todo lo que representa, o
fabricar dioses y cortar nuestra relación con el verdadero Dios.
“O escoges a Dios: la honradez, los diez mandamientos, la verdad, la
familia, la vida, la generosidad, la justicia, la dignidad y la honra; o
fabricas dioses: el dios del dinero, del poder, de la fama, del sexo, de la
droga. Si hay muchos dioses, no hay Dios verdadero”, reflexionó.
Animó también a procurar darle más valor en nuestra vida a las virtudes
morales, manteniendo una conducta correcta en el matrimonio, en el trabajo,
en la manera de pensar, siendo honestos, respetando el hogar como un lugar
de educación y respetando nuestros cuerpos.
“No se puede estar con Dios en esos valores espirituales y morales, y al
mismo tiempo en ese mal. Si el hombre se vuelve material y cede todo lo
espiritual de su inteligencia, de su voluntad, de su capacidad de amar; es
el ser más salvaje del mundo”, señaló.
“No se puede privilegiar los valores materiales olvidándose de los
valores espirituales; no se puede uno olvidar de Dios, de Jesucristo, de la
Iglesia, de los mandamientos y los sacramentos; no se puede uno olvidar de
todas esas obligaciones”, continuó.
En otro momento, el Pastor de Lima comentó que es muy importante tener
presente que Dios nos mantiene en la existencia y que murió por cada uno
de nosotros. Por eso tenemos el deber de predicar su palabra y recordar que
Él está siempre con nosotros.
“Estamos a tiempo. Pongamos a Dios en el lugar que se merece. Recemos.
Sí nos conoce, sí nos escucha. Pidámosle perdón todas las veces que sea
necesario, Él siempre nos perdonará si ve que somos sinceros”,
prosiguió.
Finalmente, pidió a la Santísima Virgen María a despertar nuestra
conciencia, para animarnos a no tener miedo de anunciar nuestra fe con
obras cada día.