Camino de Cuaresma – Todo es posible para el que cree
ORACIÓN INICIAL
Estoy caminando en el desierto de la fe, Jesús. Un desierto que se convirtió en maestro de la fe para tu pueblo Israel. Ayúdame a entrar en él, avanzar y progresar con la mirada puesta siempre en ti.
Sé que pasaré por pruebas, que mi inteligencia y voluntad serán purificadas, que mi sensibilidad también sentirá el calor y el frío del desierto.
No tengo miedo porque sé que tú estás conmigo, yo quiero seguir tus huellas y salir victorioso con una fe sólida e inquebrantable. Déjame sentir tu presencia y líbrame de lo que me impida reconocerte en cada circunstancia de mi vida.
CITA
Entonces Jesús le preguntó a su padre: “¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?” Le dijo: Desde niño.
Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros. Jesús le dijo: “¿Qué es eso de si puedes? ¡Todo es posible para quien cree!”. Al instante gritó el padre del muchacho: Creo, ayuda a mi poca fe.
Marcos 9, 21-24
REFLEXIÓN
Las tragedias vividas por la humanidad en los dos últimos siglos nos pueden hacer cuestionar mucho la fe en Dios. Si Dios es omnipotente, ¿cómo puede permitir tantas desgracias? ¿Tiene sentido una vida de tanto dolor, pruebas, obstáculos, miedos…? La conclusión lógica sería que Dios no es omnipotente.
Pero ¿cómo podríamos dudar de lo que Dios es capaz de hacer si su Hijo se encarnó en María por obra del Espíritu Santo? ¿Cómo olvidar los milagros que obró Jesús en su ministerio? ¿Con qué otro atributo, si no es su omnipotencia, podría haber resucitado Jesús?
Somos testigos de innumerables milagros como la vida misma y todos sus misterios. ¿Quién sino un Dios Todopoderoso e infinitamente Bueno, podría ser responsable de ella?
¿Qué te falta para creer? ¿Esperas acaso a que las cosas sean como tú quieres, a obtener lo que tú pides, para decir “Señor, creo”? Ante la evidencia, no diríamos creo, sino veo. No sería fe, porque donde hay evidencia, no hace falta la fe.
La fe es un don que debemos suplicar a Dios para creer en Él y en todo lo que nos ha revelado. Creer en Él es creer en su pedagogía, en sus tiempos, en sus caminos como hemos visto en los primeros días de este desierto de la fe.
Ábrete a ese corazón de Dios que busca siempre lo mejor para ti, confiando que si algún mal te sucede, Él puede sacer un bien más grande. Esta es su omnipotencia, éste es su amor por ti. Tan solo cree y dile: “Creo Señor, pero aumenta mi pobre fe”.
ORACIÓN
SABER QUE ESTÁS
¡Que fortaleza y consuelo siento
al sentir que Tú, Señor, estás conmigo!
¡Cuántos temores infundados y miedos
que descubro al caminar cada día!
Temor al mañana
a sentirme solo
a que no me acepten
a no poder experimentar el amor
o concretar mis sueños más profundos
Miedos que quebrantan mi alegría
y empañan el brillo de mi mirada
Temores que encadenan mis pies al suelo
y me impiden correr hacia ti
con la confianza de un niño
Concédeme Señor
la alegría sincera de descansar en tu voluntad
la paz infinita de refugiarme entre tus brazos
aun en medio de cualquier tormenta
Serena mi espíritu turbado cuando lo necesite
y mi fe cuando esté debilitada
Sostenme con tu mano poderosa
y no me dejes caer
Que me sumerja con todas mis fuerzas y pasión
al océano infinito de tu Misericordia
Para que nada ni nadie jamás me separe de ti
Mi Paz, mi Refugio, mi Médico… mi Amor
Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra, L.C.
PROPÓSITO
Repetir a lo largo del día esta oración: “Creo Señor, pero aumenta mi fe” y aplicarla a todas las situaciones de mi vida que impliquen hacer un acto de fe.
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.