Si no sabemos usar correctamente las riquezas injustas y ajenas,
es decir, todo lo material que es externo a nosotros y por lo tanto no nos pertenece con totalidad, mucho menos seremos capaces de manejar con corrección las riquezas verdaderas y propias, que son las cosas espirituales que en verdad son propias de cada hombre.
Del mismo modo quien no ama a los hombres a quienes ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve;
si no somos ordenados y justos con las cosas materiales,que vemos, menos lo seremos en las cosas espirituales,
que no se ven.
P.Juan Gralla.