El seguimiento de Jesús, camino para la verdadera alegría, es el tema que guía el Domingo de Ramos, recordó Benedicto XVI ayer, al presidir la solemne celebración litúrgica en la Plaza de san Pedro.
El Papa, que cumplirá 83 años el próximo 16 de abril, comenzó la celebración, al pie del obelisco de la Plaza de san Pedro.
Después guió la procesión de los ramos -por primera vez en papamóvil- hasta el altar central, dando una vuelta más larga de lo habitual para bendecir las ramas de olivo y las palmas.
Al finalizar la procesión, presidió la Misa de la Pasión del Señor, en la que participaron jóvenes de Roma y de otras diócesis con motivo de la 25ª Jornada Mundial de la Juventud.
“Ser cristiano significa considerar el camino de Jesucristo como el camino correcto para el ser humano, como aquel camino que conduce a la meta, a una humanidad plenamente realizada y auténtica”, explicó en su homilía.
“Ser cristiano es un camino, o mejor: una peregrinación, un ir junto a Jesucristo -continuó-. Un ir en esa dirección que Él nos ha indicado y nos indica”.
“¿De qué dirección se trata? ¿Cómo se la encuentra?”, preguntó, y respondió que se trata de “un ascenso a la verdadera altura del ser humano”.
Jesús, de hecho “camina delante de nosotros y va hacia lo alto”, conduciéndonos “a las alturas de Dios, a la comunión con Dios, al ser-con-Dios -explicó-. Ésta es la verdadera meta; y la comunión con Él, el camino”.
Este caminar con Cristo “es al mismo tiempo siempre un caminar en el “nosotros” de los que queremos seguirle”, introduce en la “comunidad”, dijo.
De la misma manera, “es siempre también un ser llevados”. Y comparó la Iglesia con una cordada de ascenso a Dios.
“Nos encontramos, por así decirlo, en una cordada con Jesucristo, junto a Él en la subida a las alturas de Dios, que “nos empuja y nos sostiene”, indicó.
“Forma parte del seguimiento de Cristo que nos dejemos integrar en esa cordada; que aceptemos que no podemos hacerlo solos -añadió-. Forma parte de ella este acto de humildad, entrar en el “nosotros” de la Iglesia”.
La cruz, prosiguió Benedicto XVI, es parte integrante del ascenso.
“Como en los asuntos de este mundo no se pueden lograr grandes resultados sin renuncia y duro ejercicio”, “así el camino hacia la vida misma, hacia la realización de la propia humanidad, está ligado a la comunión con Aquel que ha subido a la altura de Dios a través de la cruz”, explicó.
La cruz, por tanto, “es expresión de lo que el amor significa: sólo quien se pierde a sí mismo se encuentra”.
Con la celebración del Domingo de Ramos, empezó “esta Semana grande y santa, donde celebraremos los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor”, explicó el Papa después de la Misa, al introducir el Ángelus.
Benedicto XVI deseó unas “buenas y santas fiestas” e invitó “a participar con especial fervor en las celebraciones litúrgicas de los próximos días, para experimentar y gozar de la infinita misericordia de Dios, que por amor nos libra del pecado y de la muerte”.
Celebraciones del triduo pascual
Con la celebración de este domingo, el Pontífice inició lo que podría llamarse la “maratón litúrgica” de la Semana Santa: más de dos horas de celebraciones esta mañana, las dos celebraciones del Jueves Santo (Misa Crismal por la mañana en San Pedro y Misa de la Cena del Señor, por la tarde, en Letrán), las dos celebraciones del Viernes Santo (celebración de la Pasión en San Pedro por la tarde y vía crucis en el Coliseo al anochecer), la Misa de la vigilia pascual -con bautismos de adultos- en San Pedro, y la celebración de la mañana de Pascua, ante la Basílica vaticana, con el mensaje Urbi et Orbi.
Además, este año se añade otra celebración importante, la Misa de aniversario del “nacimiento en el cielo” de Juan Pablo II, este lunes 29 de marzo a las 18 h en San Pedro, una Misa anticipada, ya que el papa polaco falleció el 2 de abril de 2005.
La audiencia general de los miércoles se mantiene, este miércoles 31 de marzo, también en la Plaza de san Pedro, a las 10.30 hora de Roma.
25 años de la Jornada Mundial de la Juventud
Luego de la Eucaristía del Domingo de Ramos, el Papa presidió el rezo del Ángelus, en el que alentó a los jóvenes, al celebrarse el 25º aniversario de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) instauradas por Juan Pablo II, a dar sólido testimonio de Cristo, y así manifestar a los hombres y mujeres del tercer milenio la fuerza luminosa de la auténtica esperanza y la única verdad.
Tras recordar que fue en 1985 que el Papa Wojtyla inició las JMJ, Benedicto XVI recordó que «desde entonces, el Domingo de Ramos ha adquirido esta característica, que cada dos o tres años se manifiesta en grandes encuentros mundiales, marcando una suerte de peregrinación juvenil a través de todo el planeta en el seguimiento de Cristo. Desde hace 25 años mi amado Predecesor invitó a los jóvenes a profesar su fe en Cristo que ‘ha tomado sobre sí la causa del hombre’».
El Papa renovó el llamado a la nueva generación a “dar testimonio con la fuerza y la luminosidad de la verdad, para que a los hombres y mujeres del tercer milenio no les falte el modelo más auténtico: Jesucristo».
«Dirijo este mandato en particular a los 300 delegados del Foro Internacional de los Jóvenes, venidos de todas partes del mundo, convocados por el Pontificio Consejo para los Laicos», añadió.
Hablando luego en francés, el Santo Padre exhortó a los jóvenes a acoger «¡con gozo el llamado de seguir a Cristo, a amarlo por sobre todo y a servirlo en sus hermanos! No tengan miedo a responder con generosidad si Él os invita a seguirlo en la vida sacerdotal o religiosa. ¡A lo largo de esta Semana Santa, con María, sigan a Jesús que nos conduce hacia la luz de la Resurrección!»
En español, Benedicto XVI invitó a «participar con especial fervor en las celebraciones litúrgicas de los próximos días» en que la Iglesia celebra la Semana Santa «para experimentar y gozar de la infinita misericordia de Dios, que por amor nos libra del pecado y de la muerte. Buenas y santas fiestas. Muchas gracias».+