El día domingo 11 ppdo. El Obispo de Zárate-Campana, Mons. Oscar Sarlinga junto con el cura párroco de San Antonio de Padua de Presidente Derqui y decano de Pilar, Pbro. Oscar Iglesias anunciaron el inicio del año jubilar que culminará en junio de 2012 para el quincuagésimo aniversario de la parroquia, precisamente en las fiestas de San Antonio de Padua, su patrono.
El año jubilar incluye gestos especiales de misión, inicio de lugares de culto y de promoción social en lugares de recentísima población o asentamientos en esa populosa zona del partido (tal como el muy reciente barrio “La Escondida” por ejemplo) y promoción de la evangelización en las distintas localidades y barriadas de esa zona del partido de Pilar, que según cálculos municipales supera los 80.000 habitantes, y contiene en sí barriadas que forman como mini-regiones, tales como el barrio Monterrey (de fuerte inmigración paraguaya, con su vicaría de Nuestra Señora de Caacupé, a cargo del Padre Dino Baldán, en la que se calculan 32.000 habitantes, y donde trabajan apostólicamente los Padres de los Misioneros de San Juan, las Hnas. del Niño Jesús y la asociación de los Apóstoles de la Palabra).
Es una zona de contrastes, `pero llena de potencialidades, donde el anuncio del año jubilar quiso dar nuevo impulso a la “nueva evangelización” con gestos y actitudes concretas, y a la vez con la dimensión misionera de toda la pastoral, también en lo que se refiere a la celebración de los sacramentos. En el caso, ese día domingo, fueron confirmados 310 jóvenes y adultos de las distintas comunidades barriales y también del colegio de las Hnas. de Santa Ana, presentes en Pte. Derqui desde hace muchos años. Concelebraron con el Obispo Mons. Sarlinga el cura párroco mencionado, Pbro. Oscar Iglesias, junto con Mons. Edgardo Galuppo, vicario general, y el P. Emo, colaborador externo de la parroquia.
El Obispo explicó el sentido del Adviento, del sacramento d ella confirmación como plenitud, a la vez sello y envío, y se refirió a la relación esencial entre evangelización y promoción humana integral. Sobre la revalorización de la función de los sacramentos en la evangelización, mencionó lo expresado en el Plan Pastoral diocesano, que dice que, tal como fue explicado en Evangelii nuntiandi, en todo el Magisterio posterior, y en Navega Mar adentro: «(…) la evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. Porque aquella debe conducir a la vida: a la vida natural a la que da un sentido nuevo (…); a la vida sobrenatural, que (…) encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen». Esto es así, dijo, porque, en efecto, la evangelización despliega de este modo toda su riqueza cuando realiza la unión más íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. Porque es equívoco y nocivo el oponerla evangelización a la sacramentalización. Lo que hay que evitar es el «sacramentalismo».
Es seguro que si los sacramentos se administran sin darles un sólido apoyo de catequesis sacramental y de catequesis global, se acabaría por quitarles gran parte de su eficacia: «(…) la finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe, de tal manera, que conduzca a cada cristiano a vivir -y no a recibir de modo pasivo o apático- los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe». Y la fe ha de llevarnos “a una vida conforme a la fe”, tal como lo afirma el Papa Benedicto XVI en su motu proprio “Porta fidei”, documento papal que Mons. Oscar Sarlinga presentó a los fieles en esa ocasión.