ANTE LA NOTIFICACIÓN SOBRE ALGUNAS OBRAS DEL PROFESOR Dr. ANDRÉS TORRES QUEIRUGA

JOAQUÍN PEREA, JOSEP ANTONI COMES, JESÚS CONILL, ADELA CORTINA, RAFAEL DÍAZ-SALAZAR, ANTONIO DUATO, TERESA FORCADES, CARLOS GARCÍA DE ANDOIN, JOAQUÍN GARCÍA ROCA, Mª DOLORS OLLER, JOSÉ MIGUEL RODRÍGUEZ, DEMETRIO VELASCO, JAVIER VITORIA Y JOSÉ ANTONIO ZAMORA. revista@iglesiaviva.org

ECLESALIA, 10/04/12.- Como compañeros y amigos de Andrés Torres Queiruga queremos hacer públicas las siguientes reflexiones:
1. En nuestra condición de católicos y miembros de la Iglesia agradecemos el trabajo intelectual que Andrés Torres Queiruga ha venido realizando durante más de cuarenta años. El conjunto de su fecundo pensamiento supone una cumbre histórica del servicio de la teología española a la verdad de la fe cristiana. Su empeño por pensar en diálogo con la cultura actual ha ayudado a creer bien a muchos cristianos de hoy («intellige, ut credas», “comprende para creer”). Y somos testigos de que, al mismo tiempo, su fe en el Dios Antimal ha exigido y estimulado su pensar teológico («crede, ut intelligas», “cree para entender”). Por todo ello nos parece muy grave que el texto de la Notificación no contenga ni una palabra de reconocimiento de su entrega intelectual o de agradecimiento por el bien que ha hecho a la fe de los cristianos. Tenemos la certeza de que este modo de proceder nada tiene que ver con el de Jesús de Nazaret, fuente y centro neurálgico de la tradición de fe cristiana.
2. Sin renunciar a pronunciamientos posteriores y más extensos sobre la Notificación, ahora hemos de señalar lo siguiente:
a. La teología que rezuma la Notificación difícilmente recibiría el aprobado en un examen de la mayoría de las Facultades teológicas del mundo. No hay más que visitar los tratados escritos por los profesores más relevantes de las mismas.
b. No es de recibo que el “Catecismo de la Iglesia Católica” sea uno de los referentes desde el que se evalúa y se juzga la consonancia de la teología de Andrés Torres Queiruga con la verdad de la fe. Las afirmaciones dogmáticas de la Iglesia son el referente de todo trabajo teológico y deben siempre mantenerse como tales. Pero sus manifestaciones catequéticas han ido variando y seguirán variando a lo largo de los tiempos. Es más que discutible que dicho Catecismo en todos sus apartados exprese en su integridad y con toda la necesaria riqueza la verdad de la fe. Además, utilizarlo como elemento dirimente para juzgar la obra científica de un teólogo reconocido, resulta similar a valorar las aportaciones de un investigador de primera fila a la luz de los manuales utilizados para la enseñanza de su materia en los cursos iniciales de graduación universitaria.
c. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, también en este caso el magisterio episcopal identifica su teología con la verdad de la fe. Es una práctica que denunciamos rotundamente porque tergiversa de manera grave el servicio al evangelio que corresponde legítimamente al ministerio episcopal.
d. Se acusa a Andrés Torres Queiruga de «reducir la fe cristiana a las categorías de la cultura dominante» y de «eliminar u oscurecer la novedad introducida por la Encarnación del Hijo de Dios». Quienes le imputan tan grave acusación lo hacen desde una fe expresada en las categorías propias de una cultura venerable, pero obsoleta. Al actuar de ese modo, ¿no serán ellos los que están reduciendo la fe a las categorías de esa cultura? Los “nuevos paradigmas” no los deciden los teólogos, sino las transformaciones culturales. Hablamos de “nuevo paradigma” teológico cuando la teología tiene que pensar la fe en un nuevo paradigma cultural. Es lo que con libertad supo hacer la Iglesia en su más antigua tradición para expresar salvíficamente la fe cristológica y trinitaria en el paradigma griego, bien diferente al semita. ¿Qué evaluación merecería la confesión de Calcedonia desde una concepción inmutable del paradigma del evangelio de Marcos? Esta inculturación de la fe es lo que ahora se impide hacer, porque en la comunidad teológica impera la ley del miedo y muchos teólogos callan para no tener que arrostrar problemas que traigan consigo “efectos colaterales”.
e. Es falso que, como afirma la Notificación, se haya “mantenido un diálogo extenso y detenido con el Autor”. Un encuentro de un par de horas con algunos miembros de la Comisión firmante para señalar las cuestiones teológicas a debate, y ello cuarenta y ocho horas antes de firmarse la Notificación, está lejos de lo que debe ser un diálogo serio, profundo y sincero, y tiene toda la apariencia de buscar una coartada que no engaña a nadie.
3. Terminamos animando a Andrés Torres Queiruga a que prosiga con libertad y fortaleza su trabajo de reflexión y de investigación teológica para el mejor servicio a la Iglesia y el impulso a la credibilidad del anuncio evangélico ante los desafíos de la cultura actual. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
4 de abril de 2012

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