¡Abre los ojos!
¡Date cuenta del momento presente!
¡Abre los ojos!
Sí, es posible algo nuevo y diferente.
Sí, es posible invocar y mirar al cielo.
Sí, es posible ver el rostro de Dios cercano.
Sí, es posible
en el momento que menos lo pienses,
al alba, en pleno día,
al caer de la tarde y en noche cerrada
escuchar y voz
y acoger su palabra.