A VOSOTROS SANTOS SIN “SAN”

Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista

Queridos amigos de Dios: Todos los santos,
hoy es vuestra fiesta y es nuestra fiesta.
Muchas gracias por ser como nosotros somos.
Muchas gracias por ser de los nuestros.

Vosotros sois santos
porque en el llanto derramasteis tantas sonrisas:
Vuestra música fue la alegría
Vosotros sois santos
porque, en la persecución, fuisteis valientes:
Vuestra virtud fue la fortaleza.
Vosotros sois santos
porque, en la violencia, sembrasteis paz:
Vuestro pregón fue la fraternidad.
Vosotros sois santos
porque, en la pequeñez, os sentisteis dichosos:
Vuestra grandeza fue la humildad.
Vosotros sois santos
porque, en la pobreza, hallasteis la riqueza:
Vuestro tesoro fue la conformidad.
Vosotros sois santos
porque, en la incomprensión, buscasteis a Dios:
Vuestro refugio fue la paciencia.
Vosotros sois santos
porque, mientras otros pensaban que estabais equivocados,
no os alejasteis del camino de la fe:
Vuestra palabra fue el mundo al revés.
Vosotros sois santos
porque, en el ser, alcanzasteis la felicidad:
Sonreíd porque, vuestro mensaje, fue el amar y el ser amados.
Vosotros sois santos
porque, en el corazón, dejasteis crecer la pobreza:
Cantad, porque vuestra riqueza fue Cristo.
No nacisteis ni vivisteis permanentemente en el cielo,
pero, en este día, nos infundís ánimo para creer y esperar
o amar y soñar con los pies siempre en la tierra.
Gracias porque, siendo santos, sois de los nuestros
formados en carne y hueso, llorasteis y soñasteis
o, caminando por los senderos de nuestro mundo,
supisteis siempre apostar por la plenitud de Dios
siendo sembradores de la justicia y de la paz.
Gracias, un día más, porque nos enseñáis con vuestra vida
fiel al Evangelio a ser amigos de Dios.
Habéis llegado a vuestro triunfo,
a la gloria que Dios os tiene preparada,
al trofeo que reluce más que el oro y la plata
a la felicidad que por siempre permanece viva.
Gracias porque, siendo santos, sois de los nuestros.
Habéis ejercido como padres o madres,
como profesores o sacerdotes,
profesionales o religiosos contemplativos,
como niños o ancianos, jóvenes o consagrados,
abuelos o empresarios, pobres o ricos,
luchasteis con vuestro propio temperamento
por hacer de vuestra vida y con vuestra existencia
un canto a la alegría, al amor y a la esperanza.
Hoy queremos bendecir y festejar vuestra memoria,
todos los santos, que vivís con Dios sin el “san”.
Hombres y mujeres que, siendo débiles como nosotros,
no os conformasteis con vivir mirando siempre a ras de tierra.
Quisisteis construir debajo de vuestros pies
el cielo que tuvisteis sobre vuestras cabezas.
Gracias, muchas gracias, todos los santos
que vivís la gloria de Dios.
Gracias, por haber pertenecido a nuestras familias,
por haber sido de nuestra raza y no extraterrestres,
por haber sido humanos
y a la vez, tan divinos
por haber pasado de la tribulación al gozo eterno
por ser fieles en vuestra fe hasta el final de vuestros días
por interceder para que nosotros sigamos en el combate,
en ese camino que, Cristo ofrece a todos sus amigos,
a todos los que desean triunfar como Dios propone y gusta.
Gracias porque, siendo santos, nos recordáis
que fuisteis como nosotros….de los nuestros
Que es posible…ser santo. Amén.