9 de Julio – Que yo no te rechace, Señor – Tiempo ordinario
Si por la puerta de mi vida entra el sufrimiento,
la prueba que intenta debilitarme,
la contradicción que me desestabiliza,
la sin razón que intenta doblegarme.
Que yo no te rechace, Señor.
Que sepa aceptar todo lo que Tú me propones,
el amor, y no sólo acoja mis amores,
tu caridad, y no sólo regale mis detalles a cuentagotas,
tu perdón, y no sólo venda mi escasa comprensión.
Que yo no te rechace, Señor.
Tu Palabra, y no sólo escuche las que me convienen.
Tu cruz, y no sólo la lleve a pequeños trozos.
Tu Verdad, y no sólo defienda la mía.
Que yo no te rechace, Señor.
Ante la indiferencia, yo proclame tu presencia.
Ante el vacío, yo lleve el contenido de tu Gracia.
Ante el absurdo, yo siembre el horizonte de tu cielo.
Ante la confusión, anuncie la clave de tu reinado.
Que yo no te rechace, Señor.
Que no me conforme con decir que Tú eres el Hijo de Dios,
que lo sepa e intente vivir en propias carnes.
Que no vea camino fácil el escuchar tu evangelio,
que lo sepa gritar por los cuatro senderos de mi existencia.
Que no confunda mi altruismo con tu amor,
tu alegría con mi sonrisa, tu entrega con mi dedicación,
tu corazón con mis impulsos, tu oración con mi corta piedad.
Que yo no te rechace, Señor.
P. Javier Leoz
Evangelio del día 9 de julio con el Padre Guillermo Serra
Disfruta cada día de la Palabra de Dios y compártela para que llegue a los corazones de tantos cristianos que necesitan este alimento diario.
Evangelio según San Mateo 11, 25-30
Jesús dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»