Ábrete paso, Señor
Aunque, en el mundo no se comprenda
ni, a veces, sea escuchado el clamor de tu voz.
En situaciones en las que, tu cruz redentora,
es apartada frente a otros símbolos e ídolos
que sólo hablan de ideologías o de vacío.
En una sociedad en la que prima
el tener, frente al ser,
la mentira, en contienda encarnizada con la verdad,
la apariencia, eclipsando a la autenticidad,
la moda, disfrazando al hombre
frente a lo eterno o definitivo.
Hazte paso, Señor.
Ante aquellos que quieren silenciarte
porque ansían que sólo se escuchen sus gritos.
Ante los que, sabiendo que tú eres Señor,
desean reinar con el cetro de la imposición,
del poder, del relativismo o del “todo vale”.
Hazte paso, Señor.
Y, en tu camino, déjanos pistas para seguirte.
Amor para entregar.
Pasión para desvivirnos por los demás.
Fuerza para ser testimonio de tu presencia.
Verdad para dinamitar la falsedad.
Alegría para irradiar optimismo.
Palabra, para iluminar las sombras.
Humildad, para hacer frente a la contrariedad.
¡Hazte paso, Señor!