Camino a Belén «Sal de tu tierra» | Padre Guillermo Serra | Día 2
DÍA 2: Sal de tu tierra
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Breve silencio para ponerse en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
ORACIÓN CAMINO A BELÉN
Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este rato de oración. Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de ti, pero no te pienso. Pensarte es quererte y quererte es buscarte.
Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero. Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por el auxilio del Espíritu Santo, para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.
CITA
Yahveh dijo a Abraham: “Sal de tu tierra, y de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. (Gn 12,1)
REFLEXIÓN
Un día en su ancianidad, Abraham, nuestro padre en la fe, recibió el llamado: “Sal de tu tierra”. Dios lo invitaba a una aventura única: ir al encuentro de una tierra que le mostraría. Salir de la propia para entrar en la de Dios.
¿No es así también nuestra vida? ¿No sentimos la necesidad de salir de lo temporal para entrar en lo eterno? Salir de lo nuestro para entrar en lo suyo.
¿Qué es lo mío, lo propio, mis posesiones, mis lazos históricos o afectivos a los que Dios me pide renunciar? O más bien, ¿qué aspectos de mi vida, personalidad, posesiones, afectos tengo que renovar convirtiéndome en peregrino?
Este camino te enseñará muchas cosas, te ayudará a darte cuenta de lo que es pasajero para abrazar lo que es eterno. Descubrirás una nueva seguridad que se fundamenta en tu inseguridad. Tu identidad necesitará el roce del tiempo y el desgaste del desierto para ser renovada, profundizada y abrazada desde Dios.
¿Te atreves? Es un exponerse continuo pero con la meta fija ante los ojos. Es llegar a la noche cansado, con miedo, pero arropado por miles de estrellas
Desde mi debilidad, debo experimentar la más alta expresión del amor de Dios, su misericordia. (Sal de tu Cielo. Cap. 1.1)
Mi casa está en Belén, esa es la tierra prometida. Sí, saldré hoy de mi tierra, me haré peregrino, confiando en la promesa de Dios que ya ha salido de su Cielo.
Saldré una y otra vez al encuentro de un Dios que me ama, me perdona y quiere que regrese a casa. Porque en realidad, llegar a Belén, es regresar a casa, a aquella en que nací, donde habita el corazón de Dios, hecho Hombre por mí.
ORACIÓN
Nuestra vocación como cristianos es igual que la de Abraham
Hagámonos peregrinos
Abandonar las raíces más profundas
Renovar la identidad en la inseguridad
Caminar incierto hacia la certeza
Contar estrellas con frío y humildad
Avanzar lentamente, con la misma fe
Confiar en el escudo del silencio de Dios
Encontrar la plenitud en su amistad
Contar estrellas con fuego y verdad
Sacrificar lo más tierno y querido
Recibirlo nuevamente en fidelidad
Escuchar el eco de ese “Sal de tu tierra”
Contar estrellas con lágrimas y generosidad
Sal de tu tierra, hazte peregrino del Amor
Sigue a tu padre Abraham
Sus huellas te guiarán hacia las estrellas
Cuéntalas si puedes, y al final ya llegarás
a la tierra prometida de Jesús
Tu cielo hecho promesa de fidelidad
Del Libro Jesús a mi alma, P. Guillermo Serra, L.C.
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Propósito
Haré un análisis sobre las actitudes de mi corazón que me puedan alejar de Dios; las cosas a las que dedico mi tiempo y me roban espacio para la oración; los pecados que me privan de mi estado de gracia o los sentimientos negativos que debilitan mi fe y me roban la esperanza.
Y decidiré “salir de mi tierra”, para hacer a todas estas actitudes “peregrinas”, y ponerlas en camino hacia Belén. Puede ayudar rezar lentamente el poema apenas leído: “Sal de tu tierra”. Para asimilarlo mejor.
En mi carta a Jesús, anotaré las actitudes de mi corazón, a las que debo invitar a salir de mi tierra.
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C