31 de Octubre – Vivamos armoniosamente – Evangelio tiempo ordinario| Sábado de la trigésimo semana del tiempo ordinario
Disfruta cada día de la Palabra de Dios y compártela para que llegue a los corazones de tantos cristianos que necesitan este alimento diario.
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 14, 1.7-14
Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles:
Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.
Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.
Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.
Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.
Evangelio del día 30 de octubre | † | Evangelio del día 1 de noviembre
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ORACIÓN para el DÍA DE TODOS LOS SANTOS
ORACIÓN a la Virgen del Rosario
ORACIÓN del Ángelus por el Papa Francisco
Vivamos armoniosamente
Frena tu lengua para que no se desboque;
di siempre menos de lo que piensas.
Cultiva una voz baja y persuasiva;
la forma como lo dices, a veces
cuenta más que lo que dices.
Nunca dejes pasar la oportunidad
para decir una palabra amable y alentadora.
Elogia el trabajo bien hecho,
sin importar quién lo hizo.
Interésate en los demás;
en sus ocupaciones, en su bienestar,
su hogar y su familia.
Haz que todo aquel que encuentres,
no importa cuan humilde sea,
sienta siempre que tú lo consideras
una persona muy importante.
¡Sé jovial!
Oculta tus dolores, tus preocupaciones
y tus desengaños bajo una sonrisa,
animosa y sincera.
Mantén tu mente abierta respecto
a todos los problemas,
puedes discutir pero sin disputar.
Deja que tus virtudes hablen por si solas
y no menciones los vicios de los demás.
No alientes la murmuración.
Debes imponerte la regla de no decir nada
sobre otra persona si no es algo bueno.
Ten cuidado con los sentimientos
de los demás; los chistes y bromas
a expensas de otros, pocas veces
son acertados y pueden herir
donde menos esperas.
No pongas atención a comentarios
malévolos acerca de ti, simplemente
vive de tal modo que nadie los crea.
Los nervios trastornados, con frecuencia
ocasionan contestaciones mordaces.
No te desesperes por conseguir
lo que crees que mereces.
Realiza tu trabajo, sé paciente
y conserva tu buen carácter.
Considera a las demás personas
antes que a ti mismo y serás
respetado y recompensado.
Y por sobre todo, en todo momento
y en toda ocasión, aférrate al Señor.