¿Quieres ser nuestro pastor, Señor?
Gracias, Señor, por conducirme hacia valles tranquilos,
mi alma, y también mi corazón, cuando de Ti
necesitan un poco de paz y de sosiego.
Gracias, Señor, porque me siento uno de los tuyos.
Porque no soy ni más ni menos importante que los demás.
Porque, aún siendo amigo tuyo,
camino junto a muchos de mis hermanos
para conocerte y verte cada día más cerca.
¿Me dejas, Señor, seguirte?
¿Me aceptas a pesar de desviarme de tus senderos?
¿Me amas aún a sabiendas de que me distraigo
con otros pastos y que bebo de otras fuentes?
Gracias, Señor, porque me aceptas como soy.
Porque, Tú Buen Pastor, animas al sano,
pero también recoges y esperas al herido
Porque empujas al que puede andar por sí mismo
y cargas, sobre tus hombros, al que no puede
o no quiere avanzar, exhausto o desencantado.
¿Quieres, Señor, conocerme?
¿Aceptas, Señor, mi interior confuso y convulsionado?
Mira, Señor, que aún siendo de los tuyos,
aún siendo oveja de tu rebaño,
con mis palabras y acciones
a veces tengo la sensación de dispersar
lo que Tú, con mano providente y pacientemente,
unes en el amor, la vida y la caridad.
¿Me permites, Señor, conocerte?
Hoy, Señor, te confieso que quiero seguirte.
Que quiero formar parte de tu equipo.
Que, lejos de ser un borrego,
quiero tener el criterio que nace del Evangelio.
Que quiero dejarme llevar por la Gracia de Dios,
para que no me arrastren los vientos del mundo.
Hoy, Señor, Buen Pastor de toda mi existencia,
quiero darte las gracias porque das tu vida por mí.
Porque ante Ti no puedo esconderme.
Porque respetas mi libertad para seguirte.
Porque tu voz es potente, nítida y única.
Gracias, Señor, porque Tú, Buen Pastor,
conoces mejor que yo
aquello que para mis días
más o menos me convienen.
Amén.
P. Javier Leoz