16 Domingo del Tiempo ordinario
Al cristianismo le ha hecho mucho daño a lo largo de los siglos el triunfalismo, la sed de poder y el afán de imponerse a sus adversarios.
Todavía hay cristianos que añoran un Iglesia poderosa que llene los templos, conquiste las calles e imponga su religión a la sociedad entera.
Hemos de volver a leer dos pequeñas parábolas en las que Jesús deja claro que la tarea de sus seguidores no es construir una religión poderosa, sino ponerse al servicio del proyecto humanizador del Padre (el reino de Dios), sembrando pequeñas “semillas” de Evangelio e introduciéndose en la sociedad como pequeño “fermento” de vida humana.
La primera parábola habla de un grano de mostaza que se siembra en la huerta. ¿Qué tiene de especial esta semilla? Que es la más pequeña de todas, pero, cuando crece, se convierte en un arbusto mayor que las hortalizas. El proyecto del Padre tiene unos comienzos muy humildes, pero su fuerza transformadora no la podemos ahora ni imaginar.
La actividad de Jesús en Galilea sembrando gestos de bondad y de justicia no es nada grandioso y espectacular: ni en Roma ni en el Templo de Jerusalén son conscientes de lo que está sucediendo. El trabajo que realizamos hoy sus seguidores es insignificante: los centros de poder lo ignoran.
Incluso, los mismos cristianos podemos pensar que es inútil trabajar por un mundo mejor: el ser humano vuelve una y otra vez a cometer los mismos horrores de siempre. No somos capaces de captar el lento crecimiento del reino de Dios.
La segunda parábola habla de una mujer que introduce un poco de levadura en una masa grande de harina. Sin que nadie sepa cómo, la levadura va trabajando silenciosamente la masa hasta fermentarla enteramente.
Así sucede con el proyecto humanizador de Dios. Una vez que es introducido en el mundo, va transformando calladamente la historia humana. Dios no actúa imponiéndose desde fuera. Humaniza el mundo atrayendo las conciencias de sus hijos hacia una vida más digna, justa y fraterna.
Hemos de confiar en Jesús. El reino de Dios siempre es algo humilde y pequeño en sus comienzos, pero Dios está ya trabajando entre nosotros promoviendo la solidaridad, el deseo de verdad y de justicia, el anhelo de un mundo más dichoso. Hemos de colaborar con él siguiendo a Jesús.
Una Iglesia menos poderosa, más desprovista de privilegios, más pobre y más cercana a los pobres, siempre será una Iglesia más libre para sembrar semillas de Evangelio, y más humilde para vivir en medio de la gente como fermento de una vida más digna y fraterna.
José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Siembra pequeña semilla de Evangelio. Pásalo.
16 Tiempo ordinario (A)
Mateo 13, 24-43
Domingo XVI del Tiempo ordinario – Ciclo A
SIEMBRA CONSTANTE Y ESPERANZADA
Los cristianos deberíamos tener asimilado que tal como nos dice el evangelio, somos de origen muy humilde. Jesús inició su obra con un puñado de pescadores.
La primera comunidad de Jerusalén estaba compuesta por los más humildes de la sociedad judía.
Los seguidores de Jesús debemos mantener el optimismo sabiendo que la semilla humilde del Evangelio puede dar su fruto en el corazón de las personas por la acción del Espíritu que actúa en el corazón humano.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
Lectura del libro de la Sabiduría 12,13. 16-19
No hay más Dios que Tú, que cuidas de todo, para demostrar que no juzgas injustamente. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total y reprimes la audacia de los que no lo conocen.
Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento. Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA
En la lectura del libro de la Sabiduría se nos manifiesta el modo tan distinto de actuar de Dios y de los hombres. Dios no quiere destruir lo que ha creado por amor, ni siquiera quiere destruir al hombre o al pueblo injusto, malvado, idólatra. Dios espera la conversión del pueblo y de los hombres ofreciendo su perdón misericordioso.
Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16a
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
• Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R:
• Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor, bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú y haces maravillas, tú eres el único Dios». R:
• Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal;
mírame, ten compasión de mí. R:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,26-27
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
El que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El apóstol Pablo en este pequeño texto nos dice que el Espíritu de Dios nos ayuda a fortalecer nuestra debilidad y nos estimula para que actuemos en conformidad con la voluntad de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente:
El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.
Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
Él les dijo:
Un enemigo lo ha hecho.
Los criados le preguntaron:
¿Quieres que vayamos a arrancarla?
Pero él les respondió:
No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores: «Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero».
[Les propuso esta otra parábola:
El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada.
Así se cumplió el oráculo del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas;
anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
Él les contestó:
El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.]
Palabra de Dios
COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO
Jesús con estas parábolas nos presenta el Reino de Dios como lugar donde conviven buenos y malos y será sólo Dios quien nos juzgará al final de los tiempos. Nadie puede constituirse en juez de los demás, porque corre el peligro de equivocarse.
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
LOS CRISTIANOS TENEMOS QUE SER FERMENTO EN MEDIO DE LA MASA
Los que creemos en Jesús hemos de aprender a vivir creyendo en esta Buena Noticia: el reino de Dios está llegando.
Jesús con una sencilla parábola compara a los que creen en el Reino de Dios con “la levadura que tomó una mujer y la escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó fermentado”. La levadura cuando se mezcla con la masa queda «escondida», pero está haciendo que fermente la masa.
Dios transforma a las personas desde dentro, nos atrae con su amor hacia el bien. No fuerza la libertad de nadie, sino que se ofrece para hacer más dichosa nuestra vida. Así hemos de actuar también nosotros si queremos abrir caminos a su reino.
Está comenzando un tiempo nuevo para la Iglesia. Los cristianos vamos a tener que aprender a vivir en minoría, dentro de una sociedad secularizada y plural. En muchos lugares, el futuro del cristianismo dependerá en buena parte del nacimiento de pequeños grupos de creyentes, atraídos por el evangelio y reunidos en torno a Jesús.
Poco a poco, tenemos que aprender a vivir la fe de manera humilde, sin hacer mucho ruido ni dar grandes espectáculos. Tenemos que buscar lo esencial. Tenemos que caminar en la verdad de Jesús. Siguiendo sus deseos, tenemos que vivir como «fermento» de vida sana en medio de la sociedad y como un poco de «sal» que se diluye humildemente para dar sabor evangélico a la vida moderna.
Tenemos que contagiar en nuestro entorno el estilo de vida de Jesús e irradiar la fuerza inspiradora y transformadora de su Evangelio. Tenemos la obligación de pasar la vida haciendo el bien, como Jesús.