10 pasos hacia la Pascua
1. El paso de la oración. Con él nos acercamos a Dios. Sin él,
nos aislamos y vivimos sin comunicación con el Padre. Sin la oración, la desorientación acosa nuestra vida espiritual. En lo secreto, siempre Dios, recompensa cuando se está con Él.
2. El paso de la caridad. Con ella nos convertimos en la mano de un Cristo que da, que ofrece. Sin ella, nuestra fe, se puede transformar en una gran mentira. En este paso, la caridad, se condensa toda la vida de Jesús.
3. El paso del ayuno. Con él adelgazamos todo aquello que nos impide entrar en contacto con Dios. Moldeamos, con este paso, nuestro cuerpo espiritual. El ayuno, por si lo hemos olvidado, nos ayuda a tomar conciencia de nosotros y de nuestra propia voluntad.
4. El paso del silencio. En un entorno colapsado por miles de ruidos, el silencio, es algo necesario: útil para escuchar a los demás, urgente para oxigenarnos e imprescindible para intuir a Dios.
5. El paso de la Eucaristía. Con ella, el camino se hace más fácil y más lleno de vitalidad. Con ella no nos falta lo preciso para batallar contra aquello que dificulta y distorsiona nuestra vida cristiana.
6. El paso de la contemplación. En una realidad envuelta por la imagen parece que sólo existe lo que nuestros ojos ven. La cuaresma nos invita a contemplar, a llenar de sensaciones nuestro interior. A no dejarnos seducir por lo puramente externo.
7. El paso de la conversión. Todos somos limitados y, por lo tanto, susceptibles de algún fallo o carencia. Volver de posturas equivocadas, de cerrazones u orgullos personales nos harán vivir la Pascua con más autenticidad
8. El paso de la sobriedad. No es más rico quien tiene, sino aquel que sabe vivir con lo que posee. Jesús nos invita a poner el acento en el «ser» de la persona. Quien pone sus objetivos en el «tener» puede llegar a vivir sin ser feliz.
9. El paso del perdón. La convivencia diaria lleva a momentos de distanciamiento o tensión. Sólo mirando a la cruz hay motivos, más que suficientes, para olvidar, perdonar y comenzar de nuevo.
10. El paso del arrepentimiento. Como personas tenemos mil virtudes y, como humanos, erramos con diversas actitudes, silencios o acciones. La Pascua, además, nos exige algo tan elemental como un corazón limpio y un interior bien dispuesto.