Jueves, 1° de noviembre de 2012
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Apocalípsis 7, 2-4. 9-14 /
1 Juan 3, 1-3 / Mateo 4, 25–5, 12
Salmo responsorial Sal 23, 1-6
R/. “¡Benditos los que buscan al Señor!”
Santoral:
Todos los Santos
Dichosos…Vosotros
Porque, sin meter ruido, fuisteis escuchados por Dios.
Porque, sin ser reconocidos, Dios os ha galardonado.
Porque, sin pretender riquezas, el Señor fue vuestro gran tesoro.
Porque, sin ser comprendidos, comprendisteis que Dios era la última Palabra.
Dichosos…Vosotros.
Que gozáis lo que, nosotros, quisiéramos festejar.
Que saltáis de alegría al lado del Creador.
Que destelláis en alegría desbordante y celeste.
Que gustáis lo que, tantas veces, vivisteis con sencillez y obediencia.
Dichosos…Vosotros.
Que no buscasteis la paz que el mundo pretendía sino la justicia de Dios.
Que no os acobardasteis ante las dificultades.
Que no confundisteis paz con tranquilidad de conciencia.
Que no os dejasteis vencer por el poderoso caballero don dinero.
Dichosos…Vosotros.
Que, siendo perseguidos, supisteis ver en ello un soplo hacia el cielo.
Que, siendo humillados, intuisteis que Dios os engrandecía.
Que, siendo apartados de mil caminos, no os alejasteis del verdadero.
Que no sucumbisteis a falsos ideales que el mundo os ofreció.
Dichosos….Vosotros.
Que sonreís a carcajada limpia en el cielo.
Que cantáis la gloria de un Dios que os dice ¡bienaventurados!
Que rezáis por los que, aquí y ahora, intentamos ser bienaventurados.
Que ofrecéis a Dios, vuestra felicidad, por los que no la poseemos.
Dichosos…Vosotros.
Porque, después de cumplir al dedillo, el plan de Dios.
Tenéis, bien merecida, esa santidad que hoy el Señor,
la Iglesia, los cristianos y todos los hombres de buena voluntad.
Reconocen en vuestra virtud heroica, constante y sin tregua.
¡Dichosos…y felices vosotros!
P. Javier Leoz
Liturgia – Lecturas del día
Jueves, 1° de Noviembre de 2012
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Vi una enorme muchedumbre, imposible de contar;
formada por gente de todas las naciones,
familias, pueblos y lenguas
Lectura del libro del Apocalipsis
7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a un Ángel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Ángeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar:
«No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios».
Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144.000 pertenecientes a todas las tribus de Israel.
Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente:
«¡La salvación viene de nuestro Dios
que está sentado en el trono,
y del Cordero!»
Y todos los Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo:
«¡Amén!
¡Alabanza, gloria y sabiduría,
acción de gracias, honor, poder y fuerza
a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!»
Y uno de los Ancianos me preguntó: «¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?»
Yo le respondí: «Tú lo sabes, señor».
Y él me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 23, 1-6
R. ¡Benditos los que buscan al Señor!
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque Él la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente. R.
Él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.
Veremos a Dios tal cual es
Lectura de la primera carta de san Juan
3, 1-3
Queridos hermanos:
¡Miren cómo nos amó el Padre!
Quiso que nos llamáramos hijos de Dios,
y nosotros lo somos realmente.
Si el mundo no nos reconoce,
es porque no lo ha reconocido a Él.
Queridos míos,
desde ahora somos hijos de Dios,
y lo que seremos no se ha manifestado todavía.
Sabemos que cuando se manifieste,
seremos semejantes a Él,
porque lo veremos tal cual es.
El que tiene esta esperanza en Él, se purifica,
así como Él es puro.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Alégrense y regocíjense,
porque tendrán una gran recompensa en el cielo
a Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
4, 25—5, 12
Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a El. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron».
Palabra del Señor.
Reflexión
LA FIESTA DE LA MISERICORDIA DEL SEÑOR
1.- Hoy es la Fiesta de la misericordia del Señor, porque nadie se salva por ser bueno, sino porque Dios es bueno y es bueno con grandes y pequeños. Ante esa multitud que nadie puede contar, se le viene a uno a la boca esa pregunta que acabamos de oír en el Apocalipsis: “y esos quienes y de dónde han venido”.
** ¿Son los heroicos misioneros, digo, un puñado de ellos que han recorrido medio mundo para bautizar a los pueblos como San Francisco Javier, cruz en lo alto en actitud de conquista?
** ¿Son los doctores que se han quemado las cejas sobre los libros y legajos para teologizarnos la fe como Santo Tomás de Aquino o San Alberto Magno?
** ¿Son los mártires (y estos me convencen más porque supone mucho dar la vida por Dios) que han regado con su sangre la tierra desde Santiago Apóstol hasta esos hermanos asesinados en Siria o Irak?
** ¿Son los confesores (que no son esos que buscáis muchas veces en los confesionarios y no estamos) sino esos que sus biógrafos pintan como niños que no mamaban los viernes o dejaban de berrear cuando su madre les hablaba de Dios? cualidad que yo quisiera tener en los bautizos comunitarios.
¿Quién es esa multitud? La de los pequeños, de los que más misericordia necesitamos.
2.- El Señor Padre Bueno que no deja de tener sentido del humor, porque si no su larguísima vida hubiera sido muy aburrida, parece decirnos que Él quiere mucho a esos santazos que se han subido a los altares al olor de las velas o los que hemos subido nosotros a empujones.
–Pero que hoy quiere que en su casa haya fiesta, música, y se mate al becerro cebado, por todos esos hijos pródigos, ovejas o balas perdidas, que Él mismo salió a buscar y encontró entre zarzas y espinas.
–El Señor quiere fiesta por ese bandido de barba hirsuta que a última hora sólo le pidió un recuerdo: “Acuérdate de mi cuando estés…” ¿Y será mucho decir que el Señor también quiere fiesta por el otro barbudo de boca maldiciente que moría junto a Él? ¿Iba a perderse su sangre divina apenas derramada?
–Fiesta por esas pobres mujeres lanzadas a la calle no a vender otra mercancía que sus propios cuerpos, porque el inicio de sus vidas el ejemplo, la necesidad o el engaño las empujaron y ahora necesitan vender y venderse para alimentar a sus hijos, esas que a las que el Hijo de Dios proclamó cercanas al Reino de los Cielos
–Fiesta por esos pobres molestos, porque los pobres siempre nos molestan, tal vez porque nos desestabilizan, esos pobres voluntarios que no quieren trabajar, que viven una picaresca, que al lado del Lazarillo de Tormes es un cuento de niños, esos pobres que nos timan y engañan mil veces, pero que son hermanos míos y viven mucho peor que yo, y a Dios, tal vez, le encanta una picaresca que no encuentra en el cielo.
Y a ese Señor bondadoso y siempre perdonador le preguntaría yo hoy, en la fiesta de su misericordia, si no habrá fiesta por algún que otro Judas, el malo, el Iscariote, porque nos consolaría tanto a unos pocos aquí presentes.
José María Maruri, SJ
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LLAMADOS A SER FELICES
1.- Todos deseamos vivir felices. Nos esforzamos arduamente en toda nuestra vida para alcanzar la felicidad. La base de la verdadera felicidad está en el corazón. Jesús señaló el auténtico camino que conduce a la felicidad. Son las nueve propuestas de las Bienaventuranzas. Frente a la felicidad artificial e incompleta que ofrece el mundo, Jesús nos promete y hace realidad en nosotros el Reino de Dios. Las Bienaventuranzas proponen un ideal de vida que, como todo ideal, es inalcanzable en su totalidad. Jesús invierte el orden de valores de este mundo, lo pone todo al revés. Por eso su mensaje es revolucionario….Muchas veces se ha querido deformar u ocultar la exigencia radical del Evangelio. Pero sus palabras son claras, no hay duda de que el que quiera seguirle tiene que estar dispuesto a vivir de otra manera. Le criticarán, se meterán con él, será rechazado, pero tiene la seguridad de que va a ser feliz. Tendrá que ir a contracorriente por defender valores evangélicos que contrastan con los valores del mundo. Pero el cristiano debe ser consecuente y afrontar el riesgo que supone seguir a Jesús de Nazaret.
2.- El camino más directo a la felicidad. «Unos turistas querían llegar pronto a un castillo, en la ladera de una montaña. Había varios caminos, todos ellos bastante largos, salvo uno que era un atajo muy corto, aunque extremadamente duro y empinado. No había manera de detenerse a comer o descansar, y la soledad era muy grande, porque casi nadie se atrevía a recorrerlo. Todos menos uno eligieron los caminos largos y fáciles. Pero eran tan largos que se aburrieron y se volvieron, sin llegar a su meta. Otros se instalaban a la sombra, a dormitar y charlar, y se quedaron ahí definitivamente. El que subió solo, por el atajo, paso toda suerte de dificultades, y en el momento en que le pareció que no podía más, se encontró ya en el castillo. Fue el único que llegó». Esta parábola es un reflejo de nuestra vida como cristianos. Si optamos por el camino fácil nunca llegamos a ser de verdad cristianos comprometidos con el mensaje de Jesús. Nos quedamos en el camino, sin decidirnos a optar radicalmente por El. Las Bienaventuranzas nos recuerdan que somos ciudadanos del cielo. Para llegar a la cima tenemos que escoger el camino directo, el mismo que eligió Jesús. Cuando El proponía el programa de las bienaventuranzas nos estaba mostrando lo que hizo por nosotros: fue pobre de espíritu, lloró por su amigo Lázaro y por Jerusalén, fue sufrido como cordero llevado al matadero, tuvo hambre y sed de justicia y no dudó en proclamarlo, practicó la misericordia y el perdón, fue limpio de corazón, trabajó por la paz y fue perseguido por los poderosos de este mundo a causa de haber defendido la justicia. Jesús nos propone que seamos pobres en el espíritu. No es que la pobreza sea un bien en sí misma, lo que es bueno es el desprendimiento y la disponibilidad del que «elige ser pobre en el espíritu». Este camino es arduo y costoso. Quien lo emprende necesita coraje, decisión, firmeza y constancia, buenos pies y mucho ánimo. No es para apocados y gente «de poco espíritu». Sabemos que hay alguien que sostiene los pasos del que elige este camino, el propio Jesús Él siempre va por delante abriendo senderos como luz del mundo y buen pastor. Pero no lo hace todo, sino que cuenta con nosotros, nos exige espíritu de lucha y que aceptemos los riegos que se presentan. No se trata de ser masoquistas escogiendo lo difícil en lugar de lo fácil. Se trata de asumir la opción por el Reino, a pesar de que esto conlleve dureza y esfuerzo. La recompensa es única y da sentido al esfuerzo: la posesión del Reino de los cielos, heredar la tierra, ver a Dios, ser llamado hijo de Dios.
3.- Un mensaje revolucionario. El que sigue el camino fácil no acaba de llegar a la meta porque no termina de comprometerse con la causa. Esto es lo que nos pasa a la mayoría de los cristianos: que no acabamos de entrar por el camino auténtico. No encontraremos nunca la felicidad que buscamos ni haremos realidad el Reino si ponemos una mano en el arado y volvemos la vista atrás. Nos seducen otra «felicidades» más fáciles y rastreras en lugar de escoger la senda empinada. De esta manera nos convertimos en antitestigos… Jesús invierte los valores de este mundo, lo pone todo al revés. Su mensaje es revolucionario, aunque se haya querido manipular la exigencia radical del Evangelio. Vivimos instalados en la sombra del camino o dando vueltas a elucubraciones teológicas, cuando lo único verdaderamente importante es el seguimiento de Jesucristo. No hay duda de que el que quiera seguirle tiene que estar dispuesto a vivir de otra manera, a seguir otro camino. Pero tiene la seguridad de que va a ser feliz. Nos criticarán, se meterán con nosotros, seremos rechazados, viviremos a contracorriente, pero estaremos contentos porque estamos en el camino del Reino. Puede que nos faltan las fuerzas, puede que no lleguemos a vivir plenamente el ideal del Sermón del Monte, pero no debe asaltarnos nunca el desánimo ni la desesperanza, pues la cima está cerca y un día llegaremos.
4.- Día de acción de gracias. Hoy recordamos a todas aquellas personas que gozan de la compañía de Dios en el cielo. Santos no son sólo los que están en los altares con figura hierática o «vestidos de blanco». Dice el Apocalipsis que es «una muchedumbre inmensa» que nadie podría contar. Hoy no es un día de tristeza, aunque muchos acudan a los cementerios a recordar a sus seres queridos y añoren su presencia entre nosotros. Hoy es un día de alegría porque muchos hermanos nuestros han llegado a la meta del encuentro con el Padre. Y son personas normales, que se santificaron en el día a día, son padres y madres de familia que, a pesar de las dificultades, confiaron siempre en el Señor y transmitieron a sus hijos el don de la fe ¿por qué solo se canoniza a los obispos, papas, curas o monjas?, ¿es que es menos santo el que realizó su tarea de padre o madre con un dedicación ejemplar? Un santo es alguien que hace la bondad atractiva. La recompensa se obtiene ya en este mundo, ahora que ya somos hijos de Dios. Peo todavía no se ha manifestado lo que seremos, nos dice la Primera Carta de Juan. Cuando se manifieste seremos semejantes a El y podremos gozar plenamente de su amor en compañía de la muchedumbre inmensa que nos ha precedido, también nuestros familiares y amigos que están en la casa del Padre. ¡Qué dicha será volver a gozar de su presencia! Hoy es un día para dar gracias a Dios por tantas personas buenas que nos han precedido en la fe.
José María Martín OSA
www.betania.es
¿LO INTENTAMOS NOSOTROS?
1.- Todos, en nuestro discurrir por la vida, soñamos con unos ideales, pretendemos unas metas o unas aspiraciones por conquistar. El Año de la Fe, entre otras cosas, nos interpela a lo más hondo de nuestras entrañas: ¿Es la fe decisiva en aquello que pensamos y aspiramos? ¿Es el cielo la meta deseada? ¿Soñamos con esa realidad eterna a la cual se nos convida con la cuchara y el tenedor de las bienaventuranzas?
La Festividad de Todos los Santos, es aquella fiesta que corona los méritos y las hazañas de aquellos hombres y mujeres, que con unos parámetros muy distintos a los del mundo, supieron llegar a las más altas cotas de santidad.
*Unos, con FE, llevaron una vida sin demasiado ruido. Sabían que Dios, en el silencio, se hace más fuerte que el protagonismo al que nos tiene acostumbrado la sociedad.
*Otros, desde la FE, curtieron su perfección desde el sufrimiento. Aguantaron lo suyo. No se dejaron vencer por las dificultades ni por el qué dirán.
*Otros más, por la FE, mantuvieron bien alta la cabeza y el pecho hacia fuera con las cosas de Dios. Fueron perseguidos y hasta calumniados por defender la verdad, por promover la justicia por decir ¡no! donde, a veces, los poderosos decían ¡sí!
La Solemnidad de Todos los Santos es la mano de Dios escondida donde menos pensamos. Es la gracia de Dios, desparramada en quién menos imaginamos. Es el poder del Señor en aquel ser querido, cercano o lejano, reconocido o famoso, que a lo largo y ancho de la historia han gozado cumpliendo al cien por cien la voluntad de Dios
Hoy, sin distinción ni acepción alguna, en el Año de la Fe, exclamamos: ¡TODOS LOS SANTOS! Los que gozan de popularidad y los que quedaron en el anonimato; los que veneramos y los que, inconscientemente despreciamos concluyendo que fueron vulgares y que pasaron sin ton ni son. Pero, ellos, gozaron con la felicidad que brotaba de Dios. Saborearon la felicidad que venía de Dios.
2.- Hoy, por otro lado, es el día en el que advertimos que, la felicidad, se asoma por un horizonte totalmente contrario al que miramos; desde una dirección que, quien la encuentra, recoge un espíritu de paz y de misericordia, de luz y de verdad, de fortaleza y de futuro, de eternidad y de recompensa: DIOS.
¿Qué hizo esta gente para alcanzar la santidad? ¿Qué compás eligieron para marcar su existencia con la melodía de la felicidad? ¡Ni más ni menos que abrazar el racimo de las bienaventuranzas; exprimieron el zumo de lo que, ante el mundo, puede parecer ridículo o pasado de moda! ¡Nadaron contracorriente, y por ello mismo, porque Dios les sedujo, son santos!
–Hoy es el día de la alegría. El día de felicitarnos. El día de abrir una puerta a la esperanza: ¡es posible ser santo! ¡Es posible ser cristiano y ser feliz! ¡Es posible cambiar a nuestro mundo de color con el calor de la fe!
Los santos no son aquellos que, en el curso de la historia, los hemos materializado, esculpido y visualizado en madera o impreso en estampa. Los santos son aquellos que bebieron de la fuente de la alegría de la fe; los que se hicieron paso en la vida soñando con ver a Dios; los que proponían sin desmayo y sin vergüenza alguna que, nuestro mundo o el hombre no es más feliz cuando se aleja de Dios, sino más desgraciado.
Qué gran testimonio, el de Todos los Santos, en este Año de la Fe: estamos llamados a cultivar todos esos valores que han hecho de tantas personas algo digno de tener en cuenta para Dios y, sobre todo, porque supieron marcar su vida con el sello de las bienaventuranzas. ¿Lo intentamos nosotros?
Hoy, es el día en el que, espontáneamente, surge desde nuestro interior: ¡dichosos vosotros! ¡Los que gozasteis y sufristeis! ¡Los que sonreísteis y llorasteis! ¡Los comprendidos o perseguidos! ¡Los que padecisteis hambre pero en el cielo estáis hartos!
¡Felices, santos! ¡Felices vosotros! Porque, supisteis dar con ese pozo de felicidad inmensa que, a ocho caños, despertó vuestra vida e hizo más suculenta y preciosa vuestra vida: las bienaventuranzas.
¡Felices, vosotros! Porque, tal vez, entre algunos de vosotros….se encuentra alguno de los nuestros
¡Felicidades y ayudadnos a nosotros a ser dichosos!
Javier Leoz
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