UNA EXHORTACIÓN OPORTUNA… PERO LARGA

FRANCISCO R. DE PASCUAL, monje cisterciense, revcistercium@planalfa.es
CÓBRECES (CANTABRIA).

ECLESALIA, 18/11/11.- La recién aparecida Exhortación Apostólica Postsinodal VERBUM DOMINI llega oportunamente (todo documento de este tipo y con la misma finalidad es oportuno). Y lo hace con una presentación impecable, pulcra, cuidadísima en los detalles, como es habitual en la “Librería Editrice Vaticana”. Nada que objetar al respecto.

Todo lo que sea exhortar a que el pueblo de Dios lea y se alimente de la Biblia, la escuche y la “celebre” nunca dejará de ser oportuno, y hasta conveniente y necesario.

Que quede patente que está dirigida al “pueblo de Dios” parece admirable, pues la responsabilidad atañe a todo cristiano, incluso el enseñar y transmitir el amor a la Palabra de Dios.

Entre unas cosas y otras, entre documentos y exhortaciones, parece que se van cosechando frutos. Y es de esperar que esta nueva exhortación los aumente.

Con todo, me atrevo a hacer algunas observaciones.

El documento, en su redacción y contenido, parece una extrusión y moldeado “al estilo Vaticano” de lo que fue todo un conjunto de aportaciones y experiencias de un Sínodo. Comprendo que se me dirá que un texto “así” tiene que ser “así”.

Y ante eso discrepo. Porque ahora habrá que releer el texto, explicarlo, aclararlo, etc., etc. Y volverá a caer en las manos de “especialistas”, porque el “pueblo de Dios” seguramente lo encontrará largo, técnico, con muchas notas (excesivas), y con mucha repetición de ideas.

Me atrevo a opinar que haría falta un documento más ágil, más vivo, más comprensible y más “pastoral”. Y lo mismo para todos los documentos vaticanos o “apostólicos” que tratan o traten de la Palabra de Dios y de la Liturgia.

Algo así como las “parábolas” de Jesús, que “impactan” nada más oírlas. Un documento así no despertará entusiasmo. Y si lo que se publica, o lo que se celebra no tiene un mínimo de poder de impacto, es que algo falla en la pedagogía.

El documento hay que reducirlo a la mitad, hay que darle un lenguaje más asequible, más cercano, más fluido.

O sea, que nos tocará “desfacer el entuerto” a quienes intentemos entusiasmar, transmitir y enseñar. Yo hubiera deseado que me hubieran dado un texto fácil de difundir, hasta de regalar (en reuniones y catequesis, o en familia…). Una edición más ligera de equipaje.

De hecho, poco más dice de lo que se debería estudiar en los cursos de Sagrada Escritura. Poco incorpora de las experiencias compartidas de muchas comunidades cristianas ante la Palabra. Y, la verdad, me parece, no recoge la frescura de los diálogos sinodales, ni refiere las experiencias narradas allí.

Señala problemas, situaciones pasadas y actuales, abre puertas a nuevos caminos… Pero, a mi parecer, falta el empujón entusiasta, la explicación viva y ardiente de Jesús a los discípulos de Emáus… (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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