Un elocuente testimonio desde el silencio – Santísima trinidad

Un elocuente testimonio desde el silencio – Santísima trinidad

Con motivo del Día Pro Orantibus

Queridos diocesanos:

El próximo domingo, fiesta de la Santísima Trinidad, celebramos el día Pro Orantibus, es decir, “por los que oran”. Hombres y mujeres que han hecho de su vida un canto de alabanza al Señor y una ofrenda a favor de todos los hombres. Es un momento para dar gracias y pedir por los que cada día rezan por nosotros.

Hoy son muchos los que cansados de correr y hartos de la monotonía y el sin sentido de lo cotidiano, buscan los monasterios. Las hospederías de las casas habitadas por los contemplativos se han convertido en un reclamo turístico para aquellos que necesitan de paz y de sosiego. No todos son atraídos por la vida espiritual, pero todos reconocen con su opción el valor que tiene este estilo de vida.

Por ello es lícito que nos preguntemos: ¿Por qué hay hombres y mujeres que viven así?; ¿qué les mueve a entregar su vida en la contemplación?. La respuesta puede parecer obvia, pero no por eso hemos de dejar de repetirla. Los monjes y las monjas han elegido a Cristo, y con él, la mejor parte.

Han renunciado a lo transitorio por lo permanente, a lo temporal por lo eterno, a lo penúltimo por lo último. Son la parte de la Iglesia que no se ve, que no se oye, pero que aporta lo más sabroso de la experiencia de fe: estar con el Señor y llevarle hasta su corazón las alegrías y las esperanzas de los hombres, los sufrimientos y las angustias de la humanidad.

Los contemplativos son expertos en humanidad porque son expertos en la vida íntima de Dios.

Este año se nos propone como lema de esta Jornada: “Lectio divina, un camino de luz”. En la lectura orante y contemplativa de la Palabra de Dios encuentran la luz que baña la existencia humana y que nos revela el verdadero rostro de Dios.

Dios sigue hablando, y las Escrituras santas son palabra viva y eficaz, dicha para el hombre de todos los tiempos, por eso, basta con acercarse a ella reverentemente, buscando a Dios, para encontrarlo a Él y encontrarnos a nosotros mismos.

El encuentro existencial con el Dios que se revela da profundidad a la vida y la llena de sentido. La paz de los contemplativos no es el resultado de la falta de problemas o de la despreocupación por todo lo que ocurre en el mundo; la vida contemplativa no es una huida del mundo, todo lo contrario, es llegar al corazón de ese mundo para llenarlo de Dios. Los contemplativos están en el mundo desde Dios.

Los contemplativos son una gran provocación en medio del mundo del ruido y de la prisa. En el silencio, haciendo del tiempo un horizonte de eternidad, anuncian lo que verdaderamente es importante: Dios mismo.

En nuestra diócesis tenemos la presencia de contemplativas en cuatro monasterios, dos de monjas Dominicas, otro de Clarisas y el de Concepcionistas franciscanas. Son un verdadero tesoro para nosotros.

Su presencia es una llamada constante a escoger la mejor parte. Su vida callada y sencilla es una interpelación constante a vivir evangélicamente; son el gran apoyo que tenemos para seguir trabajando a favor de la extensión del Reino de Dios.

Desde aquí me queda pediros que las tengamos presentes en nuestra oración. A ellas que cada día rezan por nosotros, hemos de dedicarles un momento en nuestra propia oración. Más aún, hemos de pedir, cada día, para que el Señor toque el corazón de las jóvenes para que respondan a la llamada entregándose en la vida contemplativa.

Nuestros monasterios necesitan vocaciones y nosotros las necesitamos a ellas para que la vida de la Iglesia diocesana tenga profundidad y arraigo en Dios.

Pongo los monasterios de nuestra diócesis bajo el amparo de la Santísima Virgen María, primera consagrada y primera contemplativa; que ella nos acompañe en este camino de luz, cuando estamos embarcados en la misión de llevar a los hombres de hoy al Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús.

Con mi afecto y bendición.

+ Ginés García Beltrán
Obispo de Guadix | Obispo de Getafe en la actualidad

Reflexión para la festividad de La Santísima Trinidad