XXVII Domingo del Tiempo Ordinario

Domingo XXVII del Tiempo ordinario – Ciclo A

LOS FRUTOS DE LA SOCIEDAD ACTUAL

      Si analizamos las constantes que estructuran nuestra conducta social, veremos que hunden sus raíces casi siempre en el deseo ilimitado de adquirir y dominar.

El afán de poseer va configurando poco a poco un estilo de persona insolidaria, indiferente al bien común de la sociedad.

El resultado es una sociedad estructurada en función de los intereses de los más poderosos, y no al servicio de los más necesitados.

De esta manera vivimos en una sociedad que enfrenta a las personas empujándolas a la rivalidad y a la competencia, y no hacia la solidaridad y el mutuo servicio.

       En la sociedad se recogen los frutos que se van sembrando en nuestras familias, centros docentes, instituciones políticas, estructuras sociales y comunidades religiosas.

Nuestra sociedad occidental apenas produce “frutos del reino de Dios”: solidaridad, fraternidad, mutuo servicio, justicia para los más desfavorecidos y el perdón cuando sea necesario.

       Hoy seguimos escuchando el grito de alerta de Jesús: “El reino de Dios se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

No es el momento de lamentarse estérilmente.

Jesús de Nazaret

La creación de una sociedad nueva solo es posible si los estímulos de lucro, poder y dominio son sustituidos por los de la solidaridad y la fraternidad.     

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 5,1-7 

       Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. 

La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas, construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. 

Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. 

¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? 

Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. 

La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos, prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella. 

        La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; 
esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA  

Con lenguaje claro Isaías relata la historia de una viña  cuidada con gran solicitud, de la que el viñador espera que a su tiempo dé los frutos esperados.

La viña es Israel y el viñador es Dios que espera de su pueblo justicia y derecho, sin embargo, ha dado injusticia y lamentos.    

Sal 79, 9 y 12. 13-14. 15-16. 19-20 

R. La viña del Señor es la casa de Israel. 

  •  expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. 
    Extendió sus sarmientos hasta el mar 
    y sus brotes hasta el Gran Río. ¿para que la saqueen los viandantes, 
    la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas? R:
     
  • mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, 
    la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R:

    danos vida, para que invoquemos tu nombre. 
    Señor Dios de los ejércitos, restáuranos, 
    que brille tu rostro y nos salve. R:

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4,6-9 

Hermanos: 

Nada os preocupe; sino que en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es virtud o mérito tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El apóstol Pablo trata de llenar de esperanza y de tranquilidad a los cristianos de Filipos, a los que dice,-y a nosotros cristianos del s. XXI también-, que nada les tiene que preocupar, sino que sus peticiones sean presentadas a Dios y que busquen siempre lo que es puro y amable. Si vivimos así, el Dios de la Paz estará con nosotros.                  

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,33-43 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: 
– Escuchad otra parábola: 

Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. 

Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. 

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo». 

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: «Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia». 

Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. 
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? 

Le contestaron: 
– Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos. 

Y Jesús les dice: 
– ¿No habéis leído nunca en la Escritura: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» 

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.

Palabra de Dios

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

  Esta parábola es seguramente la más dura y directa, que quedó recogida en los evangelios, como denuncia contra los dirigentes religiosos del judaísmo.

Lo más razonable es pensar que los primeros cristianos vieron en la ruina del pueblo judío el cumplimiento de un castigo divino: Dios le quitó la viña a Israel y la entregó a otro pueblo que le habría de dar sus frutos.         

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¿ESTAMOS DECEPCIONANDO A DIOS?

       Jesús se encuentra en el recinto del Templo, rodeado de un grupo de altos dirigentes religiosos. Nunca los ha tenido tan cerca. Por eso, con audacia increíble, va a pronunciar una parábola, sin duda, la más dura que ha salido de sus labios.

       Cuando Jesús comienza a hablarles de un señor que plantó una viña y la cuidó con solicitud y cariño especial, se crea un clima de expectación.

La «viña» es el pueblo de Israel. Todos conocen el canto del profeta Isaías que habla del amor de Dios por su pueblo con esa bella imagen.

Ellos son los responsables de esa «viña» tan querida por Dios. Lo que nadie se espera es la grave acusación que les va a lanzar Jesús: Dios está decepcionado.

Han ido pasando los siglos y no ha logrado recoger de ese pueblo querido los frutos de justicia, de solidaridad y de paz que esperaba. Jesús les aplica rápidamente la parábola: «Yo os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».

     Desbordados por una crisis a la que ya no es posible responder con pequeñas reformas, distraídos por discusiones que nos impiden ver lo esencial, sin coraje para escuchar la llamada de Dios a una conversión radical al Evangelio, la parábola nos obliga a hacernos graves preguntas.

¿Somos ese pueblo nuevo que Jesús quiere, dedicado a producir los frutos del reino o estamos decepcionando a Dios?

¿Vivimos trabajando por un mundo más humano o vivimos distraídos por otros intereses religiosos más secundarios?

¿Qué hacemos con los hombres y mujeres que Dios nos envía también hoy para recordarnos su amor y su justicia?


Domingo XXVII del Tiempo ordinario – Ciclo B

PLAN ORIGINARIO DE DIOS SOBRE EL MATRIMONIO

Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba sobre un hecho que hacía sufrir mucho a las mujeres de Galilea y era motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas escuelas rabínicas: «¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?».

No se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón.

Según la ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa que estaba sometida en todo al varón.

Jesús no entra en las discusiones de los rabinos. Él quiere que se descubra el proyecto original de Dios, que está por encima de leyes y normas.

Dios creó al varón y a la mujer en igualdad y no para que el varón tenga poder sobre la mujer. Entre varones y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.

El plan original de Dios sobre el hombre y la mujer es que se unan para «ser una sola carne» e iniciar una vida compartida en la mutua entrega como expresión de su amor en igualdad de condiciones.

Es Dios mismo quien los atrae a vivir unidos con un amor libre y gratuito.
No es posible abrir caminos al reino de Dios y su justicia sin luchar activamente contra tanto abuso, violencia y agresión del varón sobre la mujer.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA
Lectura del libro del Génesis 2,18-24

El Señor Dios se dijo:No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.

Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.

Así el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no se encontraba ninguno como él, que le ayudase.

Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.

Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
Y el hombre dijo: ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!

Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

Esta lectura del libro del Génesis nos presenta por medio de imágenes a Dios como el creador de todo, incluido el hombre y la mujer a los que da el señorío sobre todo lo creado.

El hombre y la mujer han sido creados por Dios y caminan juntos hacia Él haciéndose «un solo ser».

SALMO

Sal 127, 1-2. 3. 4-5. 6
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.

  • ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!
    Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R:
  • Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
    tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R:
  • Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R:
  • Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! R:


2ª LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 2,9-11

Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.

Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.

El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

El autor de la carta a los Hebreos exalta a Jesús al que Dios ha coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Jesús padeció y murió para el bien de todos, para llevarnos a su gloria.

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,2-16

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? Él les replicó: ¿Qué os ha mandado Moisés?

Contestaron: Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.

Jesús les dijo: Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer.

Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.

[Le presentaron unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.]

Palabra de Dios

COMENTARIO AL EVANGELIO

A Jesús le preguntan sobre el tema de poder dejar el hombre a su mujer «para ponerlo a prueba». Jesús enfoca la solución de este problema desde la intención originaria del Creador que fue la de una alianza entre ambos y no como un mero contrato.

Bajo la mirada del proyecto del Dios Creador y del mensaje evangélico de Jesucristo, el matrimonio es un «regalo» a la pareja y un «sacramento» para el mundo.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

SENTIDO CRISTIANO DE LA FAMILIA

Para Jesús, tal como está en la mente de Dios desde el principio, la familia es el cauce y la manifestación primera de la relación de amor que debe guiar toda la vida de los hombres. Un amor según Dios, un amor total, exclusivo, constante, fiel.

El amor mutuo entre todos los miembros de la familia cristiana se tiene que traducir en comportamientos concretos: Diálogo para decir todo lo que soy, siento y pienso; para escuchar al otro y crecer juntos en el conocimiento mutuo, la comunicación y la identificación. Generosidad para pensar siempre en el otro y dándolo todo sin pedir nada a cambio.

Comprensión y respeto para aceptar al otro tal cual es, disculpando defectos, y limitaciones, valorando cualidades y posibilidades; dejando y ayudando a que cada uno sea él mismo, como persona.

Como consecuencia del amor en la familia se debe cultivar el perdón, la paciencia, la comprensión y el respeto mutuo.

En la familia cristiana hay que hacer las cosas como Jesús las haría, sabiendo que Él nos acompaña y nos ayuda a hacerlo.