PAPA pastor supremo

Papa Francisco
Papa Francisco
PAPA pastor supremo
SAN JUAN 21,15-17. “Acabada la comida, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que éstos?. Dícele: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos. Segunda vez le dice: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Respóndele: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos. Dícele tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Pedro se contristó de que por tercera vez le preguntase si le amaba; y así respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú conoces bien que yo te amo. Dijote Jesús: Apacienta mis ovejas.”
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vv.15-17. Apacienta. El Señor constituye a Pedro, Supremo Pastor
de su rebaño o Iglesia. Véase Mat. 16, 18, nota; y Juan 10,16, nota
SAN MATEO 16,18. “Y yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas o poder del infierno no prevalecerán contra ella.”
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v.18. Tú eres Pedro…Antes, al ver Jesús a Simón por primera
vez, fijando en él sus ojos, le anunció que se llamaba Cefas, que
significa piedra o roca (Juan 1,42). Ahora, después de esa ins-
pirada profesión de fe, le dice absolutamente “Tú eres Cefas”
(Pedro); y usando una hermosa metáfora, añade “y sobre este
Cefas (piedra o roca) edificaré mi Iglesia”; le elige, pues, pa-
ra fundamento de su Iglesia. Lo que el fundamento es para un
edificio material, eso es la autoridad para el edificio moral de la
sociedad. Por eso creen los expositores que con esas palabras
Cristo prometió hacer a Pedro cabeza o suprema autoridad visi-
ble de su Iglesia; promesa que cumplió después de su resurrec-
ción (Juan 21,15 y sig.) al mandarle apacentar, o sea, enseñar y
dirigir sus corderos (simples fieles) y ovejas (prelados y demás
pastores).-
Las puertas del infierno…Ese fundamento (en sí o junto con
la Iglesia) será tan consistente que ni aún el poder del infierno
podrá destruirlo. El ser fundamento o cabeza de la Iglesia no es
un don personal de Pedro, pues hubiera sido destruido con su
muerte, sino transmisible a sus sucesores. Esta interpretación
está confirmada por Dios, que como Gobernador del mundo,
dirige el curso de la historia: después de diecinueve siglos en que
el infierno, atizando las pasiones humanas, ha provocado tantos
cismas y revoluciones religiosas, no ha podido destruir ese funda-
mento de la Iglesia; el Obispo de Roma, sucesor de Pedro, conti-
núa siendo reconocido como Jefe o cabeza visible de la verdade-
ra Iglesia de Cristo.
SAN MATEO 16,19. “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos.”
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v. 19. Las llaves. Entre los pueblos antiguos y aún entre los modernos,
las llaves son símbolo de dominio y autoridad. Lo mismo es en lenguaje
bíblico (Véase Is. 22,22; Apoc. 3,7).-
Lo que atares. Le da facultad para imponer obligaciones o quitarlas, o
Sea, promete conferirle la potestad legislativa y judiciaria, para regir y
Gobernar su Iglesia.
SAN JUAN 10,16. “Tengo también otras ovejas, que no son de este aprisco, las cuales debo yo recoger, y oirán mi voz; y de todas se hará un solo rebaño, y un solo pastor.”
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v.16. Un solo rebaño y un solo pastor. Hermosa comparación
para expresar cómo ha de ser la Iglesia, según la mente de Cristo: un
sólo rebaño o agrupación de hombres, y por lo tanto visible, bajo un
solo pastor o autoridad suprema, del mismo carácter que la agrupa-
ción, es decir, visible. El mismo Cristo nombró después a Pedro pas-
tor de todo ese rebaño, compuesto de corderos (simples fieles) y
ovejas (los demás pastores de almas). Véase cap. 21,15-17.
HECHOS 1,15. “Por aquellos días, levantándose Pedro en medio de los hermanos (cuya junta era como de unas ciento y veinte personas) les dijo:”
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v.15. Levantándose Pedro. Obsérvese cómo, desde el principio
de la vida de la Iglesia, aparece siempre Pedro nombrado el primero,
y obrando como quien tenía la autoridad suprema de Vicario de
Jesucristo. Creemos oportuno indicar ya aquí algunos de los pasajes
en que aparece esto claro: Mat. 10,2; 16, 18, 19; Juan 21,15, 17; Hechos
1,13; 15-22; 2,14 y sig.; 3,6; 4,3 y sig.; 10,32-42; 12,12 y sig.; 15,7-12;
etc.