No usemos a Dios para nuestros caprichos

El cardenal Juan Luis Cipriani presidió la misa de la Primera Semana de Cuaresma en la Parroquia del Sagrario, donde hizo la entrega oficial al Padre Julio César Martínez. En la Santa Misa el Arzobispo de Lima invito al nuevo párroco de la comunidad a que siempre sea testimonio de Cristo.

“El Párroco tiene que cuidar mucho todo lo que es la administración de los sacramentos, el culto desde el bautizo, y de manera especial, la Eucaristía, la confesión, y todos los sacramentos, es decir la vida misma de Cristo que entra en nuestras almas. Jesús lo que quiere es vivir en ti, no quiere solamente hablarte, quiere estar en ti, en tu trabajo, en tus pensamientos, en tus preocupaciones, él quiere estar contigo y por eso a través de los sacramentos vivimos en Cristo. Hay que esforzarse, y cuando cometemos pecados graves, lo echamos fuera. Él no puede estar junto al pecado grave y se va, y volvemos por la confesión.”

En otro momento el Primado del Perú meditó sobre las lecturas de cuaresma y sobre la tentación que el demonio pone en nuestras vidas.

“Jesús nos da una lección, nuestra vida va estar permanentemente luchando con la tentación, Él también quiere dar ejemplo, todos los días el demonio te tienta, como tentó a Jesús, vio que tenía hambre, vio que quería comer, estaba en ayuno, y le dice: Si eres el Hijo de Dios, que estas piedras se conviertan en pan, lo está tentando por el hambre. [El demonios nos] puede tentar por la carne, por el sexo, nos puede tentar por la comida, nos puede tentar por todos los sentidos, la vista, los pensamientos, el demonio esta siempre rondando, dando vueltas para engañarnos, nos lo dice Jesús.

Asimismo, el Cardenal Juan Luis afirmó que debemos estar atentos a los engaños del demonio y de seguir el ejemplo de Cristo para poder vencer las tentaciones.

“Cuantas veces el ídolo del dinero, del poder, de la mentira, el demonio nos arrodilla, nos humilla, nos engaña, y finalmente tenemos esa tercera tentación cuando sube a Jesús a la cima del templo y le dice: Tírate, si eres Dios, los ángeles te van ayudar, el querer usar a Dios para tus caprichos, cuantas veces, uno viene a pedirle a Dios, quiero esto, quiero lo otro, necesito esto, necesito lo otro, está bien pero Jesús dice: Yo no uso el poder de ser Dios para beneficio propio, lo uso para ayudar a los demás.

“Dios está con nosotros pero la tentaciones se disfrazan, a veces es un amigo, a veces es una persona, a veces un superior, a veces es aquella chica que se atraviesa, a veces es ese problema, esa falta de salud, son mil maneras en que el demonio te está diciendo: Yo te ayudo, ¡Mentira! El demonio nunca ayuda, siempre engaña.”


HOMILIA MISA DOMINICAL DE LA I SEMANA DEL TIEMPO DE CUARESMA

Muy querido Padre, Julio César Martínez, nuevo párroco de esta comunidad del Sagrario. Muy querido Padre César Colque, nuevo párroco de San Marcello, que hoy nos acompaña, queridos hermanos todos en Cristo Jesús.

El párroco de la Iglesia tiene como tres grandes responsabilidades, la primera dar a conocer la revelación, la Palabra de Dios. Como nos dice San Pablo, la palabra esta cerca de ti, la tienes en los labios y en el corazón, si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucito entre los muertos, te salvarás. Por eso el Santo Padre, estos días, en México y en cada uno de nosotros en las parroquias, en las capellanías lo que hacemos es: Anunciar que Dios se ha hecho hombre, que Dios se ha quedado con nosotros, que murió, resucito y está presente de manera real en la Eucaristía, ese es el anuncio de la Palabra de Dios a lo largo de los siglos. El Espíritu Santo les va enseñando a todos. Nosotros, hablamos de lo que vimos, es la primera tarea del párroco, anunciar la palabra de Dios con brevedad para que el Espíritu Santo con ocasión nos vaya explicando que quiere para cada uno.

Junto a esa primera responsabilidad el Párroco tiene que cuidar mucho todo lo que es la administración de los sacramentos, el culto desde el bautizo, y de manera especial, la Eucaristía, la confesión, y todos los sacramentos, es decir la vida misma de Cristo que entra en nuestras almas. Jesús lo que quiere es vivir en ti, no quiere solamente hablarte quiere estar en ti, en tu trabajo, en tus pensamientos, en tus preocupaciones, el quiere estar contigo y por eso a través de los sacramentos vivimos en Cristo. Hay que esforzarse, y cuando cometemos pecados graves, lo echamos fuera, él no puede estar junto al pecado grave y se va y volvemos por la confesión.

Los sacramentos, Padre Julio, La celebración de la Eucaristía con dignidad, con limpieza, el templo gracias a Dios está muy bonito. Quiero agradecer al Padre Martin Arenas que tantos años ha sido párroco y que ha dejado el templo muy bonito.

Y finalmente el párroco tiene la tarea en nombre de Cristo de ir a visitar a los enfermos, a los que están abandonados, a los que necesitan el viático, la unción de enfermos, a los que se les puede ayudar porque necesitan un pedazo de pan o necesitan el acompañamiento porque están solos, la caridad. Estas son las grandes tareas del párroco: la palabra, los sacramentos, la caridad.

Y hoy vemos en este pasaje de la escritura de una manera muy sencilla, Jesús nos da una lección, nuestra vida va estar permanentemente luchando con la tentación, él también quiere dar ejemplo. Todos los días el demonio te tienta, como tentó a Jesús, vio que tenía hambre, vio que quería comer, estaba en ayuno, y le dice: Si eres el Hijo de Dios, que estas piedras se conviertan en pan, lo está tentando por el hambre.

[El demonio nos] puede tentar por la carne, por el sexo, nos puede tentar por la comida, nos puede tentar por todos los sentidos, la vista, los pensamientos, el demonio esta siempre rondando, dando vueltas para engañarnos, nos lo dice Jesús. No te extrañes, la vida es lucha y lucha en primer lugar contra esas inclinaciones del cuerpo, la flojera, el cansancio, el hambre, el placer, y más adelante lo vuelve a tentar, y le dice: Te daré todo el poder si te arrodillas delante de mí, el demonio le dice a Dios: Te daré el poder si te arrodillas, la soberbia, el orgullo, el deseo de figurar que también nos rodea, el yo soy más importante, yo tengo más poder, yo no me equivoco, el yo no le hago mal a nadie, el demonio te rodea para que la soberbia te aleje de Dios. Por eso te dice: arrodíllate delante de mí, a Dios, el diablo le dice que se arrodille, cómo no te va a decir a ti y a mí, que no somos Dios.

Cuantas veces el ídolo del dinero, del poder, de la mentira, el demonio nos arrodilla, nos humilla, nos engaña, y finalmente tenemos esa tercera tentación cuando sube a Jesús a la cima del templo y le dice: Tírate, si eres Dios, los ángeles te van ayudar, el querer usar para tus caprichos, cuantas veces, uno viene a pedirle a Dios, quiero esto, quiero lo otro, necesito esto, necesito lo otro, está bien pero Jesús dice: Yo no uso el poder de ser Dios para beneficio propio, lo uso para ayudar a los demás. En medio de toda esta tentación, el demonio siempre dice: Si eres el Hijo de Dios, porque no sabe si Jesús es el Hijo de Dios, lo primero que está diciendo: Aquí hay alguien importante pero no sé y por eso dice: Si eres el Hijo de Dios, y Jesús no le responde a esa pregunta, le responde a sus tentaciones, pues piensa en tu vida, y en la mía, cada uno, nuestra vida es lucha. Dios está con nosotros pero la tentaciones se disfrazan, a veces es un amigo, a veces es una persona, a veces un superior, a veces es aquella chica que se atraviesa, a veces es ese problema, esa falta de salud, son mil maneras en que el demonio te está diciendo: Yo te ayudo, ¡Mentira! El demonio nunca ayuda, siempre engaña.

Por eso Padre Julio que ensenes siempre a tener fe en este Jesús que no nos abandona, predicar la palabra, administrar los sacramentos, hacer esa caridad de Dios con todos, y que la Virgen María, la Madre de Dios y madre tuya, madre de todos nosotros, te acompañe siempre en esta tarea que hoy te encomiendo como párroco del Sagrario, aquí a lado tienes la puerta de la misericordia, aquí también será un lugar donde podrán confesarse para ganar la indulgencia, a la de la puerta de la misericordia está, esta parroquia que es la que prácticamente atiende todo el servicio de culto, de enseñanza y de la caridad de la Basílica Catedral de Lima.