No a la guerra entre nosotros – VI Domingo del tiempo ordinario

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

JESÚS, AMIGO DE LOS EXCLUIDOS

     Jesús era muy sensible al sufrimiento de quienes encontraba en su camino, marginados por la sociedad, despreciados por la religión o rechazados por los sectores que se consideraban superiores moral o religiosamente. Sabía que Dios no rechazaba a nadie, que Dios es el Padre bueno que acoge a todos. Jesús no condenaba a nadie y decía: «No juzguéis y no seréis juzgados», que nadie se dedique a «separar el trigo de la cizaña» como si fuera el juez de los demás. 

     El rasgo más original y provocativo de Jesús era su costumbre de comer con la gente indeseable de su tiempo. Nunca se había visto en Israel a alguien con fama de «hombre de Dios» comiendo y bebiendo con pecadores. En lo más íntimo de su ser sentía un respeto grande hacia los rechazados por la sociedad o la religión. 

     En tiempos de Jesús las leyes condenaban a los leprosos a vivir apartados de todos por ser seres impuros. El evangelista Marcos nos presenta a un leproso de rodillas delante de Jesús haciéndole una súplica humilde: «Si quieres, puedes limpiarme». Jesús se conmueve al ver a sus pies a aquel ser humano desfigurado por la enfermedad y el abandono de todos. Aquel hombre representaba la soledad y la desesperación de tantos estigmatizados.

      Siempre que los que nos llamamos seguidores de Jesús discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a vagabundos, prostitutas, toxicómanos, inmigrantes, homosexuales, etc.…o los excluimos negándoles nuestra acogida, nos estamos alejando gravemente de Jesús y su Buena Noticia.                                                                                   

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA 

1ª LECTURA
Lectura del libro del Levítico 13,1-2. 44-46

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
– Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel y se le produzca la lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra, y es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.

El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: «¡Impuro, impuro!». Mientras le dure la lepra, seguirá impuro: vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.

Palabra de Dios. 

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

    Por el texto del libro del Levítico podemos conocer el modo de proceder del pueblo de Israel, respecto a los enfermos de lepra que, necesitando grandes cuidados, los expulsaban, los marginaban, los arrinconaban y les prohibían acercarse al resto de las personas. A primera vista parece una ley y un comportamiento extremadamente duros, sin embargo, era el único medio de que disponían para defenderse de una enfermedad incurable y que podía contagiar a otros.                              

Sal 31, 1-2. 5. 11
R. Tú eres mi refugio: me rodeas de cantos de liberación. 

  • Dichoso el que está absuelto de su culpa,
    a quien le han sepultado su pecado;
    dichoso el hombre a quien el Señor
    no le apunta el delito. R:
  • Había pecado, lo reconocí,
    no te encubrí mi delito;
    propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
    y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R:
  • Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
    aclamadlo, los de corazón sincero. R:

2ª LECTURA
Lectura de la 1ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10,31_11,1

Hermanos:
Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios.

Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Palabra de Dios 

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA 

     El apóstol Pablo les dice a los cristianos de Corintio que todo lo que hagan lo tienen que hacer para gloria de Dios y que no sean motivo de escándalo para nadie. Que él procuraba contentar a todos buscando su bien y su salvación.        

EVANGELIO
Lectura del Evangelio según san Marcos 1,40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
– Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
– Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
– No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes. Palabra de Dios  

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

     Ante un enfermo de lepra, Jesús se acerca a él y lo cura. La actitud del leproso es de humildad al reconocer su enfermedad, y de inmensa confianza en la bondad y poder de Jesús. Por eso clama a Jesús, con voz fuerte, pidiéndole la salud. La actitud del Señor es de compasión ante el sufrimiento de los hombres.

     Los milagros de Jesús son «signo» de que Dios no se olvida de nosotros y que Él siente compasión por cualquier sufrimiento.  

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

“CRISTIANO ES EL QUE DA LA MANO”

    Cristiano no es el que hace profundas reflexiones bíblico-teológicas, o el que diseña estrategias pastorales de última generación. Cristiano es sencillamente, “el que da la mano”.

     Los exégetas han puesto de relieve que en los relatos evangélicos en que interviene Jesús, con mucha frecuencia, hay una tensión entre la observancia de las normas rituales y la atención a la persona. 

      El leproso del evangelio extiende su mano hacia Jesús en actitud suplicante y Jesús, contraviniendo las leyes judías, lo tocó y lo curó. Las entrañas de Jesús se han visto sacudidas por un sentimiento invencible: “sintió compasión”.   

     Jesús afirma, con su acción salvadora, que la prioridad no la tienen las normas ni los reglamentos ni las disposiciones, sino la persona.

    Todos los que creemos en Jesús hemos de comprender que la compasión interior, si no quiere concluir en un paternalismo sensiblero y estéril, habrá de finalizar siempre en acción externa salvadora. No hay que considerar solo el dolor y el sufrimiento del hombre, analizarlo y someterlo a filosóficas reflexiones; hay que cambiar la compasión en la inmediatez comunicadora de cercanía y comprensión.  


No a la guerra entre nosotros – Reflexión de las lecturas para el VI Domingo del tiempo ordinario

JESÚS NO QUIERE EL LEGALISMO

Jesús busca hacer la voluntad de Dios tratando de construir con todos un mundo más justo y fraterno. Para Jesús lo primero es «buscar el reino de Dios y su justicia». Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro espíritu diferente al de los escribas y fariseos superando el legalismo que se contenta solo con el cumplimiento literal de leyes y normas.

Cuando se busca la voluntad de Dios se va siempre más allá de lo que dicen las leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para todos, lo importante es contar con hombres y mujeres que se parezcan a Jesús. En las personas que cumplen los mandamientos reina la ley, pero no Dios; son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un mundo más humano.

Jesús vino para ensanchar el horizonte del comportamiento humano liberando la vida de los peligros del legalismo. Nuestro cristianismo será más humano y evangélico cuando aprendamos a vivir las leyes, normas, preceptos y tradiciones como los vivía Jesús: buscando que el mundo sea más justo y más fraterno como quiere el Padre.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 15,16-21 

Si quieres, guardarás sus mandatos, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua, echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. 

Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.

Palabra de Dios.

Sal 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34 
R. Dichosos los que caminan en la voluntad del Señor.

Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Señor; dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón. R:

Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente; ¡ojalá esté firme mi camino para cumplir tus consignas! R:

Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad. R:

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R:

2ª LECTURA
Lectura de la 1ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2,6-10

Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. 

Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. 

Sino como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman». Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu, y el Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

El apóstol Pablo quiere explicar a los cristianos de Corinto que la sabiduría de Dios no es de este mundo.

La sabiduría de Dios, de la que el cristiano es depositario, es profunda y misteriosa. Además, Jesucristo -que es la verdadera sabiduría de Dios- ha hecho suyos todos nuestros valores humanos y nosotros participamos de los suyos.

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,17-37 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos; pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el reino de los cielos.Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 

Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Habéis oído el mandamiento: «No cometerás adulterio».

Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «cumplirás tus votos al Señor». 

Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno. Palabra del Señor.

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

Jesús es quien va a dar plenitud a las leyes y tradiciones. Unas leyes y tradiciones venidas de Dios pero que se han ido oscureciendo o se han ido interpretando mal o tergiversando con el transcurrir del tiempo.

Jesús nos manifiesta lo que el cristiano debe practicar para dar sentido evangélico a su vida. Sus enseñanzas no pretenden abolir la ley, sino llevarla a sus consecuencias más radicales. La clave de la vida cristiana ha de ser el amor a Dios y al prójimo sin ponerle topes ni barreras.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

NO A LA GUERRA ENTRE NOSOTROS

Para Jesús no basta con cumplir la ley que ordena “No matarás”, es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, la violencia, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas.
En la sociedad actual son cada vez más frecuentes los insultos ofensivos proferidos solo para humillar, despreciar y herir.

Nuestras conversaciones están a menudo tejidas de palabras injustas que siembran sospechas, palabras dichas sin amor y sin respeto, que envenenan la convivencia y hacen daño.
En la Iglesia también se dan estos problemas.

El Papa Francisco, viendo que estas situaciones son tan contrarias al Evangelio, se ha sentido en la necesidad de dirigirnos una llamada urgente: Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aún entre personas consagradas, consentimos diversas formas de calumnias, difamaciones, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas.

El Papa quiere trabajar por una Iglesia en la que “todos puedan admirar cómo nos cuidamos unos a otros, cómo nos damos aliento mutuamente y cómo nos acompañamos.

No a la guerra entre nosotros – VI Domingo del tiempo ordinario

6º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

¡¡DIOS QUIERE QUE SEAMOS FELICES!!

       Aunque no siempre ni todos los cristianos lo hayan entendido con claridad, lo cierto es que Dios nos ha creado para la dicha, para ser felices aquí y ahora, para que nada nos quite la paz.

       Para muchos “cristianos”, todavía la fe es algo que tiene que ver con la salvación eterna después de la muerte.

El grado de gloria que alcanzaríamos en el cielo estaría en proporción directa con los sufrimientos de esta vida y las alegrías del cielo estarían en proporción con la cantidad de lágrimas acumuladas en esta vida.

Las bienaventuranzas, para una gran mayoría de cristianos, no tienen ninguna influencia para la felicidad que pueden experimentar aquí y ahora las personas.

         Ante una lectura tan fúnebre de las Bienaventuranzas nos podemos preguntar: ¿cómo se lee el Evangelio para sacar una conclusión tan contraria a  él, cuando el Evangelio es la “buena noticia” que Jesús nos trae de parte de Dios  para este peregrinar terreno?

Las Bienaventuranzas son una propuesta de Jesús de caminos que llevan a la felicidad, pero no una felicidad cualquiera sino la que está relacionada con el Reino y su justicia, con el servicio desinteresado.

Las Bienaventuranzas son el fundamento que legitima un compromiso de transformación social en el ámbito público.    

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

Primera lectura del libro de Jeremías 17, 5-8

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.

Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

  En el texto del libro de Jeremías se nos dice que no podemos poner nuestra confianza ni buscar nuestra fuerza en los mortales por ser un fundamento poco seguro, sino sólo en el Señor. Debemos poner nuestra confianza sólo en Dios nuestro Señor y así podremos dar frutos de vida.                                            

SALMO 

SALMO 1, 1-2.3.4 y 6

R: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

– Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,                                      ni entra por la senda de los pecadores,                                                                        ni se sienta en la reunión de los cínicos,                                                                     sino que su gozo es la ley del Señor,                                                                         y medita su ley día y noche. R:

-Será como un árbol plantado al borde de la acequia:                                               da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas                                                              y cuanto emprende tiene buen fin. R:

– No así los impíos, no así;                                                                                           serán paja que arrebata el viento.                                                                          Porque el Señor protege el camino de los justos,                                                          pero el camino de los impíos acaba mal. R:

2ª LECTURA

1ª Carta de S. Pablo a los Corintios 15,12.16-20

Hermanos:

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan?

Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido.

Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

 No es posible desvincular la resurrección de Cristo de nuestra resurrección. Si hay razones poderosas para creer en la de Cristo, también las hay para creer en la resurrección de los que creemos en Jesús el Señor                                       

EVANGELIO

Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26

 En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:

– «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

Palabra de Dios 

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

       El evangelista Lucas nos presenta el «sermón de la montaña». Las palabras de Jesús van acompañadas de las curaciones, como signo de la presencia efectiva de su salvación. Las Bienaventuranzas son las exigencias que pone Jesús a los que quieran seguirle y ser sus discípulos independientemente del tiempo en que se viva.

Jesús viene a desestabilizar la escala de valores que predomina en nuestro mundo y que es muy distinta a la que Él propone.

¿CÓMO PODREMOS ENTENDER HOY LAS BIENAVENTURANZAS DE JESÚS?

• Cómo podrá alguien ayudar, si nunca ha necesitado un hombro amigo.

• Cómo podrá alguien consolar, si nunca sus entrañas han temblado de dolor.

• Cómo podrá alguien curar, si nunca se ha sentido herido.

• Cómo podrá alguien ser compasivo, si nunca se ha visto abatido.

• Cómo podrá alguien ser misericordioso, si nunca se ha visto necesitado

• Cómo podrá alguien alentar, si nunca se quebró por la amargura.

• Cómo podrá alguien levantar a otros, si nunca se ha visto caído.

• Cómo podrá alguien alegrar, si nunca se ha reído de su sombra.

• Cómo podrá alguien abrazar, si nunca se ha dejado estrujar.

• Cómo podrá alguien enseñar, si nunca ha querido ser discípulo.

• Cómo podrá alguien anunciar la buena noticia, si nunca se ha preocupado de los signos de los   tiempos.

• Cómo podrá alguien acompañar a otros, si su vida es un camino solitario.

• Cómo podrá alguien ser dichoso, si las bienaventuranzas le parecen un acoso            

6 Tiempo ordinario (A) Mateo 5, 17-37

NO A LA GUERRA ENTRE NOSOTROS

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA,.-

Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para ser fieles a Dios.

También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central. Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es necesario abrirnos al Padre y colaborar con él en hacer una vida más justa y fraterna.

Por eso, según Jesús, no basta cumplir la ley que ordena “No matarás”. Es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata, cumple la ley, pero si no se libera de la violencia, en su corazón no reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más humana.

Según algunos observadores, se está extendiendo en la sociedad actual un lenguaje que refleja el crecimiento de la agresividad. Cada vez son más frecuentes los insultos ofensivos proferidos solo para humillar, despreciar y herir. Palabras nacidas del rechazo, el resentimiento, el odio o la venganza.

Por otra parte, las conversaciones están a menudo tejidas de palabras injustas que reparten condenas y siembran sospechas. Palabras dichas sin amor y sin respeto, que envenenan la convivencia y hacen daño. Palabras nacidas casi siempre de la irritación, la mezquindad o la bajeza.

No es este un hecho que se da solo en la convivencia social. Es también un grave problema en la Iglesia actual. El Papa Francisco sufre al ver divisiones, conflictos y enfrentamientos de “cristianos en guerra contra otros cristianos”. Es un estado de cosas tan contrario al Evangelio que ha sentido la necesidad de dirigirnos una llamada urgente: “No a la guerra entre nosotros”.

Así habla el Papa: “Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aún entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odios, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas.

¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?”. El Papa quiere trabajar por una Iglesia en la que “todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).