En la diócesis de Zárate-Campana existe una parroquia donde se celebra como patronal el Domingo de la Divina Misericordia, y se encuentra en la localidad de Garín (partido de Escobar). En efecto, la parroquia de «Jesús Misericordioso» tuvo una multitudinaria participación de fieles, habiendo realizado su novena, en su solemnidad, que comenzó con la nutrida procesión, festiva, orante, comunitaria, la cual partió desde la parroquia matriz, la de Santa Teresa de Jesús, en Garín «Centro» hasta el epicentro del populoso barrio donde se encuentra el templo dedicado a la Misericordia Divina, consagrado en 2007 y confiado pastoralmente por el Obispo a los Discípulos de Jesús y San Juan Bautista.
El obispo diocesano, Mons. Oscar Sarlinga celebró la eucaristía, acompañado de Mons. Santiago Herrera, del P. Salatiel, dj, cura párroco, del P. Juan de Dios, dj. cura párroco de Santa Teresa de Jesús, y del Pbro. Pablo Iriarte, antiguo párroco de Garín. También participaron de la celebración las Hnas. Discípulas de Jesús y las Hnas. de Cristo Rey, quienes tienen el colegio católico de la zona. La novena había sido muy participativa y realizada según áreas pastorales, y se había celebrado ya la Misa de la solemnidad en la medianoche entre el sábado y el domingo, a iglesia llena, y también a las 7.30 de ese mismo día. Digno es notar que muy numerosas personas se acercaron al sacramento de la reconciliación. .Los hermanos del instituto religioso animaron la concurrida procesión, en la que se condujo tanto la imagen de Jesús Misericordioso como la de Santa Faustina Kowalska y del beato Juan Pablo II. El municipio de Escobar se hizo presente a través del delegado municipal de Garín y distintas personas de la función pública.
Mons. Oscar Sarlinga dijo en su homilía que la aparición y el mensaje de Jesús Misricordioso se encuentra en la línea de las “apariciones históricas del Resucitado” que nos narra el Evangelio y que se han sucedido a lo largo de nuestra historia, que lo es de salvación, y por ello no es “diferente” del Sagrado Corazón, por ejemplo, sino que en todo caso se trata de una profundización y una especificación, para mostrar cómo del Corazón abierto de Cristo manaron “sangre” y “agua”, signos de los sacramentos, y cómo ésta, la nuestra, es la “hora” (en sentido bíblico) de la misericordia. Explicó también que “ (…) el “corazón” (“Lev”, en la Biblia) es el símbolo del espíritu, del alma con sus potencias superiores e inferiores, de los sentimientos y de la emociones, de las intenciones más profundas que mueven las acciones humanas”, y por eso expresan el infinito Amor de Cristo, el Verbo que se hizo hombre, quien quiere llegar a nuestro propio interior para sanarnos, reconciliarnos, elevarnos con su gracia, darnos sus mismos sentimientos e intenciones para obrar una vida renovada en el Espíritu”. Se refirió asimismo el Obispo a la diferencia antropológica entre el “temperamento” y el “carácter” y dijo que este último puede ser siempre mejor forjado en nosotros, con la ayuda de la gracia y el esfuerzo nuestro, en una ascesis que nos purifique, y que haga que disminuya o, mejor, desaparezca, en nuestro carácter la dimensión enojosa, prepotente u opresiva, y se deje transformar por la fortaleza y la mansedumbre, a fin de ser causa de alegría y de acción de gracias para los demás, causa de crecimiento en todo lo bueno y positivo”. Acotó que “tantas veces caracteres no trabajados por un esfuerzo por ser mejores, oscurecidos por no dejar lugar a la gracia, o dejárselo poco, son más bien causa de enojos que se perpetúan, o hacen creaturas infelices, incapaces de amar de verdad, y de ser amadas”. Añadió que una renovación y transformación del “corazón” en este sentido, lejos de quedar como fijas en lo personal, se proyectan a la dimensión social del ser humano, a comenzar por la familia, y también a la sociedad, y que toda reforma para bien de un cuerpo social tiene como origen la “reforma interior” a la que estamos llamados como creyentes”. Incluso muchos no creyentes, si tienen conciencia recta, pueden compartir valores profundos que tengan proveniencia en ese origen, aunque el don de la fe esté aún aguardando el ser acogido y recibido por ellos”. Se refirió después a la imagen del Beato Juan Pablo II, bendecida y entronizada el pasado año en dicho templo el día de su beatificación, y recordó cómo hemos de reasumir cada día la misión de evangelizar, la “nueva evangelización” a que nos llama nuestro Papa Benedicto XVI, en especial con nuevo ardor, al punto que podríamos decir que la mente del Concilio Vaticano II se encuentra, en cierto sentido, como resumida en la constitución Lumen gentium, que nos enseña “iluminar a todos los hombres, anunciando el Evangelio a toda creatura, con la claridad o luz de Cristo que resplandece sobre la faz de la Iglesia”. Citó luego la exhortación Evangelii nuntiandi, recordando que “no hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”. A continuación mencionó el empeño de Juan Pablo II y de Benedicto XVI por la nueva evangelización y lo relacionó con los desafíos para este Tercer milenio, señalando que Juan Pablo II había previsto para la preparación al Año Jubilar el suscitar “una particular sensibilidad a todo lo que el Espíritu dice a la Iglesia y a las Iglesias (Cf Ap 2,7ss), puesto que, dijo Mons. Sarlinga, es muy importante para quienes hemos asumido la Misión continental, después del acontecimiento de Aparecida, que recordemos que somos instrumentos, cada uno según su vocación y elección, de la evangelización, y que el gran Protagonista de ésta es el Espíritu Santo, que hemos de ser dóciles a él, escucharlo, escucharnos, sobrellevarnos, amarnos, y derribar todo muro de enemistad. Pidió luego el Obispo a la Virgen Madre, en su advocación de Nuestra Señora de Luján, para que “asista a sus hijos en las pruebas cotidianas y que, gracias al empeño de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz”.
Como estaba previsto en el programa de la novena, al término de la Misa se tuvieron distintos números folklóricos, que tienen el mérito de ser interpretados por recientemente creadas agrupaciones, en gran parte de jóvenes de esa zona de Garín, de clase trabajadora, o donde se precisa trabajo, zona de pueblo humilde, e incluso en parte de entre las más necesitadas de inclusión social, en el partido de Escobar.
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