Miércoles de Ceniza

Mensaje Miércoles de Ceniza

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REORIENTAR NUESTRA VIDA

No siempre es fácil poner nombre a ese malestar profundo y persistente que podemos sentir en algún momento de la vida. Así lo confiesan en más de una ocasión personas que, por otra parte, buscaban «algo diferente», una luz nueva, tal vez una experiencia capaz de dar color nuevo a su vivir diario.

Lo podemos llamar «vacío interior», insatisfacción, incapacidad de encontrar algo sólido que llene el deseo de vivir intensamente. Tal vez sería mejor llamarlo «aburrimiento», cansancio de vivir siempre lo mismo, sensación de no acertar con el secreto de la vida: nos estamos equivocando en algo esencial y no sabemos exactamente en qué.

A veces, la crisis adquiere un tono religioso. ¿Podemos hablar de «pérdida de fe»? No sabemos ya en qué creer, nada logra iluminarnos por dentro, hemos abandonado la religión ingenua de otros tiempos, pero no la hemos sustituido por nada mejor. Puede crecer entonces en nosotros una sensación extraña: nos hemos quedado sin clave alguna para orientar nuestra vida. ¿Qué podemos hacer?

 

Lo primero es no ceder a la tristeza ni a la crispación: todo nos está llamando a vivir. Dentro de ese malestar tan persistente hay algo muy saludable: nuestro deseo de vivir algo más positivo y menos postizo, algo más digno y menos artificial. Lo que necesitamos es reorientar nuestra vida. No se trata de corregir un aspecto concreto de nuestra persona. Eso vendrá tal vez después. Ahora lo importante es ir a lo esencial, encontrar una fuente de vida y de salvación.

¿Por qué no nos detenemos a oír esa llamada urgente de Jesús a despertar? ¿No necesitamos escuchar sus palabras?: «Estad en vela», «daos cuenta del momento que vivís», «es hora de despertar». Todos hemos de preguntarnos qué es lo que estamos descuidando en nuestra vida, qué es lo que hemos de cambiar y a qué hemos de dedicar más atención y más tiempo.

Las palabras de Jesús están dirigidas a todos y a cada uno: «Vigilad». Hemos de reaccionar. Si lo hacemos, viviremos uno de esos raros momentos en que nos sentimos «despiertos» desde lo más hondo de nuestro ser.

 

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

 

 

1ª LECTURA

 

Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18

Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de sus amenazas. ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios!

¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial!

Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: «¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?» El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo. Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

El Profeta Joel nos recuerda que si nos hemos apartado de Dios tenemos que volver a Él, porque es un Dios bondadoso y compasivo. Siempre estamos a tiempo de arrepentirnos, pues la misericordia del Señor es infinita y siempre está dispuesto a perdonarnos.          

SALMO

Sal 50, 3-6a. 12-14. 17                                                                              R. ¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,                                                     por tu gran compasión, borra mis faltas!                                               ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.                            Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí.                   Contra Tí, contra Tí solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. R.                Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu.         No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R. Devuélveme la alegría de tu salvación,                                                             que tu espíritu generoso me sostenga: Abre mis labios, Señor,                             y mi boca proclamará tu alabanza. R.

2ª LECTURA

 

Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 20-6, 2

Hermanos:

Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, en nombre de Cristo os suplicamos: Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.

Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación. Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El apóstol Pablo le dice a los cristianos de Corintio, y nos dice a nosotros, que deben dejarse reconciliar con Dios, pues Jesús, que nunca cometió pecado, murió por los nuestros. En el tiempo de Cuaresma estamos en un tiempo favorable, es tiempo de salvación.

EVANGELIO

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 1-6. 16-18

Jesús dijo a sus discípulos:

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Palabra de Dios  

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REFLEXIÓN SOBRE EL EVANGELIO

Jesús en su Evangelio nos pide que hagamos el bien sin esperar recompensa de los hombres, la recompensa nos la dará Dios. La oración debe ser una comunicación íntima con Dios.

En la vida del cristiano no puede faltar la oración, el sacrificio por los demás y el hacer el bien sin mirar a quien.

 

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

La Cuaresma es un tiempo propicio para la conversión, para volver a Dios no cerrando nuestro corazón a su palabra. La Cuaresma nos invita a no contentarnos con llevar una vida mediocre, sino una vida que crezca en la amistad con el Señor. La Cuaresma es un tiempo para renovarse, para reconocerse pecadores, para buscar el perdón de Dios y comenzar un camino que nos lleva a la Pascua de Resurrección, a la victoria de Cristo sobre la muerte”.

Para el Papa Francisco la Cuaresma, entre otras cosas, nos debe ayudar a ver al otro como un don y reconocer con gratitud su valor. Nos debe ayudar a abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.

El Papa Francisco nos pone en aviso que el dinero en lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, puede someternos a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.