Domingo Quinto de Pascua

Reflexión del evangelio del quinto Domingo de Pascua – Ciclo A

LOS CRISTIANOS NO PODEMOS QUEDARNOS SIN JESÚS

     Al final de la última cena Jesús comenza a despedirse de sus discípulos que quedan desconcertados y sobrecogidos, porque intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado.

Jesús al verlos hundidos los reafirma en su fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Jesús los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre, pero no los olvidará, seguirá pensando en ellos, les preparará un lugar en la casa del Padre.

      En el corazón de sus discípulos se despiertan toda clase de dudas e interrogantes.

También a nosotros nos sucede algo parecido, porque podemos creer que el camino que nos propone Jesús y el destino del que nos habla puede ser una ilusión engañosa.  El apóstol Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?

La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre.

      Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios.

Ni siquiera ellos mismos saben si creen o no, sencillamente han dejado la Iglesia, porque no han encontrado en ella un camino para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos «Dios» y al abandonar la Iglesia, algunos al mismo tiempo han abandonado a Jesús, confundiendo a la Iglesia con Jesús, a los cristianos con Cristo y a su Evangelio con los sermones.

Lo que nunca puede hacer un cristiano es quedarse sin Jesús, porque en Él encontramos el camino, la verdad y la vida.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7 

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas.

Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: 
– No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración.

Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra. 

La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. 

La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios.

                                   COMENTARIO A LA 1ª LECTURA     

En la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles se nos presenta el modo de proceder y el comportamiento de las primeras comunidades que iban creciendo cada día más.

Crecía el número de discípulos y se iban multiplicando las comunidades de fe, oración y vida. Por ello, se reúne la comunidad en orden a resolver las diferencias surgidas y nombran a siete hombres «llenos del Espíritu Santo» para que atiendan las necesidades materiales de la comunidad cristiana.

Los Apóstoles afirman que deben dar primacía a la proclamación de la Palabra de Dios y a la oración, sin descuidar la labor asistencial.

Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19 

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. 

  • que merece la alabanza de los buenos. 
    Dad gracias al Señor con la cítara, 
    tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R:
  •  y todas sus acciones son leales; 
    él ama la justicia y el derecho,  y su misericordia llena la tierra. R:
  •  
    en los que esperan en su misericordia, 
    para librar sus vidas de la muerte 
    y reanimarlos en tiempo de hambre. R:

2ª LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,4-9 

Queridos hermanos: 
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. 

Dice la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado». 

Para vosotros los creyentes es de gran precio, pero para los incrédulos es la piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular, en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. 

Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino. 

Vosotros, en cambio, sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Principio del formulario

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El Apóstol Pedro insiste en que la Iglesia, la comunidad cristiana, es una nación consagrada a Dios y un pueblo elegido por Dios para proclamar el carácter salvador de Jesús.

El seguidor de Jesús tiene una misión sacerdotal que, siendo una y única, se orienta en dos direcciones: el servicio a Dios y el testimonio-anuncio para todos sin excepción.              

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 14,1-12 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
– No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi

Padre hay muchas estancias, si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio.

Cuando vaya y os prepare sitio volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. 
Tomás le dice: 
– Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino? 

Jesús le responde: 
– Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto. 

Felipe le dice: 
– Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 

Jesús le replica: 
– Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?

Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí.

Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me voy al Padre.

Palabra de Dios

COMENTARIO AL EVANGELIO

  En los últimos momentos de Jesús entre los suyos les va anunciando su «partida del mundo» y su vuelta «al Padre». Pero estas cosas sus discípulos no las entienden, todavía no le conocen.

Jesús tiene que ayudarles diciéndoles «que no pierdan la calma; que sigan creyendo en Dios y en Él».

Solamente la fe esperanzada y firme en el Señor les hará ver que ha sido acertada su elección por Él y no quedarán defraudados porque es el camino, la verdad y la vida. Jesús se ofrece como la solución a sus preocupaciones.    

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¿QUÉ ES EL CRISTIANISMO?

      Los cristianos de la primera y segunda generación nunca pensaron que con ellos estaba naciendo una religión. De hecho, no sabían con qué nombre designar a aquel movimiento que iba creciendo de manera insospechada.

Los grupos que se reunían en ciudades como Corinto o Éfeso comenzaron a llamarse “iglesias”, es decir, comunidades que se van formando convocadas por una misma fe en Jesús. En otras partes, al cristianismo lo llamaban “el camino”.

En la carta a los Hebreos, escrita hacia el año 80, se dice que es un “camino nuevo y vivo” para enfrentarse a la vida, es el camino “inaugurado” por Jesús y que hay que recorrer “con los ojos fijos en él”.

Para los primeros creyentes, el cristianismo no era propiamente una religión, sino una forma nueva de vivir, no era vivir dentro de una institución religiosa, sino aprender juntos a vivir como Jesús en medio de aquel vasto imperio.

     Cristiano es un hombre o una mujer que en Jesús va descubriendo el camino más acertado para vivir, la verdad más segura para orientarse, el secreto más esperanzador de la vida.

El seguidor de Jesús debe optar entre organizarse la vida a su manera o aprender a vivir desde Jesús, debe elegir entre la indiferencia hacia los que sufren o la compasión bajo todas sus formas, entre solo bienestar para mí y los míos o un mundo más humano para todos, entre intolerancia y exclusión de quienes son diferentes o una actitud abierta y acogedora hacia todos, entre el fatalismo y la resignación o la esperanza última para la creación entera, entre olvidarse de Dios o una comunicación confiada en el Padre de todos.


Domingo Quinto de Pascua – Ciclo C

RASGOS DE UNA COMUNIDAD PASCUAL

       Siguiendo el texto de Hechos de los Apóstoles nuestra Iglesia, o nuestra comunidad concreta, debería ser hoy una comunidad de creyentes que se reúnen por su fe en Cristo, por su fe en Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, por el que tenemos vida, porque Él es el «primero y el último», el Señor de la historia.

        Debería ser una comunidad misionera en crecimiento a la que Jesús le ha dado la misión de ser sus testigos en medio del mundo, a la que infunde su Espíritu para que cumpla el encargo que nos dio, una comunidad abierta y dinámica, una comunidad fraterna y servidora, que continúa haciendo el bien lo mismo que hizo siempre nuestro Maestro, una comunidad que practique la fraternidad y esté siempre al lado de los que peor lo pasan.

      Nuestra Iglesia o nuestra comunidad concreta debería ser hoy una comunidad que se reúne cada domingo para celebrar su fe y su encuentro con Jesús Resucitado, una comunidad sacramental no sólo por la Eucaristía, en la que es alimentada por la Palabra y el Alimento de Vida, sino además por los demás sacramentos, bautismo, confirmación y penitencia, que podemos recibir y que nos transmiten la fuerza y el Espíritu de Jesús.  

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 14,21b-27 

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. 

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.

Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. 

Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

   El apóstol Pablo sigue proclamando el Evangelio de Jesús en muchos lugares. En todas las comunidades los exhorta y anima a permanecer fieles a la fe y les manifiesta que «es necesario pasar muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios».

El apóstol Pablo, junto a Bernabé, van dejando a personas responsables que se hacen cargo de las comunidades fundadas para que aseguren la fidelidad a la fe recibida.                   

SALMO 

Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab 
R. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.
 

  •  lento a la cólera y rico en piedad; 
    el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R:
  •  que te bendigan tus fieles; 
    que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R:
  •  la gloria y majestad de tu reinado. 
    Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R:

2ª LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 21,1-5a

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe.

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: 
– Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos.

Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado. Y el que estaba sentado en el trono dijo: Todo lo hago nuevo.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

   El apóstol Juan con un lenguaje apocalíptico nos dice que Dios hará un cielo y una Tierra nueva donde no existirá ni el llanto ni el dolor, ni muerte.

Dios lo hará todo nuevo. Sin embargo, esta realidad que se ofrece no es una realidad «para el otro mundo», para «el más allá», porque Jesús nos dijo que el Reino de Dios está ya en nosotros.                                              

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 13,31-33a. 34-35 

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: 
– Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.

Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. 
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. 

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.

Palabra de Dios 

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

     Jesús, el Señor, en su testamento, pocas horas antes de morir, no deja normas ni leyes ni pautas ni recetas, sino que nos ofrece «un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». El mandamiento nuevo de Jesús será la señal por la que se conocerá a sus discípulos.       

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

LO QUE QUIERE JESÚS DE SUS SEGUIDORES

      Lo que quiere Jesús, el Señor, de sus seguidores es que seamos maestros del amor, porque en eso se notará que somos de los suyos.

Los seguidores de Jesús debemos ser personas que amamos intensamente, que somos tolerantes y comprensivos, que no tenemos rencor ni resentimientos, que sabemos encontrar lo mejor del otro, que nos brotan los detalles de ternura, que sentimos empatía por las personas, que no nos cae mal nadie.

      Seremos de los suyos si sabemos cuidar la amistad, si nos entendemos también con los enemigos, si no somos vengativos ni violentos, si frenamos las críticas y las maledicencias, si hablamos bien de los demás, si a nuestro lado la gente se siente bien e importante.

       Podremos llamarnos cristianos, seguidores de Cristo, si somos justos y honrados como ciudadanos, si cuidamos el medio ambiente y la ecología, si buscamos el beneficio común antes que el personal, si nada que le ocurre al otro nos deja indiferentes, si nuestro corazón palpita misericordiosamente con el mundo, sintiéndonos hermanos de toda la humanidad…         

Así nos quieres, Señor. Impulsa en nosotros tu Amor para que vivamos como auténticos discípulos tuyos.

Domingo Quinto de Pascua – Ciclo B

CONOZCAMOS AL VERDADERO JESÚS POR LOS EVANGELIOS

Jesús conocía la cobardía y mediocridad de sus discípulos y en muchas ocasiones les recriminó su poca fe, por eso les dijo: «Permaneced en mí».

Si no se mantienen vitalmente unidos a él no podrán subsistir, si no se mantienen firmes en lo que han aprendido y vivido junto a él, su vida será estéril, separados de Jesús, no pueden hacer nada. Jesús pide a sus discípulos que «sus palabras permanezcan en ellos», que no las olviden, que vivan de su Evangelio.

Los evangelios nos ponen en contacto con su mensaje, con su estilo de vida y con su proyecto del reino de Dios.

En los evangelios se encierra la fuerza más poderosa que poseen las comunidades cristianas para regenerar su vida y también la energía que necesitan para recuperar su identidad de seguidores de Jesús.

Muchos cristianos buenos de nuestras comunidades solo conocen los evangelios «de segunda mano».

Todo lo que saben de Jesús y de su mensaje proviene de lo que han podido reconstruir a partir de las palabras de los predicadores y catequistas.

Viven su fe sin tener un contacto personal con «las palabras de Jesús» y nada tiene más fuerza evangelizadora que la experiencia de escuchar juntos su Evangelio desde las preguntas, los problemas, los sufrimientos y las esperanzas de nuestros tiempos.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO

1ª LECTURA – Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9,26-31

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.

Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.

Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo.

Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y le hicieron embarcarse para Tarso. Entretanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

Pablo de Tarso, perseguidor de los cristianos, ha tenido una importante experiencia camino de Damasco: su encuentro con Cristo resucitado.

Ese acontecimiento cambia radicalmente su vida y de perseguidor de Jesús se convierte en un ardiente apóstol del Señor, aunque en principio no fue fácil admitirlo en la comunidad, en la Iglesia de entonces, incluso se le defiende eficazmente cuando el peligro le amenaza.

SALMO – Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

• Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R:

• Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines de la tierra;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R:

• Me hará vivir para él, mi descendencia lo servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R

2ª LECTURA – Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3,18-24

Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. En esto conocemos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.

Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios; y cuanto pidamos lo recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

La Comunidad cristiana, la Iglesia, se edifica en la fidelidad a Cristo Jesús y en la unidad fraterna de los miembros que la integramos. Ambas cosas, fidelidad a Cristo y unidad fraterna, son mandato del Señor.

Pero fe y caridad no son fruto de un simple sentimiento personal, sino que ha de manifestarse y traducirse en amar con obras y de verdad.

EVANGELIO – Lectura del santo evangelio según san Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

Palabra de Dios

COMENTARIO AL EVANGELIO

Jesús nos habla de la «vid y los sarmientos» para expresarnos la relación vital, la compenetración que tiene que haber entre Jesús y el creyente, entre la Palabra de Jesús y el que la acepta como propia, entre el redentor y el redimido.

La salvación es un regalo de Dios que no opera de un modo mágico, sino que necesita para que tenga efecto permanecer unidos a Jesús, que es la vid, para dar frutos.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

NO DESVIARNOS DE JESÚS

Jesús nos dice que Él es la «vid verdadera», llena de vida y nosotros somos los «sarmientos» que vivimos de la savia que nos llega de Él.

Hay sarmientos secos por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan frutos porque no corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que languidecen desconectadas de su persona.

Las palabras de Jesús son categóricas: «Sin mí no podéis hacer nada». Es posible que la forma en que viven su religión muchos cristianos, sin una unión vital con Jesucristo, no subsistirá por mucho tiempo.

La Iglesia no podrá llevar a cabo su misión en el mundo contemporáneo, si los que nos decimos «cristianos» no nos convertimos en discípulos de Jesús, animados por su espíritu y su pasión por un mundo más humano.

Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona, una pasión por su proyecto y un contacto más inmediato y apasionado con Jesús.

Los cristianos, aunque vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones, como no puede ser de otra manera, sin embargo, no debemos olvidar lo esencial: que sólo Jesús es «la verdadera vid», que todos somos «sarmientos» y que lo decisivo en estos momentos es «permanecer en él» aplicando toda nuestra atención al Evangelio, alimentando en nuestros grupos, comunidades y parroquias el contacto vivo con Él y no desviarnos de su proyecto.