¡Las tres materias graves para el pecado mortal !

¡Las tres materias graves para el pecado mortal !
+1. Materia grave: para que exista pecado mortal es necesario que sea lesionado algún principio moral básico, algún aspecto importante del plan de Dios para el hombre.

+2. Pleno conocimiento: Que la persona que comete el

pecado se percate de lo que está haciendo.

+3. Pleno consentimiento: debe existir un movimiento de la libre voluntad humana. Un acto humano no será pecaminoso si no ha sido realizado libremente.

2. Frecuencia de la confesión
Es necesario acudir al sacramento de la reconciliación siempre que se haya cometido un pecado mortal.
Es recomendable acudir con mayor frecuencia al sacramento. Este te ayuda no sólo al perdonarte los pecados sino al fortalecer tu vida cristiana con la gracia que recibes.

3. La llamada confesión comunitaria
El sacramento puede administrarse comunitariamente, con una absolución general, en casos de emergencia. Pero, aquellos que reciben una absolución general o comunitaria, quedan obligados de todos modos a confesarse en forma individual con el sacerdote a la mayor brevedad posible.

4. Comulgar sin confesarse
No deberá comulgar nadie en pecado mortal sin antes confesarse. Si no existen pecados graves basta con hacer un acto de contrición internamente, arrepentimiento sincero, como costumbre saludable antes de recibir al Señor.

5. El juicio Final
Dios preguntará a tu corazón: «Has amado?». No nos preguntará que hemos hecho, sino si hemos amado. Para nosotros amar será olvidarnos de nosotros mismos y empezar a pensar más en Dios y los que nos rodean.

La esencia del cristianismo es el amor. Ciframos nuestra vida en no pecar. El cristianismo consiste no en no morir, sino en vivir y crecer, no en simplemente no pecar sino amar.
En cada una de nuestras faltas es Cristo el que me dice: «no me diste de comer, no me diste de beber, estuve enfermo y no me visitaste…necesitaba perdón y no me lo diste, me criticaste, me calumniaste, me insultaste, no me tuviste paciencia, creaste la división dentro de nuestra familia, me humillaste, me despreciaste, me juzgaste con dureza, preferiste tu vida cómoda en lugar molestarte en ayudarme».

CONCLUSIÓN
Perdonar es tarea de Dios y no hay alma más bella que aquella que vive el perdón, porque en el perdón refleja a Dios.

Cuando el alma hace la experiencia del perdón pedido y recibido como fruto del amor; cuando el alma vislumbra, aunque sea en una mínima parte, la hermosura del amor de Dios que le perdona, caen todos los prejuicios y entra en ella esa paz que tan lejos está de tantas personas. La misma paz que inundó el corazón de Pedro o que cambió para siempre la vida de María Magdalena.

Dios les bendiga. P4