Hoy, la festividad del Beato Maximiliano Binkiewicz, uno de los 108 mártires de la Segunda Guerra Mundial fue beatificados por Juan Pablo II, al morir en defensa de su fe católica

(Desde El Cañamelar, Valencia, José Angel Crespo Flor).- 24 de agosto fiesta del apóstol Bartolomé y día en que se conmemora a otros santos y beatos, entre estos últimos, hoy tenemos que hacernos eco de otro mártir de la barbarie nazi. En otras ocasiones ya nos hemos referido a otros santos y beatos que terminaron igual que al que hoy nos referimos. Pensamos por ejemplo en Edith Stein, Maximiliano Maria Kolbe, Santiago Gapp, Tito Brandsma y tantos y tantos asesinados vilmente antes de padecer una tortura, en este campo de concentración o en otros, que nadie desea ni a su peor enemigo. Por ello, para que lo recordemos, para que ampliemos su biografía, para que cada vez sepamos más de este sacerdote mártir por su fe inquebrantable que es MAXIMILIANO BINKIEWICZ, queremos hoy recordar su persona, su martirio y su obra. Por supuesto, con la de este mártir, recordamos a todos los que murieron en la cámara de gas y que se cuenta por millones.

Tengamos pues hoy un recuerdo para este beato y encomendémóslo en nuestras oraciones. Que estas sirvan, si así lo quiere la Iglesia, para que pronto lo veamos como santo. Porque desde luego, por sus gestops, por su fe inquebrantable y, sobre todo, por su ejem plo amnte tanta barbarie bien merece que se dé ese milagro que lo catapulte a la categoría que ya tienen otros: la santidad.

UNOS DATOS DE SU BIOGRAFIA
BEATO MAXIMILIANO BINKIEWICZ, del latín, «el más grande Emiliano» (1908-1942). Mártir. De origen polaco, nace en Zamowiec. Es sacerdote en la diócesis de Czestochowa, pero no se conocen mayores datos de su infancia, familia y juventud.
En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Polonia padece una tenaz persecución contra la religión católica, en la cual son asesinados miles de sacerdotes, religiosos y laicos, sólo por profesar la fe de Cristo.
Los testigos de Cristo durante la ocupación nazi (1939-1945), que conmemoramos este día, son en total 108, entre ellos hay tres obispos, 78 sacerdotes, 10 religiosos, ocho religiosas y nueve laicos. La mayoría de los sacerdotes mueren por negarse a abandonar su ministerio, pese a las amenazas. Las religiosas en silencio aceptan con heroísmo los sufrimientos y la muerte. Todos entregan su vida torturados y ejecutados, en aras de la fe, en los campos de concentración alemanes de Dachau y Auschwitz.

El Padre Maximiliano Binkiewicz por reemplazar a sus colegas más ancianos y más débiles llevando los pesados calderos con comida fue golpeado por el guardia dejándolo inconciente. El 23 de junio de 1942 fue la última vez que pudo reemplazar a sus compañeros de desgracia ya que el kapo con dos fuertes golpes de puño en el vientre lo dejó inconciente. Al día siguiente moría en la enfermería del campo. Algunos nombres de los mártires: Julia Rodzinska, Bogumila Noiszewska y Kazimiera Wolowska, religiosas. Maximiliano Binkiewicz y Zygmunt Pisarski, sacerdotes; Michal Kozal, obispo, y Julian Nowowiejski, arzobispo. Anicet Koplinski y Stanislaw Tymoteusz, religiosos, y Tadeusz Dulny, seminarista. Las laicas Natalia Tulasiewicz, agente pastoral; María Biemacka, campesina que pidió ser fusilada en lugar de su nuera embarazada.
Todos estos y más fueron beatificados por el Siervo de Dios Juan Pablo II (1978-2005), en Varsovia, Polonia, el 13 junio de 1999.Este grupo de beatos son conocidos como los 108 mártires de la Segunda Guerra Mundial o como los mártires polacos. Iconografía: en una alegoría, todos los mártires y Jesús resucitado frente a ellos.

LAS PREGUNTAS DE UNA PERIODISTA A LOS SUPERVIVIENTES DE AQUEL HORROR
Después de la guerra una periodista americana Dorota Thomson en las entrevistas que realizó a los sobrevivientes hizo esta única pregunta: “En medio de aquel infierno que era la vida en Dachau, tan privada de humanidad, tan brutal y envilecedora, ¿quién
conservó más largamente la propia humanidad y salud mental? ¿Quiénes, olvidándose de la propia miseria y humillación, sirvieron a los demás hombres que sufrían aquel sistema diabólico? ¿Quiénes mantuvieron la propia identidad, la propia dignidad y
esperanza…cuando los demás desaparecían de este mundo perdiendo la confianza y la vida”. La respuesta fue una sola, siempre la misma: “Los sacerdotes católicos”.