Homilía en la MISA DE INICIO DE CURSO EN LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE GRANADA

MISA DE INICIO DE CURSO EN LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE GRANADA

Granada, 7 de Octubre de 2010

Queridos hermanos y hermanas en el Señor.
P Provincial de la Compañía de Jesús y Vice gran Canciller de la Facultad,
Rvdos. PP. Provinciales.
P. Rector de la Facultad y claustro de profesores,
Queridos alumnos.

En esta mañana doy gracias a Dios por permitirme celebrar esta Eucaristía en el inicio de curso de nuestra Facultad de Teología; en este centro académico recibí mi formación filosófica y teológica, por lo que agradezco de corazón esos primeros pasos por la reflexión acerca del misterio de Dios que me preparaban para el sacerdocio al que me sentía llamado por la misericordia de Dios

En un octubre como éste, en 1.979, llegaba a la Facultad y participaba en la celebración de la Eucaristía del comienzo de curso; han pasado muchos años, y ha querido la Providencia que hoy sea yo, como Obispo de Guadix, quien presida esta eucaristía, EN EL ESPLÉNDIDO MARCO de la Cartuja granadina. Años que han estado marcados por el progreso personal de cada uno y por un cambio, no sólo generacional, sino también social y eclesial. Vienen a mi memoria, que quiere ser memoria agradecida, tantas personas que me ayudaron, y nos ayudaron, a introducirnos en el Misterio de Dios, al tiempo que discerníamos su llamada a seguirlo en radicalidad; unos siguen viviendo entre nosotros, otros han pasado de este mundo al Padre, en la esperanza de la Resurrección. A todos gracias, junto con la oración.

DESEARÍA COMPARTIR CON VOSOTROS ALGUNAS REFLEXIONES QUE CONSIDERO APROPIADAS, JUSTO EN LA SANTA MISA DE LA INAUGURACIÓN DE CURSO EN NUESTRA FACULTAD DE TEOLOGÍA.

La reflexión teológica DEBERÍA TENER SIEMPRE PRESENTE que se ha de introducir en el ámbito del Misterio, que Dios es Misterio; por eso habrá que entrar, como Moisés ante la zarza, descalzándose; con humildad porque Dios siempre es “Más”, y con confianza porque la mayor prueba de su amor es la revelación que nos ha hecho de sí. Que nuestro gran misterio no se convierta “en una simple técnica”, en palabras de uno de los padres de la Iglesia antigua (Cfr. Gregorio Nacianceno, Discurso 27, Contra los discípulos de Eunomio, n. 2); que la teología no sea puro debate y discusión, sino profundización, contemplación y exposición de la verdades de la fe.

La consideración del Misterio cristiano nos lleva a su fuente que está en el misterio trinitario. ESTO ES UNA VERDAD QUE NO SE DEBIERA DAR POR SABIDA, SINO QUE TENDRÍAMOS QUE RECORDÁRNOSLA CONTINUAMENTE, A SABER QUE EL QUEHACER TEOLÓGICO HA DE TENER a Dios en el centro y a Jesucristo como “primer lugar teológico”; Y ES QUE la última palabra de la teología no pueden ser los gustos y tendencias de los diferentes autores. Hace poco el Santo Padre, citando a San Buenaventura, nos recordaba: “Hay una teología que viene de la arrogancia de la razón, que quiere dominar todo, hace pasar a Dios de sujeto a objeto que estudiamos, mientras debería ser sujeto que nos habla y nos guía” (En la Vigilia de oración de la Clausura del Año Sacerdotal, 10 de Junio de 2010). SE TRATA DE ESCUCHAR PRIMERAMENTE A DIOS QUE NOS HABLA DE SÍ Y QUE LE DICE AL HOMBRE QUE HA SIDO HECHO POR DIOS Y QUE HABLA DE DIOS, PERO AL QUE DESDE DIOS SE LE DICE TAMBIÉN CÓMO TIENE QUE SER, CUÁL ES SU DESTINO Y CUÁL ES LA TAREA QUE SE LE IMPONE. DE AQUÍ QUE EL TEÓLOGO SE ACERQUE HUMILDEMENTE A DIOS sabiendo que la “espalda de Dios es todo lo que se puede conocer de él tras su paso (…) puesto que a él mismo no es posible mirarlo, dado que la pureza de su luz sobrepuja nuestros sentidos” (Gregorio Nacianceno. Discurso 28, Sobre la teología, n. 3).

La teología tiene como vocación y misión conocer a Dios, conocerlo para amarlo más; pues la verdadera teología viene del amor de Dios y busca la comunión con el amado. Y COMO la teología no puede ser pura especulación, pura discusión sobre argumentos que quedan fuera de Aquel que se busca y del corazón del hombre al que le va la vida y la felicidad en esta búsqueda, estamos llamados a ser ayuda en esta búsqueda del hombre, YA SEA UNA búsqueda consciente y explícita, O BIEN a ciegas y sin saber qué se busca. DIOS Y EL HOMBRE CONSTITUYEN, PUES, LA TAREA Y LA MISIÓN DEL QUEHACER TEOLÓGICO.

De la imagen de Dios nace una imagen del hombre. Parafraseando al refranero español, podemos afirmar: “Dime cuál es tu imagen del hombre y te diré quien es tu Dios”. No vale cualquier imagen del hombre en la reflexión de la teología. Nuestra imagen está en Cristo, el Hombre Nuevo, como nos recuerda la Constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II (n.22). El hombre es imagen de Dios, de donde nace su dignidad y, por tanto, sus derechos. Es el hombre que ha sido redimido en Cristo, que no sólo le ha devuelto la inocencia original, sino que le ha hecho compartir su misma vida divina.

La Facultad de Teología, mis queridos hermanos, debe aspirar a formar hombres y mujeres con una verdadera síntesis teológica que sea una auténtica síntesis de fe. Benedicto XVI, al recomendar la importancia del Catecismo de la Iglesia Católica, dice: “aquí vemos la síntesis de nuestra fe, y este Catecismo es verdaderamente el criterio para ver donde va una teología aceptable o no aceptable. Por tanto, recomendamos la lectura, el estudio de este texto, y así sabremos seguir adelante con una teología crítica en sentido positivo, es decir, crítica contra las tendencias de la moda y abierta a las verdaderas novedades, a la profundidad inagotable de la Palabra de Dios, que se revela nueva en todos los tiempos, también en nuestro tiempo” (En la Vigilia de oración de la Clausura del Año Sacerdotal, 10 de Junio de 2010).

La teología, LA VOCACIÓN DEL TEÓLOGO COMO CARISMA DADO POR EL ESPÍRITU SANTO, encuentra su habitat en la Iglesia, comunidad de los creyentes, que ha recibido del Señor su Palabra y su vida; LA IGLESIA, como depositaria del mensaje y de la misión del Señor Jesús, sigue sacando de la Revelación toda la riqueza del misterio INSONDABLE de Cristo, que es siempre nuevo y siempre joven. No se PODRÍA hacer teología al margen de la comunión de la Iglesia.

El teólogo no sólo conoce y transmite la doctrina de la Iglesia, sino que siente con la Iglesia. Como miembro de esta comunión expresa no solo un saber, sino la propia vida de la Iglesia que se alimenta cada día de la Palabra y de los sacramentos. LA PALABRA Y LA VIDA DEL TEÓLOGO CONSTITUYEN UN EXCELENTE MEDIO DE EVANGELIZACIÓN EN LA IGLESIA Y PARA EL MUNDO, CUYAS INQUIETUDES Y PROBLEMAS HA DE ESFORZARSE POR CONOCER PARA TRANSMITIRLE EL EVANGELIO DE JESUCRISTO PARA LA REGENERACIÓN DE TODOS LOS HOMBRES Y DE TODAS LAS CULTURAS.

Queridos hermanos, profesores y alumnos; la Iglesia, esta Facultad, está al servicio de la Palabra de Dios, “que es viva y eficaz”; que nuestras palabras no oculten u oscurezcan la única Palabra que salva. Ser servidores de la Palabra exige fidelidad, la fidelidad que nace de la confianza en Dios y de la obediencia a su voluntad. Os animo a entrar en este mundo apasionante de la contemplación del misterio de Dios, sabiendo que no estamos solos, que como a los discípulos de Emaús, nos acompaña el Señor, instruyéndonos y sentándonos a su Mesa.

Hoy, miramos de un modo especial a la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, bajo la advocación del Rosario cuya memoria celebramos.

El Rosario, nos decía Juan Pablo II, es contemplar los misterios de Cristo con los ojos y desde el corazón de la Virgen María: “En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor” (Carta Ap. Rosarium virginis Mariae, n. 1).

La Mesa del Señor que vamos a compartir se revela como la expresión más perfecta de la teología pues nos muestra la Belleza de Dios y su amor por los hombres.

+ Ginés García Beltrán
Obispo de Guadix