Guión Domingo XV del Tiempo ordinario

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PREPARACIÓN: 

Antes de la salida del celebrante

 

En este domingo décimo quinto del tiempo durante el año, nos reunimos alrededor de la Mesa del Señor, convocados por Él, que es quine está realmente presente en la acción litúrgica; presente en las especies eucarísticas, en la persona del ministro sagrado, y también presente en su Palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él mismo quine habla en forma personal a cada uno de nosotros.

 

AMBIENTACIÓN: 

Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

 

La Palabra del Señor viene hoy a nuestro encuentro: es la semilla en la que reside el poder de transformación; es el poder y la fuerza que realiza la salvación que anuncia, por lo que, rechazarla significa el negarnos a ser salvados. Y esta Palabra nos exige, para que realmente de fruto, el preparar nuestra mente y nuestro corazón, recibiéndola, meditándola y obrando conforme a ella.

 

1ª. LECTURA:  (Is 55, 10-11)     (Ver texto)

 

Este pasaje del Antiguo Testamento es un verdadero himno a la potencia creadora de la Palabra de Dios que anuncia salvación.

 

SALMO RESP.:      (144, 1-2. 8-11. 13c-14)    (Ver texto)

 

                    R.   Bendeciré tu nombre eternamente.

 

2ª. LECTURA:     (Rm 8, 9. 11-13)     (Ver texto)

 

El Apóstol nos exhorta a que vivamos como verdaderos cristianos, de acuerdo con el Espíritu de Cristo.

 

EVANGELIO:  

 (Mt 11, 25-30)    (Ver texto)

 

Jesús nos manifiesta su divinidad y su igualdad con el Padre eterno, y nos invita a entrar en su escuela, la escuela de Cristo, si se quiere conocer al Padre y al Hijo.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES:

 

CELEBRANTE:

 

Queridos hermanos, acudamos a nuestro Padre del Cielo, poniendo en sus manos, con toda humildad y confianza, nuestras necesidades y las de todos los hombres, nuestros hermanos.

 

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

 

«POR CRISTO, TU PALABRA, ESCÚCHANOS SEÑOR»

 

v Padre eterno, te pedimos por tu Iglesia y el Papa Francisco, para que en su palabra, todos los hombres del mundo escuchemos la de tu mismo Hijo, que hoy nos habla, oremos…

 

v Padre bondadoso, te pedimos por nuestro Obispo y todos los que con él guían a este pueblo tuyo, para que formemos una comunidad diocesana viviente, que medita la palabra; misionera, que la proclama, y solidaria, que la vive y comparte, oremos…

 

v Señor de la historia, te pedimos por la paz del mundo, para que todos los gobernantes escuchen el mensaje de paz que trajo tu Hijo con su resurrección y así todos los pueblos alcancen una real y definitiva paz, oremos…

 

v Dios de todo consuelo, te pedimos por tantos hermanos nuestros que sufren, para que encuentren en Cristo, tu Palabra, la fuerza para sobrellevar su situación, y en nosotros, la ayuda fraterna, oremos…

 

v Padre nuestro, te pedimos por toda nuestra comunidad, para que abramos nuestros corazones a tu Palabra, para que ella ilumine todas las situaciones de nuestra vida y así podamos dar verdaderos frutos de vida eterna, oremos…

 

CELEBRANTE:

 

Dios rico en misericordia, escucha estas peticiones por nosotros y por todos los hombres y concédenos la sabiduría y la fortaleza necesarias para escuchar siempre tu Palabra y ponerla en práctica en nuestras vidas. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

 

El ofrecer y ofrecernos es un verdadero compromiso a hacer de nuestras vidas, el terreno fértil para recibir la Palabra que va a transformarnos y a recrearnos.

 

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

 

DIÁLOGO DEL PREFACIO:

Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)

 

Expresemos con alegría nuestra acción de gracias al Padre, por Jesús que nos redimió y que ahora nos permite ser los transmisores de su Palabra de vida, a nuestros hermanos.

 

COMUNIÓN:

 

El recibir al Señor en su Palabra, y ahora en su Cuerpo y Sangre, es la condición indispensable para que nuestros frutos sean buenos y abundantes.

 

DESPEDIDA:

 

El Señor nos ha dicho hoy que su Palabra no queda estéril, sino que realiza todo lo que Él quiere. Durante esta semana debemos plantearnos, para toda nuestra vida, hasta qué punto tomamos en serio esa Palabra, que cuando la escuchamos es de salvación, pero cuando la rechazamos, es de condenación.