Generosidad

Paisaje con lago
Paisaje con lago
Generosidad

La disposición natural e incondicional
que tiene para ayudar y servir a los demás
sin hacer distinciones.

Resolver las situaciones que afectan
a las personas en la medida de sus posibilidades,
o buscar los medios para lograrlo.

La discreción y sencillez con la que actúa,
apareciendo y desapareciendo en el momento oportuno.

Antes de considerar las acciones que debemos tomar
para vivir mejor este valor, conviene detenernos
a reflexionar un poco en nuestras actitudes:

¿Conscientemente dejo de prestar ayuda
por pereza, desagrado o apatía?

¿Me esfuerzo por superar la propia comodidad,
tomando conciencia de la necesidad ajena?

¿Espero recibir ayuda, favores y servicios
sin considerar el esfuerzo que los demás realizan?

¿Realmente actúo desinteresadamente?
¿Es igual la disposición con mi jefe, socio
o la persona que siempre me apoya,
a la que tengo en casa, mis subalternos,
amigos, conocidos y personas en general?

Antes o después de servir a los demás,
¿pienso o espero recibir un halago, felicitación,
reconocimiento, beneficio o el favor devuelto?

¿Siempre tengo presentes los favores hechos?
¿Les recuerdo, sugiero o hago notar
a las personas mi ayuda e intervención?

¿Normalmente me arrepiento de haber otorgado
mi tiempo, bienes materiales, dinero o hacer
un compromiso que exige un esfuerzo extra de mi parte?

Ser generoso es algo que muchas veces requiere
un esfuerzo extraordinario. Para vivir mejor este valor
en lo pequeño y cotidiano, es de gran utilidad
poner en práctica las siguientes ideas:

Procura sonreír siempre, a pesar de tu estado
de ánimo y aún en las situaciones
poco favorables para ti o para los demás.

Haz el propósito de tener un detalle de generosidad
diariamente con diferentes personas
(familia, trabajo, escuela…): sacar la basura de casa;
cuidar al hermano menor; conservar limpio
y ordenado el salón de clase; llevar la tarea
o apuntes al compañero enfermo;
contestar el teléfono si quien lo hace
está fuera de su lugar.

Se accesible en tus gustos personales,
permite a los demás que elijan la comida,
película, lugar de diversión, pasatiempo,
la hora y punto de reunión.

Aprende a ceder la palabra, el paso, el lugar;
además de ser un acto de generosidad,
denota educación y cortesía.
En algunos casos es válido ceder el turno
a quien tenga una urgencia real.

Cumple con tus obligaciones a pesar del cansancio
y siempre con optimismo, buscando el beneficio ajeno.
Los padres de familia son un magnífico ejemplo,
pues sin su labor, el sustento, el orden en casa,
la educación y bienestar de los hijos, etc.,
simplemente no se darían.

Usa tus habilidades y conocimientos para ayudar
a los demás: explicando la clase a otros;
colaborando en organización de eventos;
enseñando como hacer mejor el trabajo
o la reparación de artículos domésticos;
como instructor de pintura, música,
deportes en algún club infantil o juvenil.

Atiende a toda persona que busca tu consejo
o apoyo; por más antipática o insignificante
que te parezca, considera en ti a la persona
adecuada para resolver su situación.

Cuando te hayas comprometido en alguna actividad
o al atender a una persona, no demuestres prisa,
cansancio, fastidio o impaciencia; si es necesario
discúlpate y ofrece otro momento para continuar.

No olvides ser sencillo, haz todo discretamente
sin anunciarlo o esperando felicitaciones.

El vivir en constante entrega a los demás,
nos ayuda a descubrir lo útiles que podemos ser
en la vida de nuestros semejantes, alcanzando
la verdadera alegría y la íntima satisfacción
del deber cumplido.