Ganadores – #Reflexión

«Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.» Romanos 8:37 (NVI)

Somos ganadores. Dios nos sumó a su triunfo eterno. Tenemos la victoria sobre la muerte, la angustia, los problemas, las dificultades, el diablo, la tentación, el pecado. Somos parte del equipo ganador. Salvando las diferencias, es como salir a la cancha jugando con el equipo del Barcelona y Messi, ya sabés que tenés una gran chance de ganar el partido. ¡Tenemos a Jesucristo que venció al diablo y a la muerte en la cruz del Calvario! ¡Somos más que vencedores!

Pero hay días que me levanto y me siento una hormiga pisoteada. Agotado por tanta lucha y problemas, cansado de ver como pierdo por goleada, sin esperanza de salir de nuevo a la cancha sabiendo que voy a perder el partido siguiente antes de empezar, condenado a descender de categoría por mis errores. Desanimo, angustia, desesperanza, pecado, fracaso. Son palabras recurrentes en mi mente. Y mi realidad cotidiana de algunos días.

Entonces me sobreviene un pensamiento crítico. ¿Quién soy en realidad? ¿Soy ese cristiano victorioso y ganador que Dios hizo, o soy este fracasado y derrotado que se levantó esta mañana?

Cuando la duda me carcome el cerebro, vuelvo a la Biblia, y encuentro la respuesta de Dios. NO es lo que a mi me parece, o lo que siento. No es lo que otros pastores dijeron o lo que escuche en un mensaje. Es lo que Dios dice. Y Dios afirma y sostiene que soy más que un ganador.

¿Acaso Cristo no dudó en Getsemaní suplicando no ir a la cruz? ¿Acaso no estaba angustiado hasta la muerte, tristísimo y desesperado? ¿Acaso no se sintió tan solo que tuvo que pedirle a sus amigos que le hicieran el aguante? Claro que sí. Y si el mismo Hijo de Dios tuvo ese momento difícil y fue es y será siempre un perfecto ganador, ¿por qué yo no, si estoy tomado de su gloria? Tus problemas pasan, y Jesucristo es para siempre.

Dios sabe de tus luchas. Él conoce tus debilidades y temores. Y te llama a levantar la mirada. Dejá de mirar tu problema, y mirá a la cruz vacía. Mirá la tumba vacía y miralo a Jesucristo, sentado en la perfecta gloria del cielo, en su trono de luz, llevando las marcas de la cruz. ¡Esa es tu victoria! Ahora tenés que elegir como vivir.

REFLEXIÓN – Viví como un ganador, que es lo que sos.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany