Evangelio del día – Domingo XXII del Tiempo ordinario

Evangelio del día – Domingo XXII del Tiempo ordinario – Ciclo A

EDIFICAR LA IGLESIA

En el evangelio de hoy, Pedro se ve fuertemente recriminado por Jesús: Quítate de mi vista, Satanás,… tú piensas como los hombres, no como Dios.

Parece que, para edificar la Iglesia, se necesita tanto la confesión de fe,-reconocer el amor de Dios en Jesús-, como la aceptación del camino de Jesús. Jesús es la verdad, ciertamente, pero también es el camino.

Yéndose con Él, no se malogra la vida, sino que se encuentra. Los discípulos de Jesús estamos convocados para profundizar juntos la verdad de nuestra fe, pero también y sobre todo para ayudarnos a caminar en la vida como Jesús nos muestra, sin asustarnos de los conflictos y las dificultades que eso conlleve.

La Iglesia es una escuela de vida, de la vida que se saborea al recibir la gracia del encuentro con Jesús. Esta Iglesia se edifica en el mundo humildemente, como compañera de camino de todos nuestros hermanos y hermanas en humanidad, creyentes o no.

Jesús no nos hace adversarios de la familia humana, al contrario: la fe en el Señor refuerza la alegría de sabernos hermanos de todos, sobre todo de los más pequeños.

Ojalá no merezcamos de Jesús ese reproche de “quítate de mi vista, que me haces tropezar”.

Pero si alguna vez lo merecemos, que tengamos la valentía de aceptar la corrección y saber cambiar.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro del profeta Jeremías 20,7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar «Violencia», y proclamar «Destrucción».

La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: no me acordaré de él, no hablaré más en su nombre; pero la palabra era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerla, y no podía.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

El profeta Jeremías se encuentra cansado, agotado, decepcionado y abandonado de Dios por ser portador de su mensaje a un pueblo que no le recibe. En esta situación tiene la tentación de renunciar a la misión para la que el Señor le llamó, intenta no hablar más en nombre de Dios, sin embargo toma conciencia que la Palabra de Dios no se la puede guardar para él, sino que tiene que proclamarla en voz alta sabiendo que el Señor está con él y saldrá victorioso de cualquier adversidad, porque Dios no abandona a quien confía en él.

Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

• Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R:

• ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R:

• Toda mi vida te bendeciré, y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R:

• Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene: R

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12,1-2

Hermanos:

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.

Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

El Apóstol Pablo dice a los cristianos de Roma que a Dios hemos de ofrecer un «culto verdadero» que no puede quedarse en externo y formalista.

Nuestra vida ha de ser «limpia y ejemplar», ajustándonos a lo que agrada a Dios y así será un verdadero acto de culto al Señor: interior y exterior.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,21-27

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
-«¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»

Jesús se volvió y dijo a Pedro:
-«Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»

Entonces dijo Jesús a sus discípulos:
-«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Palabra de Dios

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

El discípulo incondicional de Jesús es aquel que acepta los riesgos que conlleva el seguirle. "Tomar su cruz" supone confesar a Jesús como "Señor y Salvador" no sólo cuando las cosas nos van bien, sino también en los momentos de adversidad, sufrimiento injusto e incomprensión como el camino que nos lleva a la salvación.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

EL CRISTIANO DEBE SEGUIR LOS PASOS DE JESÚS

Jesús pasó algún tiempo recorriendo las aldeas de Galilea. La gente sencilla se conmovía ante su mensaje que hablaba de un Dios bueno y misericordioso, los pobres se sentían defendidos, los enfermos y desvalidos agradecían a Dios su poder de curar y aliviar su sufrimiento.

Anunciaba la Buena Noticia de Dios y su proyecto de un mundo más justo en Jerusalén, centro de la religión judía y sabía que esto era peligroso que «allí iba a padecer mucho». Al apóstol Pedro le horroriza imaginar a Jesús clavado en una cruz, porque sólo piensa en un Mesías triunfante a quien todo le tiene que salir bien.

Por eso el discípulo en ese momento reprende al maestro y le dice: «No lo permita Dios, Señor. Eso no puede pasarte».

Jesús reacciona con una dureza inesperada y le dice: «Apártate de mí Satanás», ocupa tu lugar de discípulo y aprende a seguirme, no quieras desviarme de la voluntad de mi Padre, no quieras obstaculizar el camino que debo seguir.

La gran tentación de los cristianos hoy puede ser querer confesar solemnemente a Jesús como «Hijo del Dios vivo» y luego pretender seguirle sin cargar con la cruz, vivir el Evangelio sin renuncia ni coste alguno, querer colaborar en el proyecto del reino de Dios y su justicia olvidando que podemos encontrarnos con el rechazo de los demás.

Quien se decide a ir detrás de Él puede terminar envuelto en tensiones y conflictos cargando con su cruz, una cruz en la que se encontrará con la paz del Señor y con su amor inconfundible


Evangelio del día – Domingo XXII del Tiempo ordinario – Ciclo C

LA HUMILDAD Y LA GENEROSIDAD

La virtud de la humildad es una virtud que no tiene una alta cotización en nuestra sociedad ni entre nosotros, porque nos parece que tiene dimensiones negativas que hacen referencia a lo que nos avergüenza, a lo que nos pueden echar en cara o a lo que nos gustaría esconder de nosotros mismos.

Nuestra sociedad se parece algo a un gran banquete del que todos queremos sacar una buena tajada, en el que todos queremos estar en la mesa presidencial o en los primeros puestos, aunque sea a costa de pisotear, calumniar, poner zancadillas, ser injustos y todo porque nos creemos con el derecho de que reconozcan nuestros méritos, nuestra fama, nuestro prestigio, nos creemos con derecho a las alabanzas, los honores, los privilegios.

Toda persona debería empezar por reconocer sus cualidades y también sus defectos, sus cosas buenas y también sus cosas malas, toda persona debería reconocer cómo es realmente.

Debemos sentirnos felices y gozosos porque Dios nos ama tal como somos y a la vez hemos de ser conscientes de que tenemos la responsabilidad de administrar bien, utilizar y saber hacer fructificar todo eso que el Señor ha puesto en nuestras manos, para nuestro bien y para el bien de los demás.

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,17-18.20.28-29):

Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.

No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11

R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres

Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.22-24a):

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.

Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Palabra de Dios

Evangelio
Evangelio según san Lucas (14,1.7-14),

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: «Cédele el puesto a éste.»

Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba.»

Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor

AMAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO

Jesús es siempre desconcertante. Al anfitrión que lo había invitado a comer a su casa le dice: “No invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos”.

Pero, ¿hay algo más legítimo y natural que estrechar lazos con las personas que nos quieren bien? Al mismo tiempo, Jesús le indica en quiénes ha de pensar cuando invite a su casa: «Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos».

Jesús le está proponiendo un mundo al revés, porque de los lisiados, cojos y ciegos nada se puede esperar, los pobres no tienen medios para corresponder a la invitación.

Jesús no rechaza el amor familiar ni las relaciones amistosas, lo que no acepta es que estas sean siempre las relaciones prioritarias, privilegiadas y exclusivas.

A los que entran en la dinámica del reino de Dios buscando un mundo más humano y fraterno, Jesús les recuerda que la acogida a los pobres y desamparados ha de ser anterior a las relaciones interesadas y a los convencionalismos sociales.

El camino del amor gratuito que Jesús nos pide a los que queramos seguirle es difícil, porque requiere dar sin esperar mucho, perdonar sin apenas exigir, ser pacientes con las personas poco agradables, ayudar pensando solo en el bien del otro, renunciando de vez en cuando a pequeñas ventajas, poniendo alegría en la vida del que vive necesitado, regalando algo de nuestro tiempo sin reservarlo siempre para nosotros, colaborando en pequeños servicios gratuitos.

Jesús nos dice estas dos bienaventuranzas: «Dichoso tú si no pueden pagarte» y también: «Dichosos los que viven para los demás sin recibir recompensa.

El Padre del cielo los recompensará».