El Papa inaugura el Congreso Diocesano de Roma

El Papa inaugura el Congreso Diocesano de Roma

La diferencia entre el hombre y la mujer hace crecer a los hijos. Las familias reaccionen a la colonización ideológica. Lo dijo el Papa en la tarde de este domingo al abrir, ante 20 mil fieles presentes en la plaza de San Pedro, el Congreso Eclesial de la Diócesis de Roma. Francisco se dirigió a catequistas, sacerdotes, agentes pastorales y, sobre todo, a los padres, a cuya responsabilidad está dedicado este Congreso. “Siembren amor” – recomendó a los padres – “y recuerden que los hijos son sagrados”. La síntesis de nuestra colega Gabriella Ceraso.
Una gran alegría estalló en la plaza de San Pedro cuando el Papa y Obispo de Roma llegó al atrio de la Basílica, deteniéndose varias veces con el auto para estrechar manos y abrazar a los niños. Lo saludaba su diócesis que, según afirma el Cardenal Vicario Agostino Vallini, “desde hace años lleva a cabo una pastoral en salida. Ahora nos apasiona el desafío de transmitir la fe a las nuevas generaciones a partir de los padres”.
Renacimiento de Roma
Y es a ellos que el Papa se dirigió tomando la palabra, después de la invocación al Espíritu Santo. Prosigamos juntos, afirmó, en el camino de transmisión de la fe de la cual esta ciudad tiene tanta necesidad para un “renacimiento moral y espiritual”:
“Nuestra ciudad debe renacer moral y espiritualmente, porque parece que todo es lo mismo, que todo es relativo; que el Evangelio es sí una bella historia de cosas bellas, es bello leerlo, pero queda ahí, una idea”.
Es un grande compromiso, especialmente pensando en los adolescentes que deben enfrentar “las colonizaciones ideológicas que avenenan el alma y la familia”:
“Estas colonizaciones ideológicas, que hacen tanto mal y destruyen una sociedad, un país, una familia. Y por esto tenemos necesidad de un verdadero renacimiento moral y espiritual”.
La llamada a ser padres
Y acerca del misterio de ser padres, Francisco se detuvo en tres palabras simples. La primera es vocación: porque ser papá y mamá – dijo – es una llamada de Dios “a amarse totalmente sin reservas, cooperando con Dios en este amor y en transmitir la vida a los hijos”:
“El Señor los ha elegido para que se amen y transmitan la vida. Estas dos cosas: la vocación de los padres. Ésta es una llamada bellísima porque nos hace crecer, de manera del todo especial, a imagen y semejanza de Dios. Ser papá y mamá significa de verdad realizarse plenamente, porque es volverse similares a Dios”.
Llamados a amarse y a creer en la belleza del amor: esto es lo que sus hijos ven, dijo el Papa, no lo olviden:
“Para un hijo no hay enseñanza y testimonio más grande que ver a sus padres que se aman con ternura, se respetan, son gentiles entre ellos, se perdonan mutuamente: es lo que llena de alegría y felicidad verdadera el corazón de los hijos. Los hijos, antes de habitar una casa hecha de ladrillos, habitan en otra casa, todavía más esencial: habitan el amor recíproco de los padres”.
La diferencia fundamental entre hombre y mujer
La segunda palabra sobre la cual reflexionar es comunión. “Ser padres” – recordó Francisco – “se funda en la diversidad bíblica de ser varón y mujer”:
“Ésta es la primera y más fundamental diferencia constitutiva del ser humano. Es una riqueza. Las diferencias son riquezas. Hay tanta gente que tiene miedo de las diferencias, pero son riquezas”.
Una diversidad que se hace complementariedad y reciprocidad, subrayó el Papa, que hace crecer a los cónyuges pero, sobre todo, hacer madurar a los hijos:
“Los hijos maduran viendo a papá y mamá así; maduran la propia identidad en comparación con el amor que tienen papá y mamá, en comparación con esta diferencia”.
Jamás usar a los hijos
Una diversidad que deber ser custodiada, advirtió el Papa, pero que si se transformara en tensión, dijo, deben pedir ayuda sobre todo a Dios y luego “si la separación parece inevitable” sepan que la “Iglesia los lleva siempre en el corazón y que su deber educativo no se interrumpe”. De aquí su súplica: “no usen a sus hijos como rehenes”:
“¡Nunca, nunca hablar mal del otro a los hijos! ¡Nunca! Porque ellos son las primeras víctimas de esta lucha y – permítanme la palabra – también de este odio, tantas veces, entre los dos. ¡Los hijos son sagrados! ¡No los hieran!”
El último empeño que Francisco dejó a los padres es la misión. “El don del matrimonio es misión”, dijo: “Sean colaboradores del Espíritu Santo que susurra las palabras de Jesús, séanlo también para sus hijos”:
“Ellos aprenderán de sus labios y de su vida que seguir al Señor dona entusiasmo, ganas de darse por los otros, dona esperanza siempre, de frente a las dificultades y a los dolores, porque no se está jamás solos, sino siempre con el Señor y con los hermanos”.
Los abuelos preciosos para la familia
Y antes de las oraciones finales y de confiarse a la Virgen el Papa recordó a los abuelos. Ellos, que han salvado la fe en tantos países en los que estaba prohibido practicar la religión, ellos que enseñaban las oraciones a los niños. Ellos tienen la sabiduría, no se avergüencen, repitió el Papa, “tenerlos en casa es una riqueza”.
MCM-