Domingo 15º del Tiempo ordinario

Domingo 15º del Tiempo ordinario

PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante

La fe que celebramos cada domingo alrededor de la mesa en la que celebramos la Cena del Señor, no es para ser vivida individualmente, ni al margen de la vida de los hombres.
Creer en la fuerza liberadora del amor de Jesucristo nos ha de llevar a proclamar el Evangelio por todo el mundo, con sencillez y confiando en la providencia del Padre del Cielo y reflejando en nuestra propia vida, la de Jesús.

Poniéndonos de pie recibimos al celebrante que preside esta asamblea Eucarística de este domingo décimo quinto durante el año.

AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

El Señor nos manifiesta cómo Él escoge en forma personal y directa a quien llama para anunciar la salvación que realiza en Jesús, su Hijo; llamado que es irresistible y que debe cumplirse a pesar de todas las dificultades. Y Jesús envía a sus apóstoles, como sus representantes personales, para que actúen con su poder y en su nombre, para hacer presente su persona y sus enseñanzas a aun mundo enfermo que necesita la salvación. Y hoy Él también nos envía a cada uno de nosotros como responsables de esa tarea.

1ª. LECTURA: (Am 7, 12-.15) (Ver texto)

Este texto nos muestra cómo es el auténtico profeta, que no se vende por nada ni por nadie, y su profecía, porque proviene de Dios, resulta realmente incómoda, aún para aquellos que se creen los más religiosos.

SALMO RESP.: (84, 9ab. 10-14) (Ver texto)

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia,
y danos tu salvación.

2ª. LECTURA: (Ef 1, 3-14) (Ver texto)

Pablo eleva un cántico de acción de gracias a Dios, porque en su benevolencia nos ha escogido desde toda la eternidad y nos ha predestinado a ser sus hijos.

EVANGELIO: (Mc 6, 7-13) (Ver texto)

En el santo Evangelio escuchamos ahora al mismo Jesús, que concreta la actitud evangelizadora: dar con libertad y con sencillez. Aclamémoslo cantando jubilosamente el Aleluya.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

CELEBRANTE:

Elevemos ahora a nuestro Dios rico en misericordia, esta oración humilde y sencilla de verdaderos hijos suyos, en la que le suplicamos por la Iglesia y por todos los hombres, nuestros hermanos.

GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:

«PADRE, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN»

v Por la Santa Iglesia y el Papa Francisco, para que todos escuchemos en su palabra la misma de Jesús, que hoy también nos manifiesta que nuestro mundo y cada uno de nosotros, necesita convertirse y que tenemos que volver a revivir nuestro compromiso cristiano, oremos…

v Por nuestro Obispo, para que tu Santo Espíritu lo ilumine y fortalezca en su misión de guiarnos para que sepamos dar respuesta a tu llamado, y formar así, una Iglesia diocesana verdaderamente responsable de una nueva evangelización, de cara a dar respuesta a las necesidades de este tercer milenio, oremos..

v Por nuestra patria, para que ante esta situación que estamos viviendo, nos unamos todos, con nuestra ferviente oración, para pedirte por la salud de nuestro pueblo, especialmente por quienes están en mayor situación de riesgo, oremos…

v Por los que sufren, los más pobres, los que no encuentran trabajo, los sin techo, para que en tu Hijo encuentren la fortaleza, y en nosotros, la caridad fraterna que tanto predicamos y que tan poco cumplimos, oremos…

v Por nuestra comunidad, para que seamos verdaderos discípulos de Cristo y compartamos con todos nuestros hermanos, el don recibido: la Buena Noticia del amor de Dios y la presencia de Jesucristo entre nosotros, oremos…

CELEBRANTE:

Padre, Tú sabes que nuestra plegaria es pobre y que nos cuesta expresar nuestros anhelos. Mira pues, el deseo que tenemos de vivir como verdaderos hijos tuyos y guíanos, a nosotros y a todos los hombres, hacia tu Reino de amor, de justicia y de paz. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

Estas ofrendas son signo de la ofrenda personal que ahora le presentamos al Padre, y hoy más que nunca debe ser nuestra disposición a ser quienes lleven su mensaje de salvación a tantos hombres que aún no lo conocen o lo han abandonado.

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)

Jesucristo es la única y verdadera respuesta que todos los hombres esperamos, por eso ahora, con gozo elevemos nuestra acción de gracias por todo lo que él representa para nosotros.

COMUNIÓN:

En el Salmo le pedíamos al Señor que nos mostrara su misericordia, que es el mismo Jesús; ahora, al acercarnos a comulgar, repitamos ese pedido para que Jesucristo nos de fuerzas para vivir su Evangelio cada día.

COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.

Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.

DESPEDIDA:

Quien ha experimentado la presencia de Dios, ya no puede seguir viviendo sin reflejar en su propia vida la de su Hijo, impregnando de Evangelio cada uno de los ambientes donde transcurre su existencia, y confiando, por sobre todo, en la providencia del Padre del Cielo.