Domingo 13 del Tiempo ordinario

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

1 Reyes 19, 16b. 19-21 / Gálatas 5, 1. 13-18 / Lucas 9, 51-62
Salmo Responsorial Sal 15, 1- 2a. 5. 7-11
R/. » Señor, Tú eres la parte de mi herencia”

Santoral:
San Josemaría Escrivá de Balaguer,
San José María Robles,
y San José María Ma-Tai-Shun

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Eliseo partió y fue detrás de Elías

Lectura del primer libro de los Reyes
19, 16b. 19-21

El Señor dijo a Elías: «A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti».
Elías partió y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto.
Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré».
Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?»
Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 15, 1- 2a. 5. 7-11

R. Señor, Tú eres la parte de mi herencia.

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien».
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte! R.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.

Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna
a tu derecha. R.

Ustedes han sido llamados para vivir en libertad

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Galacia
5, 1. 13-18

Hermanos:
Ésta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.
Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor. Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros.
Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Se encaminó decididamente hacia Jerusalén.
Te seguiré adonde vayas

a Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
9, 51-62

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».

Palabra del Señor.
Reflexión

JESÚS CONDENÓ LA VIOLENCIA POR MOTIVOS RELIGIOSOS
1.- Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos? Jesús se volvió y les regañó. En varios pasajes de la Biblia podemos leer frases en las que judíos piadosos le piden a Yahvé que extermine a sus enemigos y que acabe con ellos. La intención primera, claro está, es que los enemigos se conviertan e Israel pueda ser el auténtico trono y reino de Dios. Hoy, en este relato evangélico, según san Lucas, los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, le piden a su Maestro que les permita mandar fuego del cielo contra los Samaritanos por no haberles permitido a ellos alojarse en su territorio, por el simple hecho de que se dirigían hacia la ciudad enemiga de Samaria, Jerusalén. Jesús les regaña y no accede a su petición. Hoy, en nuestro siglo 21, leemos casi todos los días noticias de actos de terrorismo realizados en nombre de principios religiosos. Aunque sabemos que en estos casos el motivo religioso está siempre unido a otros motivos políticos, étnicos, o de cualquier otra clase, los cristianos debemos condenar siempre, radicalmente y sin excusas, todos estos actos terroristas. El Dios cristiano es un Dios de amor y no de odio, de reconciliación y no de venganza. El texto lucano del evangelio de este domingo nos puede servir para fundamentar nuestra condena del terrorismo. Ya han pasado, afortunadamente, los tiempos de las cruzadas y de la Inquisición y hoy los cristianos debemos ser hombres que prediquemos la paz y la armonía entre todas las personas y entre todos los pueblos, siempre y radicalmente.
2.- La vocación religiosa exige radicalidad: “el que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios”. No es necesario pensar que los que hemos sido llamados a la vocación religiosa tengamos que ser necesariamente mejores personas que los demás. Es verdad que el seguimiento de la vocación religiosa exige radicalidad, es decir, exige renunciar a muchas satisfacciones y exigencias que se encuentran en la vida familiar, al desapego del dinero y de otras ambiciones del mundo, pero también es verdad que las personas que hemos seguido la vocación religiosa tenemos ciertas ventajas, espirituales y sociales, que no se encuentran en la vida familiar, tal como hoy se vive generalmente. Los casos de los que hoy nos habla el evangelio son de personas que no se atrevieron a aceptar la radicalidad del seguimiento que Jesús les exigía. Hoy día, no podemos pensar que la escasez de vocaciones a la vida religiosa tenga siempre que ver con la falta de disposición a aceptar la radicalidad que, como decimos, exige el seguimiento a la llamada de Jesús. Hay otras muchas causas, sociológicas y religiosas, que explican este hecho y que aquí no podemos ni enumerar. En cualquier caso, sí debemos decir que a la hora de seguir el llamamiento a la vocación religiosa no debemos fijarnos tanto en nuestra propia fuerza interior, sino, sobre todo, en la fuerza del Señor que nos llama. Quizá, a la hora de decidir, lo mejor será pensar con san Agustín, que Dios nunca nos va a pedir que demos más de lo que, con su gracia, podremos dar. Pidamos, pues, al Señor, con frase agustiniana, que “nos dé lo que nos manda y que nos mande lo que quiera”.
3.- Elías se marchó y encontró a Eliseo… Elías pasó a su lado y le echó el manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo. Elías le dijo: ve y vuelve; ¿quién te lo impide? La disposición de Eliseo para seguir la vocación de profeta a la que Dios, por medio del profeta Elías, le llamaba, era una disposición radical, tal como demostró después durante toda su vida. Renunció a seguir viviendo con sus padres y a todas sus posesiones materiales, incluidos los bueyes con los que estaba arando. El amor a los padres era un deber sagrado para todo judío; algunas frases de Jesús que pueden dar a entender lo contrario, como alguna frase de las que hemos leído en el evangelio de este domingo, debemos entenderlas en un contexto distinto y no deben entenderse literalmente, sino fijándonos en el mensaje que quieren dar, el mensaje de la radicalidad y de anteponer la predicación del reino de Dios y el cumplimiento de su voluntad a todo lo demás. Porque todo lo demás se nos dará por añadidura.

Gabriel González del Estal
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NOS INVITA A SEGUIRLE
1.- Vocación y misión. La misión del profeta pasa de Elías a Eliseo. Este es un pobre labrador, pero en medio de su humildad siente la llamada del Señor, a través de un mediador: Elías impone su manto sobre Eliseo para significar que le transfiere la misión profética. Es como una imposición de manos: el vestido era considerado como parte de la persona que lo vestía. Por lo tanto, el gesto de Elías significa que Eliseo participa desde este momento del espíritu de Elías. Esta concepción acerca del vestido la vemos claramente en el caso de Jonatán que, queriendo expresar su amistad con David y hacer un pacto con él, le entregó su manto y David, vestido con el manto de su amigo, participó de su fortaleza, de suerte que tuvo éxito en todas sus empresas bélicas. También, cuando David mostró su arrepentimiento por haber cortado fraudulentamente un trozo de manto a Saúl, entendiendo que eso era una injuria a la misma persona sagrada de su propio rey. Todavía hoy entre nosotros se considera una grave injuria el cortarle a uno el remate de su boina o la punta de la corbata, pues es como si esto afectara a la misma persona.
2.- Somos de Cristo. Los gálatas han vuelto a encerrarse en preocupaciones religiosas estériles pues lo que cada uno quiere únicamente es evitar los reproches de Dios, y eso tiene mucho de egoísmo. La vida cristiana, sin embargo, no es así. El que tiene el Espíritu de Cristo no se preocupa por no pecar, sino por amar. Lo que a Dios le importa es que salgamos de nuestros pequeños problemas para que nos anime su Espíritu. Es lo que dice ahora Pablo. El creyente realmente libre es el que se considera «esclavo» de Cristo. Esa es la manera de «tener fe» en la vida diaria: solucionar todo pensando que soy de Cristo y estoy al servicio de mis hermanos. De ahí nacen alegría y paz. Espíritu y carne no son dos partes del hombre, sino sólo dos orientaciones divergentes de toda persona.
3.- La radicalidad del seguimiento de Jesús. Es hermosa la disposición del escriba. Quiere seguir a Jesús a todas partes. Jesús no contesta con una negativa ni con una aprobación. Solamente muestra lo que aguarda el que le quiera seguir. Porque llegar a ser discípulo de Jesús significa compartir la vida propia de Jesús. Los hombres tenemos un hogar, o por lo menos el anhelo de llegar a tenerlo. Nos es natural buscar la seguridad en nuestra propia casa. Jesús no tiene en donde reclinar la cabeza. Para él la seguridad de su vida es el Padre del cielo. Después del escriba viene un discípulo y pide a Jesús que antes de reunirse con él pueda cumplir los deberes de piedad con su anciano padre. Esta espera podría también durar un prolongado período de tiempo. La respuesta de Jesús parece sumamente rigurosa. Sígueme. Este seguimiento es mucho más importante y urgente que cualquier obligación filial. Deja a los muertos que entierren a los muertos. El seguimiento de Jesús lleva de la muerte a la vida.

José María Martín OSA
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Y TÚ ¿QUÉ QUIERES?
1.- Yo quisiera que…
La Palabra de Dios (y no la mía por supuesto) moviera de tal manera el interior de los oyentes que les hiciera saltar de un antes tortuoso a un después lleno de felicidad
La Eucaristía (aquella que se necesita y a la que no se asiste con el piloto automático o por simple obligación) fuera la presencia real y misteriosa de un Jesús que alimenta los deseos de vivir según El.
Las catequesis se convirtieran en encuentros personales y comunitarios con la vida del Resucitado. Trampolines de un descubrimiento impresionante de Aquel que dio el todo por los hombres y no pasos obligados para comulgar, confirmarse o casarse por o en una iglesia.
Yo quisiera, como nos recuerda el Papa Francisco, que anunciásemos la misericordia del Señor más allá de códigos de conducta moral.
2. Yo quisiera que…
Los sacerdotes fuésemos juglares y heraldos de un evangelio que ni se compra ni se vende sino que, a favor y en contra, se presenta tan y cual es. Que pregonásemos con convencimiento, y sin rubor alguno, un mensaje que desata reacciones de pasión y de odio, de interés e indiferencia, de vida o de sufrimiento. Que huyésemos de aquellas seguridades que, a veces, nos convierten en simples funcionarios o dispensadores de servicios.
La religiosidad popular (esa que expresamos exteriormente empujada por una fuerza interna) no se quedase reducida a los parámetros de la cultura, identidad, folclore o de las características de un pueblo.
El mundo (mi parroquia y mi pueblo, mi familia y mis amigos, mis compañeros y mis amistades, etc.,) acogieran a Jesús con la misma alegría y el mismo encanto que aquellos primeros apóstoles que dejaron todo por seguirle.
3.- Yo quisiera que…
Los medios de comunicación social se hicieran eco del mensaje del Evangelio como la mayor novedad para sus audiencias
Yo quisiera, como decía Santa Teresita del Niño Jesús, que este mundo fuera un pedazo de cielo. Porque a veces, también yo pienso en recurrir a esas “llamaradas” que pedían los entusiastas y cabreados amigos de Jesús ante la dureza y cerrazón de los samaritanos… y de nuestro propio mundo.
¿Cómo puede vivir este mundo tan de espaldas a lo que le podría hacer feliz?
¿Cómo pueden vivir en permanentemente ceguera los que intentan dirigir?
¿Cómo con tanto esfuerzo y trabajo no vemos aparentemente fruto?
Esta es nuestra misión; descubrir y hacer descubrir que JESÚS sigue siendo vital para un nuevo orden y una nueva situación de la humanidad. ¿Qué lo tenemos difícil? ¡Cuando ha sido fácil presentar sin fisuras e íntegramente su proyecto!
Este es nuestro empeño; hacer llegar a nuestras asambleas que, aquello que oyen y comen, rezan y practican, tiene una causa y un efecto, un poder y una realidad, un fin y un futuro: CRISTO
El Señor, aunque nos parezca todo lo contrario, nos sigue llamando. ¿Cómo le respondemos?
Que este verano, recién estrenado lejos de empujarnos a ser pirómanos de situaciones complicadas nos haga recuperar el sentido del evangelio como el mejor tonificante y refresco para tantas personas y almas quemadas.

Javier Leoz
www.betania.es