Dejarse llevar, entregarse, lanzarse

Dejarse llevar, entregarse, lanzarse

Ahora pasamos de curso, ya somos conscientes de nuestras debilidades pero ahora ya no vamos a luchar más en contra de nuestras oscuridades porque no es nuestra misión, sino la misión de Dios. Ya no vamos a hacer la guerra contra el mal sino favorecer el bien. El único capaz de hacer la guerra al mal es Dios. Nos tenemos que dejar llevar completamente por el bien, analízate con detenimiento y haz una lista de las cosas que salen de tu corazón de forma virtuosa y que te llenan de paz, alegría, amor, etc. Porque a partir de ahora nos vamos a dirigir hacia esto porque como ya sabemos los frutos del espíritu Santo son: Gálatas 5,22 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”
Efesios 5,8 “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”

Por ejemplo si te llena de gozo dedicarte a los pobres y a los enfermos, si te llena de gozo rezar y amar a Dios y a los demás, si te llena de gozo ser amable con las personas por la calle, ayudar a una persona mayor a cruzar la calle, etc. No te cortes nunca más, a partir de ahora déjate llevar por todo aquello que te mande las virtudes del corazón, entrégate a los frutos del espíritu Santo.

Antes nos agotábamos espiritualmente porque luchábamos contra corriente, nadábamos y nadábamos pero la corriente nos arrastraba excepto cuando le pedíamos ayuda a Dios, entonces se aliviaba la presión porque es Dios el único capaz de luchar contra el mal y vencerlo. Así que a partir de ahora ya no vamos a pelear más contra el mal sino que vamos a pedir ayuda a Dios y nos centraremos en los frutos del Espíritu Santo, ahora vamos a entregarnos totalmente al amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.

Vamos a aprender a no luchar y simplemente dejarnos llevar por la corriente, pero por la corriente buena de la virtud y no por la corriente mala del pecado.

Ya no nos agotaremos más por hacer la guerra contra el lado oscuro de nuestro interior ni nos dará nunca más un dolor de cabeza. A partir de ahora nos relajamos y nos guiamos por el corazón. Desterramos la lucha, simplemente ahora pediremos a Dios ayuda cuando notemos que nos inclinamos hacia una tentación y la olvidaremos para centrarnos en los frutos maravillosos del Espíritu Santo. Con este sistema vamos a permitir que la luz de Dios se haga más intensa en nuestra alma y sea la misma luz de Dios la que expulse de forma natural las tinieblas. A más cantidad de luz menos oscuridad.

Cada vez que acuda a tu mente, un mal pensamiento, a tus ojos una mala imagen, a tu corazón un mal sentimiento, a tus oídos un comentario desafortunado, etc. Aprende a ignorarlo diciendo “no me interesa” no luches contra ello, simplemente céntrate en un pensamiento o sentimiento de amor y llénate de luz y pide a Jesús o a La santísima Virgen que te libren de las malas influencias y tentaciones. Puedes pedir ayuda al Arcángel Miguel “defiéndeme en la batalla contra los enemigos de Cristo” no luches, cambia de río. Visualizate que dejas de nadar contra corriente en un rio embravecido y que sales de él para entrar en otro de aguas puras, templadas y suaves para dejarte llevar por ellas dulcemente.

1 Juan 4,8 “El que no ama, no ha conocido a dios; porque Dios es amor”

1 Juan 4,16 “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”

1 Juan “Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.”

Dios es amor nos lo dice san Juan. Santo Tomás de Aquino nos enseña que Dios es la suma de todas las perfecciones y que en Dios no existe ni un ápice de imperfección, por lo tanto no puede salir de Dios ninguna maldad ni tampoco ningún sentimiento nocivo porque ya no son perfectos ya que conllevan inestabilidad y son lo contrario a la virtud. Por lo tanto cualquier pensamiento, sentimiento o acción que no sea virtuosa no es de Dios y en vez de combatirla simplemente la ignoraremos con un ¡No me interesa! Y automáticamente nos centraremos en la virtud del amor y nos gozaremos en la alegría del amor de Dios.

1Juan 2,8–5,16 “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos…Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él… Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro… todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros…Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte…Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad…Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado…Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor…En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros…Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él…En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso…Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida.

Abrazar las virtudes, propiciar lo bueno e ignorar lo malo, las tentaciones nuestras y el pecado de los demás. Amar a Dios porque nos ama mucho más a nosotros y amar a todos sus hijos porque es mandato de nuestro Dios. Cuando un hermano cometa pecado debemos levantar el corazón a Dios para pedir luz para él y no debemos tenérselo en cuenta y digámosle al Padre las palabras que Jesús nos enseñó en la cruz:

Lucas 23,34 “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.”

Digámosle: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen y automáticamente olvidarnos de su pecado, de su falta cometida porque no es nuestro papel juzgar y si juzgamos es que en realidad no estamos perdonando porque el amor por un hermano todo lo perdona y todo lo excusa. Y si no perdonamos así con autentico amor ¿Cómo nos perdonará a nosotros nuestro Padre supremo?

Lucas 6,37 “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.”

Tenemos que permitir dejarnos llevar por los frutos del Espíritu Santo e ignorar las tinieblas vengan estas de donde vengan. Cuando una persona delante de ti cometa faltas y no puedas en ese momento rezar tan solo haz discretamente una cruz en el interior de tu mano con un dedo de la otra mano y levanta tu corazón a Dios con la imagen en tu mente de esa persona y no te preocupes que a partir de ese momento se encargará el Señor de ayudarle. San Pablo en Corintios nos orienta en este sentido

1Corintios 13,4-13 “El amor es sufrido, es benigno… Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.”

Dejémonos llevar por el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza e ignoremos las tinieblas con la gracia de Dios.

José Antonio Fernández. 21/05/2015