CELEBRACIONES DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN LA DIÓCESIS Y BODAS DE PLATA DE LA PARROQUIA DE MAQUINISTA SAVIO

En la diócesis de Zárate Campana todas las parrqouias celebraron a la Inmaculada Concepción de María. En la jurisdicción de la iglesia catedral de Santa Florentina tuvo lugar la tradicional procesión náutica, con la presencia de Mons. Edgardo Galuppo y el Pbro. Hugo Lovatto. Por la tarde tuvo lugar en la iglesia catedral la celebración de las segundas comuniiones solemnes, en eucaristía presidida por Mons. Santiago Herrera. Rector del Seminario. El Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga presidió la eucaristía, por la mañana, en la comunidad «Cenacolo» y por la tarde recibió a la procesión en Maquinista Savio, de la que participaron 4.000 personas, y que culminó en el gran ginmasio parroquial puesto que la capacidad del templo se vio desbordada. Fue la ocasión de celebrar las bodas de plata de la parroquia de la Inmaculada Concepción, de esa localidad que abarca sectores de los partidos de Escobar y de Pilar, y que fue erigida en 1985. En con la multitud que colmó el gimnasio se encontraban fieles de todas las capillas y centros pastorales de la jurisdicción, religiosos, religiosas, un grupo de seminaristas diocesanos, los diáconos permanentes Rev. Heredia y Rev. Cerrano y los sacerdotes que concelebraron con el Obispo, a saber: Mons. Justo Rodríguez Gallego, cura párroco, Mons. Edgardo Galuppo, vicario general (y ex-cura párroco de Maquinista Savio), Mons. Marcelo Monteagudo (delegado para las misiones), Mons. Daniel Ferrari (presidente de la comisión judicial de la diócesis), el Pbro. Nicolás Guidi, el Pbro. José de Estrada y el Pbro. Alfredo Meóniz.
Nuestro Obispo Oscar tuvo la siguiente homilía:

HOMILÍA DE MONS. OSCAR SARLINGA EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
MAQUINISTA SAVIO (PARTIDOS DE ESCOBAR Y PILAR)
8 de diciembre de 2010, en las “Bodas de Plata” de la parroquia de la Inmaculada Concepción
Queridos hermanos sacerdotes, autoridades civiles, diáconos permanentes, seminaristas, religiosos, religiosas, hermanos y hermanas todos
Proclamamos una vez más a María, con todo nuestro corazón, la Bienaventurada, la Feliz, porque ha creído. Luego de la procesión realizado, que ha sido casi una peregrinación, a lo largo de quince cuadras, con tanta feligresía proveniente de las distintas capillas y centros pastorales, celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción, en las “bodas de plata” de esta parroquia, joven, de esta región, también joven y tan poblada.
I
LO QUE FUE OBRANDO LA VIRGEN INMACULADA EN MAQUINISTA SAVIO
En efecto, tierras de antigua cristiandad no podrían ser éstas, porque no lo son de antigua población, y tampoco han pertenecido a esos centros de la más antigua evangelización de la zona, como el histórico Pilar viejo, o, ya más en el interior de la diócesis, Santiago del Baradero (del siglo XVII) o San Antonio de Areco y Capilla del Señor, ambas poblaciones del siglo XVIII. Con el sucederse de la historia, y porque nada escapa al designio providente de Dios, Él quería que la Inmaculada tuviera su templo en esta región, que estaba llamada a ser un lugar populosísimo de la Provincia de Buenos Aires, y que deviniera, con el tiempo, una jurisdicción parroquial de la diócesis de Zárate-Campana, a la que creó S.S. Pablo VI en 1976.
Según palabras registradas de un testigo directo, de la familia Nieto, en los recientes orígenes de Maquinista Savio se tenía ya desde el inicio la intención de construir una capilla, para lo cual la consecución del terreno acabó materializándose en 1958, ubicado aquél, precisamente, en la división territorial de los partidos de Escobar y Pilar, del lado de la acera de este último. Aunque parezca especial, una calle que separa ambos partidos hace que el actual templo se ubique en la acera correspondiente a Pilar. Por entonces, la familia Beliera donó el terreno para la escuela, y la familia Nieto el de la iglesia, que era un proyecto. Faltaba el templo. En 1980 el cura párroco de Garín, Padre Perna, manifestó la intención de construir dicho templo, más allá de las diferencias entre los límites de los partidos en el que el predio donado se ubicaba. Fue así como en 1981 se edificó la capilla, “Inmaculada Concepción”, con el aporte de donaciones locales y uno significativo de que llegó de los católicos alemanes, gestionado por el Padre Florencio de Del Viso. En 1985 el entonces Obispo diocesano, Mons. Alfredo Mario Espósito, la erigió como parroquia.
Por aquí pasaron, pues, el Padre Perna, el Padre Florencio, el Padre Elías, el Padre Sposaro, el Padre Edgardo Galuppo, el P. Hugo Acuña, y por cierto el P. Justo Rodríguez Gallego quien, junto con los laicos colaboradores, puso un sentido de misionariedad, de comunión y paz. Fue de importancia el aporte pastoral de la diócesis de Toledo a estas tierras, con la voluntad de configurar una parroquia misionera y solidaria, y en esta historia vivida, historia sagrada, continuó, pues, como lo he dicho, Mons. Justo Rodríguez Gallego, junto con sus colaboradores laicos, habiendo concluido el templo parroquial, el cual tuve la dicha de consagrar solemnemente, el 8 de mayo de 2006, hace exactamente 4 años. El Obispado quiso donar el altar, lugar de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, desde donde es construida y fortalecida, en y por Cristo, la comunidad parroquial. En muy sucinta historia, me comprenderán ustedes, ésta es historia vivida de la comunidad católica de Maquinista Savio, es historia guiada por la mano Providente del Padre, y por la poderosa intercesión de María, la Inmaculada Concepción, la Esposa del Espíritu Santo, la Madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor.

II
LA INMACULADA CONCEPCIÓN, “KEKHARITOUMÉNE” MADRE DEL MESÍAS SALVADOR
Sí, hermanos todos que forman esta multitud reunida en este gran gimnasio, estamos hoy aquí en esta parroquia de la Inmaculada Concepción para manifestar, exclamar, declamar, nuestro amor a María Santísima, Madre de Dios y de la Iglesia, Madre de cada uno de nosotros, pues el Evangelio, asegurándonos que la Virgen es Madre de Dios (Cf Lc 1,26ss) nos ofrece la base granítica, a la que no puede rozar la menor sombra de duda, para dar a María el honor debido y la efusión de un sentimiento afectuoso que, como amoroso eco, se resume en el Hijo, en Cristo. Ella, María, es la “llena de gracia” (Lc 1,28), la Kekharitouméne, la cual nos ha dado a Jesucristo, razón por la que cada uno puede ver cuánto el ejemplo de la Virgen, su intercesión, su protección, nos ayudan grandemente, como fieles suyos, a renovarnos interiormente y a reconciliarnos con Dios y con los hermanos, así como a huir del pecado y de sus consecuencias.
Y la “Inmaculada Concepción”, más que una “advocación”, o “título” de la Virgen, es lo que Ella misma es. La Virgen misma es la Inmaculada Concepción, porque Ella, la Virgen, es la obra maestra de la redención obrada por Cristo. Por la potencia de su amor y de su mediación única y universal, Cristo ha obtenido que la Madre fuera preservada del pecado original; por ello María ha sido totalmente redimida por Cristo, ya antes de ser concebida, en razón de la misión que le reservaba el Padre , el ser Madre del Mesías Salvador.
III
EN LA PARROQUIA SE REALIZA TAMBIÉN LA IMAGEN DE LA IGLESIA COMO PUEBLO MESIÁNICO
Es la ocasión, por esto, de redescubrir también hoy, nosotros, a la Iglesia como Cuerpo del Salvador, como Pueblo peregrinante de Jesucristo, el Ungido del Padre, nacido de María Virgen.
La Iglesia es pueblo mesiánico porque, con el don recibido, el «sentido de la fe» procedente de la unción del Espíritu, se hace “pueblo profético” que exhorta con amor y con mansedumbre a todos los hombres a la conversión. También la parroquia tiene ese sentido profético, y también ella posee la misión de ser un centro del “profetismo de la esperanza”, esa esperanza en que todo cuanto ha sido sembrado en 25 años sea cultivado y produzca cosecha abundante, conforme a la voluntad de Dios, que da a uno a sembrar, a otro el cosechar (Cf Jn 4,37).
Para dar testimonio de esa índole mesiánica que tenemos como Pueblo, necesitamos esperanza. Me refiero a la esperanza teologal, más que a las meras “expectativas” o “ganas” o “tendencias” con las que a veces nuestras mentes pueden confundirse, al no escapar del todo al secularismo imperante. La esperanza verdadera es la que “renueva”, porque es Dios mismo quien dijo “Yo hago nuevas todas las cosas”; es Él, con su Gracia, el que tiene el poder de hacernos “nacer de nuevo”, y por eso la esperanza nos hace renacer, y por eso también la enseñanza de la Iglesia reactualiza la palabra que Dios Padre, en el Hijo Jesús (el Verbo) “dice” desde el origen del mundo, y que el Espíritu de Amor reactualiza hoy y hace comprensible, en el tiempo, y en los tiempos nuestros, creaturas históricas, y que podemos hoy resumir en estas tres bíblicas exhortaciones: “escucha”, “recuerda”, “conviértete”. En esto radica la base de la pastoral de una parroquia, a través de “la escucha de la fe”, de la catequesis, y de la misión que de allí procede.
La esperanza, queridos hermanos e hijos, promueve al mismo tiempo una dinámica evangelizadora y promotora de la dignidad humana, de tal modo que hace desarrollar y crecer una interrelación mutua de caridad, de participación, de colaboración, de mutua ayuda, al modo como vemos en la comunidad eclesial del libro de los Hechos (Cf Hech 18,1-4). De tal modo que, movidos por el Espíritu, vivamos unidos los unos a los otros en la humildad, sin sobreestimarnos a nosotros mismos, o creernos los detentores de lo absoluto, del conocimiento, de los poderes, por pequeños que estos sean si los miramos a una escala global; lo malo es cuando a esos poderes los queremos acaparar, y esto sin espíritu de servicio. Por eso es tan importante en una parroquia la corrección fraterna y el ponernos siempre a la escucha, como María, el estar en relación con todos, y en especial con los más pobres, con los pequeños, los sencillos, a la manera como lo refiere San Pablo, es decir, no creyéndonos llenos de sabiduría, “sino con el amor gratuito”(cf 1 Cor 13).
Es con este espíritu como ha de ser comprendida la colaboración y el diálogo, y de ese modo se sientan las bases para “edificar” la Iglesia como pueblo de Dios, como obra agradable a Dios, que asciende “con suave fragancia”, como sacrificio, y que a la vez desciende “como bendición” sobre nuestro pueblo, porque, como ha dicho el Señor a través del profeta Jeremías: “Yo encontraré mi gozo en hacerles el bien” (Jer 32,41).
¡Si tuviéramos más conciencia, psicológica y moral, de cuánto necesitamos colaborar, cada uno según su vocación, elección, misión, a “edificar” la Iglesia!
IV
EN LA INMACULADA SE REFLEJA LA BELLEZA INFINITA
Por último, hermanos y hermanas, oímos hablar tantas veces de relativismo y secularismo; son desafíos que hemos de asumir en una nueva evangelización. Me referiré sólo a una de las manifestaciones de aquéllos, y quiero decirles que existen tantas falsas luces que atraen nuestra atención, nuestra fascinación, tantas pseudo-bellezas que nos encandilan en este mundo en que ni todo ni mucho es como aparece; pseudo-bellezas que en realidad terminen obscureciendo nuestra mirada, y pueden enceguecernos, tales como la fascinación del poder por el poder mismo, el ansia de predominio, la hipocresía que nos deja bellos por fuera (en el mejor de los casos) y feos por dentro, el abuso, el mal uso del sexo, el no poner importancia más que en nuestro propio interés por encima del bien común; son como “luces fatuas”, como pseudo-faros que atraen enfermizamente nuestras potencias y nuestras facultades, pero que en el fondo y al final nos dejan tristeza, una nada interior y un horrendo vacío en nuestra vida.
Y hoy, en la solemnidad de la Inmaculada, ¿no sería acaso la oportunidad de responder a una cuestión semejante, de gran actualidad pastoral, esto es, cómo reproponer en manera adecuada a María a nuestro pueblo, desde la perspectiva de la belleza que atrae nuestras potencias?. Desde la oración y en ella, querríamos hoy también proponer la “vía de la belleza” de María, la que Ella tiene como Esposa del Espíritu Santo, como “toda hermosa” (tota pulchra), como ideal supremo de perfección al que ningún artista ha logrado plasmar en plenitud, como “la Mujer revestida de sol” (Ap 12,1), en la cual los rayos purísimos de la belleza humana se conjugan con los rayos luminosos, soberanos, de la belleza sobrenatural. Sí, también la contemplación de la “Toda Hermosa” nos ayudará en nuestro camino de fe, porque Ella es hermosa porque “Kekharitouméne”, porque llena de gracia, llena del Espíritu, cuya Luz que no tiene fin brilla con incomparable esplendor. La belleza de María nos ayudará a concentrar nuestra mirada y quitarla de las luces fatuas que terminan obscureciéndonos, haciéndonos seres obscuros u obscurecidos, por lo menos. ¡Qué renovada espiritualidad puede surgir de la vía de la belleza!. Se lo auguro a todos ustedes, se lo deseo de corazón, redescubrir, con María, la belleza de la imagen de Dios en nosotros, en la familia, en la comunidad, en la lucha diaria por el bien común.
El Señor conceda a todos, Pastores y fieles, la firmeza y suavidad de la fe, la fuerza de la esperanza y la caridad amorosa, y que la gracia divina esté con ustedes en estas Bodas de Plata de la parroquia, y siempre, como nos lo deseó San Pablo: «la gracia esté con todos aquellos que aman a Nuestro Señor Jesucristo con amor inmutable» (Ef. 6, 24).

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