Catástrofes – #Reflexión

«Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes.» Mateo 24:7 (NVI)

Los cambios climáticos están alternado nuestra sociedad. Ya es una obviedad el problema del calentamiento global y que se están derritiendo los polos. Y hoy sucedió algo raro en Buenos Aires. Habíamos tenido una muy fuerte lluvia el fin de semana que provocó terribles inundaciones. Era preocupante ver en plena ciudad, a las personas caminando por la calle con el agua en la cintura.

Teníamos ese recuerdo bien fresco, cuando se escucha una noticia. Hay una nube tóxica en la ciudad. Un contenedor en Puerto Madero se incendió y está esparciendo un gas tóxico. Se evacuó las zonas cercanas, se cancelaron los subtes y los trenes, las guardias de los hospitales se llenaron de consultas por problemas respiratorios.

Y cuando peor se ponía la nube tóxica, cambió el viento y llevó la contaminación al mar. Solo para traer una cubierta de nubes, que en pocos minutos desató un temporal terrible que nuevamente inundó la ciudad. Me tocó volver a casa, con agua hasta los tobillos caminando varias cuadras. Increíble pero real. Llovía sobre mojado.

Y entonces, mojado y cansado, me acordé de este texto. Jesucristo había dejado señales para conocer cuando se acercaría el día. Los mayas habían profetizado que sería el 12-12-12; pero la Biblia no dice nada de fechas. Solo da indicios. Y me di cuenta que estaba en medio de un indicio del fin. No se cuándo va a suceder. Dios no lo ha revelado y solo Él lo sabe.

Pero una cosa es segura, Jesucristo está cerca de regresar. El día del glorioso rapto, cuando Cristo arrebate a su Iglesia de la tierra para llevársela al cielo, está cada vez más cerca. Algunos podrán negarlo, otros podrán estar indiferentes, algunos tendrán miedo, pero es una realidad. Dios siempre cumplió sus promesas y va a cumplir esta.

Por eso nos alienta a estar preparados. No por temor, sino para ocuparnos en avisarles a nuestros compañeros, amigos y conocidos que el tiempo se acaba. No hace falta ser alarmista. Pero si fueras un geólogo y supieras que un volcán va a explotar ¿no le avisarías a las ciudades cercanas?

Sos un hijo de Dios, y sabés que el día está llegando. ¿Qué estás haciendo?

REFLEXIÓN – Es tiempo de avisar.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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