Carta del cardenal de Madrid a los niños con motivo de la Jornada de la Infancia Misionera

OMPRESS-MADRID (20-01-10) Con motivo de la celebración, el próximo domingo 24 de enero, de la Jornada de la Infancia Misionera, el cardenal arzobispo de Madrid, Mons. Rouco Varela, se dirige a través de una carta a todos los niños de la diócesis animándoles a acercarse a Jesús, a rezar por todos los niños del mundo y a vivir como pequeños misioneros.


«Mis queridos niños y niñas:
¿Os imagináis la alegría de los pastores o de los Reyes Magos cuando, haciendo caso a los ángeles y a la estrella, descubrieron al Niño Jesús? Sin duda, debió de ser una bonita experiencia para todos ellos. ¡Encontrar al Niño Dios! Seguro que algunos de vosotros, en el Nacimiento de casa, durante las pasadas fiestas de Navidad, habéis ido acercando las figuras de los pastores y de los Magos, un poco cada día, hacia el portal de Belén. Han ido, poco a poco, avanzando por el camino de serrín, entre las montañas de corcho, para llegar al lugar que señala la estrella grande, que se ha detenido sobre el pesebre donde Jesús ha nacido. Y como los pastores y los Magos, junto a la Virgen María y san José, le habéis adorado y habéis rezado, ¿verdad?
Esto es lo más importante que hemos vivido cada uno de nosotros, con nuestras familias y amigos, en las Navidades: ¡acercarnos hasta Jesús que ha venido para estar con nosotros!, y lo que hemos de seguir viviendo todos los días, pues sólo en Él, como la Iglesia proclama en el tiempo de Navidad, «reside la salvación del mundo». Por eso, la obra de la Infancia Misionera está haciendo un recorrido con los niños por los cinco continentes. El año pasado fue Asia, y recordaréis que el lema decía: «Con los niños de Asia, buscamos a Jesús». Pues bien, este año 2010, como ha hecho toda la Iglesia siguiendo el último Sínodo de los Obispos de África, vamos a poner nuestro corazón en el continente africano, con el lema: «Con los niños de África…, ¡encontramos a Jesús!»
En este recorrido por todos los continentes, pensad que ningún niño debe verse privado de encontrarse con Jesús, porque Jesús quiere ser amigo y compañero de todos los niños del mundo. Muchos de vosotros habéis tenido el gran regalo de conocer a Jesús en casa; vuestros padres y vuestros abuelos os han hablado de Él, y os han explicado lo mucho que os quiere. Habéis aprendido a rezar desde que erais muy pequeños, y eso os ha ayudado a vivir muy cerca del Señor. Luego, habéis ido a catequesis a la parroquia, donde se os ha enseñado a conocer más las palabras y la vida de Jesús, y sobre todo a amarle más cada día; os habéis preparado para recibir el sacramento de la Eucaristía, y algunos también el de la Confirmación. En el colegio tenéis profesores que, sobre todo en clase de Religión, os enseñan la doctrina de la Iglesia, para que sepáis lo que Dios quiere de vosotros… Ése es el camino normal de la mayoría de los niños y niñas que viven en Madrid… ¡Qué regalo tan grande tenemos! Sí, un gran regalo, un regalo que queremos que tengan todos los niños del mundo, ¿verdad?
En muchos lugares, los niños y niñas de vuestras edades no tienen la oportunidad de encontrarse con Jesús. Quizás sus familias no son cristianas, ni tienen iglesias tan cercanas a sus casas. Son chicos y chicas a los que Jesús quiere llegar, y por los que tenemos que rezar todos nosotros. Seguro que, si por vuestras oraciones y la ayuda de otros cristianos llegaran a conocer y a amar a Jesús, lo harían con mucha alegría, pero no han tenido todavía este gran regalo que tenemos nosotros. Y también hay otros que sí tienen familias cristianas, y sacerdotes o religiosos que los ayudan, pero no tienen medios materiales, como catecismos, o Bíblias, u otros medios que les ayuden a formarse bien en su fe. Todo esto ocurre en muchos lugares de África, donde muchos niños no pueden asistir a las catequesis, o no tienen cerca un colegio donde se enseñe a conocer a Jesús de verdad. Debemos de pensar en ellos, y también en los muchísimos niños que no han oído nunca hablar de Jesús. Por eso, las Obras Misionales Pontificias, que es la institución que tiene el Papa para ocuparse de las Misiones, ha querido que en la Jornada de la Infancia Misionera de este año 2010, que se celebra el domingo 24 de enero, pensemos de modo especial en todos los niños y niñas de África que necesitan nuestra ayuda, la ayuda de cada uno de vosotros.
Quiero que sepas algo importante. Tú, que eres niño como aquellos que en este día recordamos, puedes, ¡claro que sí!, ayudarlos. «Los niños ayudan a los niños» es el lema que hemos de recordar. Y ¿cómo puedes ayudar? ¡Rezando! Sí, rezando, por ellos y por los misioneros que pueden acercarlos a Jesús. La oración es el mejor modo de ayudarnos unos a otros. Y el sacrificio de las obras buenas que puedes ofrecer al Señor: no protestar por algo que no te gusta, sonreír a quien puede que no te caiga muy bien, ser buen compañero y amigo, estudiar lo que debes sin pereza… Ofrece todo eso al Señor por los niños de África. Seguro que a Él le gusta muchísimo ver cómo lo haces. Y también puedes ayudar con la limosna. Este domingo puedes privarte de algo y dar ese dinero en la iglesia o en el colegio para la Infancia Misionera. Con todo lo que se recoge en esta Jornada, el Papa ayuda a los niños de todo el mundo, y este año de modo especial a los africanos, que necesitan catecismos y Biblias, pero también material del colegio, e incluso medicinas. Quizás no puedas dar mucho, pero si cada uno da un poquito…, ¡estáis dando una ayuda muy grande!
En este día de la Infancia Misionera, debes pensar que tú, como los mayores, también puedes ser misionero. ¡Es tu Jornada especial! Y yo me alegro de que Jesús pueda contar contigo y con tu ilusión para que el amor que le tienes se lo tengan también todos los niños de África, y del mundo entero. Pido a la Virgen María que cuide de ti, y de todos los niños y niñas madrileños, como cuidó del Niño Jesús. Y os ayude a tener la inmensa alegría de los pastores de Belén y de los Magos de Oriente cuando encontraron a Jesús. Que Él, con la intercesión de la Virgen, Nuestra Señora de la Almudena, os bendiga a todos vosotros, y a vuestras familias. Rezo por todos al Señor. Rezad vosotros también por mí.
Con un beso para todos, recibid mi bendición.»

Fuente: http://revistaecclesia.com