Carta de Dios a la mujer | Reflexión

Carta de Dios a la mujer | REFLEXIÓN

Carta de Dios para una mujer, una bellísima carta de Dios a ti mujer, una de las más hermosas reflexiones cristianas para mujeres.

Querida hija:

Hoy quiero agradecerte tu ser mujer, recordarte lo importante que eres a mis ojos.

Como barro suave que eres entre mis manos, yo, tu alfarero, te modelé a mi imagen, puse en ti todo mi amor, te colmé de dones y capacidades.

Creé tus ojos y los bendije con el sentido de la vista; los hice lugar de admiración, ternura, disculpa. Los hice transmisores de amor, alegría y serenidad.

Hice tus pies y los bendije con el don de la movilidad, para que fuesen cercanía, servicio, disponibilidad. Les di la capacidad de detenerse junto a los que te necesitan, de recorrer caminos de libertad.

Modelé tus manos y las bendije con el sentido del tacto, convirtiéndolas así en acogida, ofrecimiento, sanación y ayuda, para que ellas, a su vez, bendigan y moldeen nuevas vidas.

Creé tus tímpanos y los bendije con el sentido del oído. Los hice receptivos, atentos, comprensivos, para poder escucharme en lo pequeño, en lo sencillo, en lo invisible.

Formé tu boca y la bendije con el sentido del gusto, y fue lugar de canción, de aliento, de ánimo, de perdón, y pudo comunicar palabras de vida, de paz, de verdad.

Moldeé tu corazón y lo bendije con el don del amor. En él sembré mi compasión; mi misericordia y mi bondad, para que en ti diera el fruto del amor gratuito e incondicional. Y lo más importante: lo elegí como mi cálido hogar.

Derramé sobre todo tu ser de mujer mi Espíritu, que ilumina tu camino y acompaña todos tus gestos, tus palabras, tus decisiones, porque para mi gloria te creé, te plasmé y te hice«.

Tú, mujer, eres la bendición que Yo, tu Dios, quiero derramar sobre el mundo, porque tú eres la alegría de la vida, la sonrisa de la naturaleza, el calor del hogar, la intuición del saber, la compañía de la ternura, la belleza del ser. Estás presente en todo sin ser vista; en tu vientre se engendra el regalo de la vida, ese milagro de amor que toma cuerpo dentro de ti: tú, mujer, eres continuadoras de mi obra.

No te sientas sola, porque Yo estoy contigo en la danza de la vida, en esta danza cuyo ritmo marca el amor infinito que siento por ti. Eres preciosa a mis ojos. Nunca olvides que te amo.

DIOS

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SIN DUDA LAS MUJERES SON FUERTES