Caminata

Caminata

Sé que mi caminar tiene una dirección y un destino,
por eso debo medir mis pasos, prestar atención
en lo que hago y no en lo que hacen los que a mi lado
también pasan, o por los cuales, a su lado paso yo.

Que no me engañe con el ánimo y el vigor
de los primeros trechos, porque llegará el día
en que mis pies no tendrán tanta fuerza,
se herirán en el camino y se cansarán más rápido.

Que cuando esté cansado, no me desespere
y crea que aún tendré fuerzas para continuar,
principalmente cuando hubiera quien me auxilie.

Y que oportunamente, en mis sonrisas, me acuerde
de que existen los que lloran, para que así mi risa
no ofenda el dolor de los que sufren; por otro lado,
cuando llegue mi turno de llorar, que no me deje
dominar por la desesperanza, sino que entienda
el sentido del sufrimiento, que me nivela,
que me iguala, que vuelve iguales a todos los hombres.

Cuando tenga todo, equipaje, valor, agua en mis provisiones,
ánimo en el corazón, botas en los pies y sombrero en la cabeza;
para de esa forma, no temer al viento, al frío, a la lluvia y al tiempo,.
que no me considere mejor que aquellos que se quedaron atrás,
porque podría llegar el día en que no tenga nada más para mi viaje
y aquellos que rebasé en el camino, me alcanzarán y también
podrán hacer lo que yo hice o de hecho no hacer nada por mí,
entonces, me quedaré en el camino sin concluirlo.

Cuando el día brille, que tenga deseos de ver la noche
en que el camino será más fácil y más ameno; pero,
cuando sea de noche y la oscuridad vuelva más difícil
el arribo, que sepa esperar el día como aurora,
el calor como bendición, que perciba que el caminar
sólo puede ser más rápido, pero mucho más vacío…

Cuando tenga sed, que encuentre la fuente
en el camino; cuando me pierda, que halle la indicación,
la flecha, la dirección; que no siga a los que se desvían,
pero que nadie se desvíe siguiendo mis pasos…

Que la prisa por llegar no me aparte de la alegría
de ver las simples flores que están en la orilla
del camino, que no perturbe la caminata de nadie,
que entienda que seguir hace bien pero que,
a veces, es necesario tener el valor de volver atrás
y recomenzar tomando otra dirección…

Que no camine sin rumbo, que no me pierda
en las encrucijadas, pero que no tema
a los que me asalten, los que se enmascaren,
que vaya a donde debo ir y, si cayera en medio
del camino, que permanezca el recuerdo
de mi caída para impedir que otros caigan
en el mismo abismo…

Que llegue, sí, pero, aún más importante,
que haga llegar a quien me pregunte,
a quien me pida consejo y, sobre todo,
¡Que pueda seguir confiando en mí!

Que Dios bendiga y acompañe
cada paso de mi caminata.