Guión Domingo XIII Durante el Año

DOMINGO 30 DE JUNIO DE 2013

DOMINGO XIIIº DURANTE EL AÑO

PREPARACIÓN: 

Antes de la salida del celebrante

 

Hermanos, hoy celebramos el domingo décimo tercero durante el año, y lo hacemos alrededor de la mesa del Señor, reunidos en su nombre, para celebrar el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo, en el domingo, «el día que manifiesta el amor de Dios a sus criaturas», el día en que «el cristiano está invitado a redescubrir esta mirada gozosa de Dios y a sentirse envuelto y protegido por ella.»

 

AMBIENTACIÓN: 

Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

 

El Señor hoy nos llama y nos pide que acojamos este llamado con una aceptación plena de su plan sobre nuestras vidas; siendo nosotros libres de aceptarlo o rechazarlo. Y nos llama a seguir a su Hijo, viviendo sus enseñanzas y sus exigencias, la virtud de la pobreza y el desprendimiento; imitando su vida, su bondad, aún a pesar de ser rechazados, postergados o marginados, devolviendo bien por mal; para ser verdaderos discípulos suyos.

 

1ª. LECTURA:  (1 Re 19, 16b. 19-21)        (Ver texto)

 

En este relato vemos la respuesta generosa y comprometida de Eliseo a la elección que de él hace el Señor: deja a los suyos y sacrifica en una fiesta todo aquello que ha sido su vida, para seguir de una manera absoluta la llamada de Dios.

 

SALMO RESP.:     (15, 1-2a. 5. 7-11)    (Ver texto)

 

                    R.   Señor, Tú eres la parte de mi herencia.  

 

2ª. LECTURA:    (Ga 5, 1. 13-18)    (Ver texto)

 

Pablo nos habla de la auténtica libertad de los hijos de Dios. Cristo, que nos ha liberado del pecado y de la muerte, nos sitúa en el camino de la libertad definitiva que pasa por la entrega a los hombres en el amor.

 

EVANGELIO:   (Lc 9, 51-62)      (Ver texto)

 

En el Evangelio Jesús nos muestra su camino: de entrega y libertad definitiva; Él pide a los suyos una respuesta total al servicio del Reino.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES:

 

CELEBRANTE:

 

Queridos hermanos, por intercesión de nuestra Madre, la Santísima Virgen, oremos al Señor, poniendo ante Él todas las necesidades de la Iglesia, del mundo y nuestras propias necesidades.

 

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

 

«PADRE, QUE SEAMOS FIELES A TU LLAMADO»

 

v Porque queremos que el constante ejemplo de tu Iglesia y del Santo Padre Francisco, nos de el convencimiento que la única seguridad de la felicidad de nuestras vidas es el seguimiento de Cristo haciéndonos servidores los unos de los otros por medio del amor, te pedimos…

 

v Porque queremos que nuestro Obispo y nuestros sacerdotes sean la permanente guía para que podamos formar una Iglesia diocesana siempre fiel y comprometida con el camino de Jesús, te pedimos…

 

v Porque queremos que todos los habitantes de nuestra patria, nos sintamos verdaderamente hermanos y el dolor y la necesidad de los que sufren sea también el nuestro, y así colaboremos a remediarlo, te pedimos…

 

v Porque tantos hermanos nuestros que no te conocen o te han olvidado, esperan que les llevemos tu mensaje de amor, con nuestra palabra y nuestro ejemplo, en una nueva evangelización, te pedimos…

 

v Para que todos los miembros de nuestra comunidad pongamos sólo en ti nuestra confianza y amándote por encima de todo y de todos, sigamos a tu Hijo con constancia y perseverancia, tal como lo hicieron sus primeros discípulos, te pedimos…

 

CELEBRANTE:

 

Escucha, Padre misericordioso, la plegaria esperanzada que te dirigimos. Haz que en la lucha por una vida mejor para todos, alcancemos el Espíritu de libertad que nos ha dado tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

 

Pongamos ahora, sobre la mesa del altar, la ofrenda de nuestras propias vidas, deseando que nuestro testimonio sea un verdadero ejemplo de amor y servicio.

 

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

 

DIÁLOGO DEL PREFACIO:

Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)

 

Al iniciar la gran acción y oración sacerdotal de Cristo, unamos nuestras voces a la de Él, por medio de su Espíritu, para darle gracias a nuestro Padre del Cielo por la pasión y resurrección de su Hijo, que es la fuente de nuestra vida.

 

COMUNIÓN:

 

Cada Eucaristía en la que participamos es una llamada a dejarlo todo para entregarnos al Reino, para sumarnos al esfuerzo de hacer que nuestro mundo sea cada vez más fraterno, más solidario y más justo.

 

DESPEDIDA:

 

Regresemos a nuestra vida diaria con la firme decisión de seguir el camino de Jesucristo, a pesar de todo y de todos, y siendo con nuestras vidas y nuestras familias, testigos de su resurrección.