Domingo I° de Cuaresma


DOMINGO Iº DE CUARESMA

Deuteronomio 26, 1-2. 4-10 / Romanos 10, 5-13
/ Lucas 4, 1-13
Salmo Responsorial Sal 90, 1-2. 10-15
R/. » En el peligro, Señor, estás conmigo»

Santoral:
Los Siete Santos Fundadores de la Orden
de los Siervos de la Virgen María

DOMINGO Iº DE CUARESMA

Profesión de fe del pueblo elegido

Lectura del libro del Deuteronomio
26, 1-2. 4-10

Moisés habló al pueblo diciendo:
Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre.
El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el altar, y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios:
«Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y Él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. El nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel.
Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste».
Tu depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de Él.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 90, 1-2. 10-15

R. En el peligro, Señor, estás conmigo.

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío». R.

No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque Él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos. R.

Ellos te llevarán en sus manos
para que no tropieces contra ninguna piedra;
caminarás sobre leones y víboras,
pisotearás cachorros de león y serpientes. R.

«Él se entregó a mí, por eso, Yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y Yo le responderé.
Estaré con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré». R.

Profesión de fe del creyente en Cristo

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
10, 5-13

Hermanos:
Moisés escribe acerca de la justicia que proviene de la Ley: «El hombre que la practique, vivirá por ella». En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así: «No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo?», esto es, para hacer descender a Cristo. O bien: «¿quién descenderá al Abismo?», esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Pero ¿qué es lo que dice acerca de la justicia de la fe? «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón», es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: «El que cree en Él, no quedará confundido».
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que «todo el que invoque el nombre del Señor se salvará».

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado

a Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
4, 1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si Tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan». Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura:
El hombre no vive solamente de pan».

Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo:-«Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si Tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá». Pero Jesús le respondió: «Está escrito:
Adorarás al Señor, tu Dios,
y a Él solo rendirás culto».

Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si Tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:

Él dará órdenes a sus ángeles
para que ellos te cuiden.
Y también:
Ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra».
Pero Jesús le respondió: «Está escrito:
No tentarás al Señor, tu Dios».
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él, hasta el momento oportuno.

Palabra del Señor.

Reflexión

“Y JESÚS SINTIÓ HAMBRE”
1. – En el Evangelio de hoy, tal vez, se resume de una manera plástica las tentaciones que Jesús tuvo que soportar en su vida y que tuvo que superar para cumplir con la Misión que el Padre le había encomendado y por los caminos del Padre, no por los de los hombres.
El pueblo hambriento, que había comido pan hasta saciarse, le buscaría para hacerle Rey. Sus discípulos iban a tratar de defenderle con espadas y emplear la violencia del fuego para castigar a quien no le recibían. Y los fariseos iban a exigirle milagritos para creer en Él. Todo esto le resultaba fácil, pero Él venía a convencer al hombre por amor. Amor que conlleva siempre sufrimiento por incomprensión, además de desagradecimiento, mala interpretación y aún rechazo. Y Jesús optó por el camino del amor.
2. – En un día como hoy, se le graba a uno en el corazón la frase del Evangelio: “Y Jesús sintió hambre”. Hambre de no tener que llevarse a la boca. Hambre de ver que alrededor no hay más que piedras. Jesús tuvo la experiencia angustiosa del hambre. Y Jesús se compadeció de la muchedumbre hambrienta y, aunque “no sólo de pan vive el hombre”, Jesús les dio para comer.
Y desde esa penosa experiencia, Jesús iba a decir más tarde: “tuve hambre y me disteis de comer”. Y nos iba a enseñar a pedir, cada día, nuestro pan para no pasar hambre al Padre que está en el cielo.
3. – Y ese Padre Nuestro, ¿qué pensará ante nuestro mundo que muere de hambre?
* Ese Padre que dijo donde Jesús sigue sintiendo hambre: “Verdee la tierra hierba verde y árboles frutales que den frutos según su especie. Y ¿qué vio que era bueno?”
* Ese Padre que mandó: “Pululen las aguas, un pulular de vivientes y pájaros vuelen sobre la tierra. Y ¿vio que era bueno?”
* Ese Padre que ordenó: “Produzca la tierra vivientes según su especie, animales domésticos, reptiles y fieras”. Y ¿vio que era bueno?
* Ese Padre que entregó todo al hombre diciendo: “Os entrego todas hierbas que engendran semillas y los árboles frutales. Os servirá de alimento”. Y vio Dios todo lo que había hecho y vio que era muy bueno.
¿Qué pensará ese Padre Nuestro cuando se le mueren de hambre, sus hijos, en sus brazos, cada día? Porque la tierra que les dio para su alimentación o está esquilmada por la avaricia de unos pocos, o, está en barbecho perpetuo, subvencionada por el Estado para que no produzca demasiado, o, está en manos de una minoría que banquetea como el rico Epulón mientras Lázaro muere de hambre a su puerta.
4. – A fuerza de comer alimentos en conserva y enlatados, hemos perdido contacto con esa Madre Tierra que Dios nos dio a todos para que nos diera el pan nuestro de cada día. Esas frutas, esas verduras, esas legumbres, ese pan de cada día, ha perdido el sabor de la tierra madre que nos los da. Hemos perdido el agradecimiento a esa tierra y a ese Padre que está en el cielo. Hemos perdido el sentido comunitario de la posesión de la tierra, hecha para alimentar a todos por igual.
–Tendríamos que volver a esa pobreza, a esa dependencia directa de la tierra y de la lluvia del cielo, para darnos cuenta de que no es propiedad privada.
–Tendríamos que pensar en lo que nos ha dicho la primera lectura: “mi padre fue un arameo errante”. Seamos de la familia que seamos, a cierta altura de nuestro tronco familiar está ese “arameo”, aferrado al terruño, tratando de sacar de él el alimento para su familia. Convencido de que el mismo derecho que tiene él de sacar alimentos de la tierra, lo tiene su vecino.
5. – Padre Nuestro danos hoy nuestro pan de cada día.
+ Padre, que ninguno de tus hijos se vea privado de los frutos de la tierra.
+ Padre, que ninguno sufra la angustia de no tener pan para sus hijos.
+ Padre, que todos quepamos en una misma mesa aunque nos toque menos a todos.
+ Padre, que no se te mueran de hambre más hijos en tus brazos.

José María Maruri, SJ
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LAS TENTACIONES NUESTRAS DE CADA DÍA
1.- El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. También para nosotros la vida es, en muchos momentos, un desierto, cuando no vemos a nuestro lado a nadie que esté dispuesto a echarnos una mano, y cuando nuestro presente y nuestro futuro se presentan llenos de nieblas y oscuridades. Las tentaciones están dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor. Nos levantamos cargados de sueño y debilidades, nos pasamos el día evitando escollos y dificultades y llegamos a la noche sin saber a ciencia cierta cómo amaneceremos el día de mañana. Tentaciones físicas, tentaciones psicológicas, económicas y sociales. Es verdad que no todos los días son así, pero también es verdad que son muchos los días y los tiempos en los que las cosas no marchan como nosotros quisiéramos que marcharan. Si miramos dentro de nosotros mismos, en lo más profundo de nuestro ser, encontramos debilidades e incertidumbres que no nos permiten creernos tan buenos como nos ven nuestros mejores amigos; si miramos a nuestro alrededor vemos corrupción política, desigualdades económicas insoportables, ambición y egoísmos a troche y moche. ¿Merece la pena seguir y seguir luchando para ayudar al mundo a ser un poco mejor, o es preferible escuchar al diablo, y dedicarnos a comer y a beber, a mandar y a dominar, a buscar el aplauso fácil y el acomodo personal y social? Son muchas las tentaciones nuestras de cada día, si vivimos atentos a nosotros mismos y a los demás. El diablo y los muchos demonios interiores y exteriores que pueblan nuestro espacio vital nos tientan a todas horas. ¿Qué hacer? Imitemos a Jesús y mandemos al diablo a hacer puñetas, porque sólo a Dios hay que adorar y a él solo debemos darle culto.
2.- Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios. Moisés y todos los profetas exhortaban continuamente al pueblo hebreo a ser un pueblo agradecido a Dios, porque a Dios debía todo lo que era y tenía. La vida y la tierra en la que ahora vivían eran un regalo del Dios que les había librado de la esclavitud de Egipto y les había guiado a través del desierto hasta la tierra prometida. Por eso dar a Dios los diezmos y primicias de los frutos del suelo que el Señor les había dado, era un precepto sagrado para todo buen israelita. También a nosotros los cristianos, Cristo y todos los santos nos han recomendado siempre ser personas agradecidas a Dios y dedicarle a él lo mejor de nosotros mismos. ¡Todo es gracia!, nos han dicho los santos y, puesto que todo es gracia, nosotros debemos ser siempre personas agradecidas. Agradecidas directamente a Dios y agradecidas a todas las personas que, en nombre de Dios, nos han ayudado muchas veces en nuestra vida. Vivir como personas agradecidas a Dios y al prójimo que nos ha ayudado es una actitud cristiana encomiable. Debemos hacerlo no sólo de palabra y pensamiento, sino también de obra, aunque para hacerlo tengamos que renunciar alguna vez a algún capricho o gasto innecesario. La tentación del egoísmo es siempre una tentación diabólica.
3.- La Escritura dice: “la palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón”. Se refiera a la palabra de fe que os anunciamos. San Pablo les dice a los primeros cristianos de Roma que Jesús es el único Señor, tanto para los judíos como para los griegos. En la Sinagoga judía sólo podían entrar los judíos, pero, a partir de la muerte y resurrección de Cristo, ya no hay distinción entre judíos y griegos, porque Jesucristo es el único Salvador del mundo. Esta universalidad de la fe cristiana que predicaba Pablo es algo que debemos predicar también hoy nosotros, los cristianos. Nadie está excluido de la salvación, porque Cristo vivió, murió y resucitó para salvarnos a todos. Por eso nuestra Iglesia es una Iglesia católica, es decir, universal. La tentación del exclusivismo político y religioso pudo ser una tentación judía, pero nunca debe ser una tentación cristiana.

Gabriel González del Estal
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NO HAGAMOS SONREIR AL DIABLO
Comentábamos, el miércoles de ceniza, que la cuaresma tiene un fin primordial: removernos espiritualmente por dentro (y en la praxis por fuera) para que gran día de la Pascua, renovemos y actualicemos aquel Bautismo que recibimos un día, pero sobre el que, tal vez, se hallan adherido algunas telarañas que es conveniente limpiar con la ayuda de este tiempo intenso y cuaresmal.
1.- Son cuarenta días de peregrinación. De gozar con la Palabra de Dios. De detenernos por el camino y conmovernos con las situaciones que reclaman nuestra atención y compromiso efectivo y gratuito. Es un tiempo, en definitiva, para interpelarnos seriamente si ese amante que los cristianos tenemos, Cristo, es capaz de condicionar y centralizar un poco nuestra vida en El; de que nuestro cuerpo prescinda de algunas cosas por su nombre; de que nuestra fe sea fortalecida con la vitamina de la oración en medio del ruido y del caos o, sigamos adelante como cristianos en una realidad que, con frecuencia, es un interminable desierto donde somos probados en la fe, invitados a renunciar a nuestras raíces cristianas o embelesados desde el alero de la ansiedad para tener y soñar lo que nunca podremos alcanzar.
2.- Es cuaresma hermanos. Parece que fue ayer cuando prometíamos a Jesús en Belén nuestro deseo de ser mejores. Ahora, es cuando con la cruz camino del calvario no solamente hacemos buenos propósitos sino que, además, nos comprometemos a no caer en la mera apariencia. A no quedarnos en lo superfluo. A ser conscientes de que la fe exige pruebas, signos, purificaciones y también profesión firme y entusiasta de nuestra fe. El fruto de la Santa Cuaresma, en este Año de la fe, puede ser eso: centrar nuestra vida en Cristo.
3.- Desde algunas instancias se nos quiere hacer ver que, lo que propone y enseña la sociedad o las leyes de turno, es el camino “superguay” y “moderno” de la felicidad. El Señor, en cambio, una vez más nos pide muestras de sensatez y de “ser” más que de “tener”. No podemos ceder a presiones sociológicas, ni mucho menos políticas, donde se nos vende (a precio muy alto) un escaparate del “todo lo de ahora vale” y, “todo lo de antes, es retrógrado inservible”. Ni tanto…ni tan calvo.
4.- En la Iglesia, portadora del mensaje de Jesús, (e iglesia somos todos) podemos correr el riesgo de ser tentados a abandonar lo que es constitutivo y esencial de nuestra fe para quedar bien con el diablo (que se mueve a sus anchas por arriba y por abajo) a costa de callar y amordazar nuestras conciencias que son baúl del criterio justo y del sentido justo de las cosas.
¡Todo esto te daré si abandonas!
¡Cuaresma!
Tiempo de recuperación de las fuerzas espirituales en este Año de la Fe.
Taller para poner a punto las piezas de la vida cristiana cuando ceden por el choque con la dura realidad.
Antesala para vestirnos con ese traje de seguidores de Jesús que quieren vivir la Pascua (no al borde de la playa ni a bordo de crucero) sintiendo muy de cerca la voz de Jesús que nos llama a un cambio a positivo en nuestra vida. A una contemplación por la oración y a un compromiso activo allá donde nos encontremos.
Sólo así sentiremos la presencia de los ángeles de Dios que nos ayudan y nos sirven para no aburrirnos en ese empeño.

Javier Leoz
www.betania.es