¿Unís o dividis? No apliques el efecto Libia

«Porque aún sois carnales, pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como los hombres?» 1 Corintios 3:3 (RVR)
Libia

La interna entre los rebeldes preocupa a la alianza occidental

El caos en Trípoli recordaba a Beirut en sus peores días, cuando los rebeldes consiguieron entrar en el complejo de Muamar Kadafi. Las celebraciones, con sus tiros al aire, eran tan peligrosas como los combates.
Los libios, que llegaban exaltados al complejo para sumarse a la caótica alegría, hablaban de «reconciliación inmediata», de abrazarse con sus otros «hermanos» libios, después de 42 años de locura y dictadura, de construir «un país normal», «libre», «con una economía como Dubai o Qatar».
No será tan fácil ni la ecuación tan simple. Deberán conciliar los intereses de los shiítas de Bengazi, las tribus beduinas y los sunnitas de Trípoli, con el petróleo de por medio y la presión internacional de los países que los ayudaron para conseguir licencias privilegiadas para su exploración. El caos de Bagdad 2003 es la imagen que ni los aliados occidentales ni los libios quieren repetir en su país.
El mayor problema para la nueva Libia está encarnado en la batalla de poder dentro de los revolucionarios , muchos de ellos ex kadafistas reciclados.
Libia está dividida en tres regiones: la Tripolitane, que parecía leal a Kadafi; la Cirenaica, en el este; y Fezzan, el desierto rico en petróleo, el oro negro que puede transformar el país y la calidad de vida de los libios tras el final de la dictadura. Todas son celosas unas de otras. Los líderes occidentales no quieren liderazgos sectarios y sueñan con el nacimiento de una figura neutral y carismática, que hasta ahora no ha aparecido, en un país donde cada familia tiene armas y las sabe usar.

Mientras leía la caótica situación que describe un diario del problema en Libia, no pude menos que mirar para dentro y ver qué pasa a mí alrededor. No hay bandas armadas ni revoluciones en marcha en Buenos Aires, pero el origen del problema libio es común a todos los seres humanos. No tenemos la capacidad de compartir con el que piensa distinto.Cero tolerancia.

Por celos, contiendas o disensiones, siempre encontramos una buena razón para comenzar una discusión o una pelea. Y logramos romper la armonía y la unidad. Libia es un extremo, pero nuestras actitudes a veces generan el mismo efecto.

REFLEXIÓN – ¿Unís o dividis? No apliques el efecto Libia

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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